Fueron dos horas en que todos pararon para escuchar y ver cambiar la política. El líder petista anunció alianzas, lanzó la campaña e inquietó a los militares.
Brasil paró durante más de dos horas para asistir al discurso de Lula, a quien todos o casi todos imaginan candidato en las elecciones de 2022 frente al ultraderechista Jair Bolsonaro. El jefe del Partido de los Trabajadores prefirió hablar de la formación de alianzas para enfrentar al «fanfarrón» ocupante del Palacio del Planalto, en lugar de ocuparse de una potencial postulación que sería la sexta.
El mundo político y buena parte de los medios acompañaron la primera exposición y posterior conferencia de prensa de Luiz Inácio Lula da Silva, pronunciadas luego de haber recuperado los derechos políticos debido a un fallo del Supremo Tribunal Federal que anuló lo actuado en la causa Lava Jato, del otrora intocable y hoy más que cuestionado Sergio Moro.
«Este país está desgobernado, no tiene ministro de Salud, no tiene ministro de Economía, no se habla de educación, salud, trabajo», planteó Lula, además de criticar la falta de apoyo económico gubernamental para la población más humilde para paliar la crisis derivada de la pandemia.
“Estamos peleando por el auxilio de emergencia porque el pueblo no puede morir de hambre con un gobierno que no hace nada. No es necesario leer a Marx para defender eso”.
El dos veces ex presidente volvió a arremeter contra el actual capitán-presidente cuando mencionó que mientras faltan inmunizantes y suben las curvas de muertos, Bolsonaro se dedica a promover la venta de armas con el fin de agradar a sus socios «milicianos» (grupos parapoliciales). «Brasil no es de él (Bolsonaro) y de los milicianos».
Y recordó algo que pocos políticos se animan mencionar: Bolsonaro no es ni siquiera capitán del Ejército, es un apenas teniente que fue ascendido al ser jubilado en los años 80, después de ser procesado por haber planeado ataques con explosivos en unidades militares.
De camisa celeste y prolijo blazer azul, el exmandatario contó que la semana próxima tomará la vacuna y rindió homenaje a las 270 mil víctimas fatales de la pandemia en el país.
Antagonizando con Bolsonaro, un enemigo del tapabocas, Lula llegó con un barbijo rojo poco después de las once de la mañana a la sede dek Sindicado de los Metalúrgicos San Bernardo do Campo, una de las localidades del ABC, el Gran San Pablo. El salón estaba repleto de reporteros de medios nacionales y varios representantes de la prensa extranjera.
Es el mismo edificio en el que el 7 de abril de 2018 Lula se rodeó de miles de militantes antes de presentarse ante la Policía Federal para ser trasladado a Curitiba. Allá, cumplió la condena ordenada por Sergio Moro y estuvo preso hasta noviembre de 2019. Fueron 580 días de una condena política que lo quitó de las elecciones.
“Han pasado casi tres años desde que dejé la sede de este sindicato para ir a entregarme a la Policía Federal. Fui en contra de mi voluntad porque sabía que estaban deteniendo a una persona inocente. Estaba consciente de la certeza de que este día llegaría. Y llegó”, dijo Lula celebrando la victoria de la «verdad».
«Moro es el mayor mentiroso (…), un ídolo de barro que no dura mucho», lanzó el petista, que también criticó a los fiscales que participaron en los procesos de Lava Jato.
Gracias a la proscripción de Lula, Bolsonaro venció sin sobresaltos los comicios de octubre de 2018 y luego gobernó con displicencia entre 2019 y marzo de 2021, sin tener ningún opositor de fuste, o con las espaldas políticas suficientes para hacerle frente.
Ese cuadro de situación se acabó este miércoles, porque el tornero y líder metalúrgico volvió por entero, dotado de sus derechos políticos y dispuesto a dar pelea.
«Voy a recorrer el país para hablar con el pueblo, que no puede permitir que un hombre que causa los males que causó Bolsonaro siga gobernando”.
Alianzas
Lula expresó su disposición a conversar con dirigentes de partidos de izquierda y progresistas que históricamente fueron aliados del PT, sin cerrar las puertas a las fuerzas conservadoras opositoras al régimen. En ese sentido consideró prioritario construir consensos sobre temas urgentes como la pandemia y el desempleo.
No mostró todas sus cartas, aunque dio indicios como los modelos de alianzas de los gobiernos del PT en la región nordeste, por ejemplo el de Bahia, donde se formaron coaliciones con partidos de derecha.
En esa misa línea, trajo al ruedo la fórmula presidencial de 2002 con el empresario José Alencar como candidato a vicepresidente, un alianza entre el «capital y el trabajo».
Alberto Fernández
Al iniciar su discurso, antes de la conferencia de prensa, Lula manifestó un sentido agradecimiento al presidente argentino Alberto Fernández, que lo visitó en Curitiba a mediados de 2019.
«No puedo dejar de agradecer al presidente Alberto Fernández que tuvo la decencia y el coraje, cuando era candidato, de visitarme en la Policía Federal de Curitiba», enfatizó.
El ex presidente recordó que en aquella oportunidad le pidió a Fernández «que no dé entrevistas para no ser perjudicado por la derecha argentina, y él me dijo ´Lula, yo no tengo ningún problema con lo que diga la derecha, yo vine a ser solidario contigo´». Durante el año y medio de encierro en Curitiba, Lula nunca dejó de hacer política, movilizando a su militancia o reuniéndose con sus aliados. Ni dejó de llevar adelante una agenda de relaciones internacionales que convirtieron a esa sede policial en una vitrina mundial. El ex gobernante contó que Fernández fue «el primero que me llamó» luego de que el Supremo Tribunal Federal anulara este lunes las condenas de la Lava Jato.
Lula agradeció además al Papa Francisco por haberle enviado su solidaridad en los días de cautiverio y, meses después, en febrero de 2020, haberlo recibido en el Vaticano donde conversaron sobre la pobreza y la desigualdad.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/328777-lula-con-derechos-politicos-brasil-otro-pais