Luciano Canfora ha publicado Cleofonte deve morire. Teatro e política in Aristofane. El gran intelectual italiano realiza una revisión sobre el papel de agitador político de Aristófanes. En plena guerra del Peloponeso, y ante el eventual riesgo de derrota, la crispación política es elevada. La comedia es considerada un vehículo de expresión de la «mayoría […]
Luciano Canfora ha publicado Cleofonte deve morire. Teatro e política in Aristofane. El gran intelectual italiano realiza una revisión sobre el papel de agitador político de Aristófanes. En plena guerra del Peloponeso, y ante el eventual riesgo de derrota, la crispación política es elevada. La comedia es considerada un vehículo de expresión de la «mayoría silenciosa». La habilidad del comediógrafo es presentarse como defensor del pueblo, cuando en realidad actúa al servicio de la élite que pretende destruir el poder popular y, por añadidura, auspicia la condena de Cleofonte, feroz opositor del poder oligárquico. Esta lúcida reflexión, como casi toda su extensa obra, permite traspasar el tiempo al que se circunscribe e iluminar la naturaleza de las relaciones de poder a lo largo de toda la historia y, por supuesto, en el tiempo presente. A continuación, y deseando que pueda ser publicada en español, presentamos el prefacio del libro. (A.J.)
«Era de los nuestros»
No es del todo cierto que de la comedia ateniense del siglo V a. C. solo conozcamos un puñado de apenas once comedias, todas de Aristófanes, dos de las cuales reflejan un escenario ciudadano totalmente modificado después de la guerra civil y el final del imperio. Tenemos muchos fragmentos de otros autores, desde Cratino a Platón el Cómico, pasando por Eupolis, muchos fragmentos del Aristófanes perdido y, no menos importante, lo que Aristófanes dice de sus rivales. También tenemos, en muchos casos, noticias sobre el resultado de los concursos de obras teatrales y muchos títulos de comedias, que también, en cierta medida, nos hablan.
Pero, por el hecho de que en los siguientes períodos se apagó el aprecio por la comedia política, solo en última instancia sobrevivió y entró en el «canon» Aristófanes únicamente aquellas comedias sabiamente seleccionadas. Esto significará que, en él, en su producción, estaba presente -y así era percibida- una densidad y sutileza intelectual (crítica filosófica, crítica artística, crítica social) mucho mayor que en otros exponentes de la corta temporada que duró la Comedia Antigua. Es cierto que, si de Aristófanes solo tuviéramos las invectivas contra el odiado líder ‘popular’ Cleón y no mucho más (como del Quirones de Cratino nos quedan, desprendidos del contexto, los feroces y groseros insultos contra Pericles y Aspasia), tendríamos de Aristófanes una idea unilateral.
Con la debida precaución, esto nos permite afirmar que en él hubo mucho más que un simple artesano del entretenimiento. No se aprecia quizás en su sentido pleno la broma de Platón de poner a Aristófanes entre los protagonistas y oradores de El Banquete, junto a Sócrates, a Agatón y a Alcibíades. Hay una conocida ‘sentencia’ de Benedetto Croce expresada cuando leyó las cartas de la cárcel de Antonio Gramsci, recién publicadas: «era de los nuestros». Esa frase es adecuada para nuestro caso, para expresar el significado de la inclusión de Aristófanes en El Banquete.
Aristófanes era un ‘moderno’ que quería llevar la máscara del tradicionalista ‘a la antigua’ para reaccionar con un gesto esencialmente estético a la prevalencia irritante de la masa popular y sus dirigentes en la vida pública en Atenas. Para aparecer del todo coherente con la elección estética se arriesga con un arte de destino eminentemente «popular» como la comedia, y «perfecciona» esa máscara con un áspero populismo, no obstante, minado por su refinada cultura poética que se refleja en casi todas partes, gratamente inesperada. Y además, siempre para sostener su disfraz de ultravecchio (como escribió de él Nietzsche), ataca sin tregua los símbolos de la cultura moderna que están erosionando la cohesión de la polis: Eurípides y Sócrates y Agatón, y también otros; pero, sobre todo, Eurípides. Los grandes artesanos del teatro cómico, mucho mayores que él, no creían en la autenticidad de ese disfraz. Cratino, el «Esquilo de la comedia» según una metáfora común, hizo decir a uno de sus personajes que Aristófanes era un Eurípides «a medias». Y acuñó un neologismo efectivo para decir esto. Un neologismo que equivaldría a una sentencia de signo opuesto a aquella con la que hemos abierto esta nota: «¡No eres uno de los nuestros!»
Cuanta parte puede haber tenido, en tal equilibrio entre opuestos, la poderosa atracción de la política en los años intensos en lo que Aristófanes trabajó, es decir, los de la guerra del Peloponeso y el colapso del imperio (431-404 a. C.), lo contaremos en las siguientes páginas.
Luciano Canfora, miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO, es un historiador marxista italiano y el más importante clasicista europeo vivo.
Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/luciano-canfora-escribe-sobre-aristofanes