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Lula: el tsunami que vino para quedarse

Fuentes: Rebelión [Imagen: Lula da Silva durante su primera intervención pública tras ser anuladas las causas abiertas contra él. Créditos: Ricardo Stuckert. Fotos Públicas]

En este artículo el autor valora el futuro político de Brasil después de que Lula haya regresado para quedarse.


Nos despertamos de repente con la clara sensación de que nada volverá a ser como antes. Todos se sienten obligados a redefinirse en torno a Lula y su discurso. Algunos para reafirmar su esperanza renacida. Otros para expresar simpatía, incluso cuando expresan sus diferencias. Otros se vieron obligados a manifestar su oposición, buscando soluciones mágicas que pudieran aparecer, desesperadamente, como alternativas.

Lula siempre ha estado ahí. Pero su situación jurídica incierta hizo que se mantuviera cauteloso, sin expresar sus posiciones políticas. Otros fingieron como si estuviera fuera de juego, porque no sabrían cómo comportarse de cara a la alternativa. Tanto la derecha como otro candidato a francotirador de campo abierto, esperaban que el poder judicial les resolviera el dilema, sacando a Lula del juego.

El hecho de que repareciese Lula, con estilo, de cuerpo entero, volviendo a abordar todos los grandes temas del país y de nuestras vidas, funcionó como un tsunami del bien. Todos se sienten conmovidos, nadie puede ser inmune.

Hice una búsqueda en mi Facebook y Twitter sobre cómo se siente la gente acerca de su discurso y por abrumadora mayoría la gente sintió ¡ESPERANZA ! Casi nos estábamos acostumbrando a vivir sin esperanza. Como si el país hubiera sido condenado a ser un país sin gobierno, corroído por la miseria y la pandemia.

 Pero de repente, Lula resurgió con la naturalidad de siempre, hablándole a la mente y al corazón de todo el mundo, para que la gente vea renacer esperanza, conscientes de nuevo de que Brasil tiene un camino y que sin Lula la vida sería diferente. Con él, los brasileños son convocados una vez más a una pelea que promete nuevamente el regreso de la esperanza.

Lula abordó todos los grandes temas que aquejan a país: la pandemia, el desempleo, la democracia, la violencia, la falta de diálogo, Petrobras, la esperanza, entre muchos otros, recordando que se está en condiciones de afrontarlos y resolverlos, como ya se hizo en el pasado. Brasil había vivido mucho mejor, en paz, en solidaridad, luchando contra el más grande de sus problemas: las desigualdades.

Los brasileños se han despertado al día siguiente y se han dado cuenta de que algo ha cambiado en Brasil. Ese Lula, que siempre estuvo ahí, injustamente perseguido, preso, condenado, impedido de ganar las elecciones de 2018, está con nosotros, viviendo nuestros mismos problemas, pensando y proponiendo alternativas, dispuesto a volver a las calles, a las caravanas. Después de su intervención, Lula me llamó por teléfono para intercambiar opiniones y hablar sobre las nuevas caravanas, como las anteriores que hicimos. Ya nadie más puede fingir que Lula no existe, que no representa todo lo que representa para Brasil.

No es necesario que Lula diga si es candidato, no es necesario un procedimiento formal para lanzar su candidatura. El propio poder judicial tiene que completar el proceso de nulidad de los procesos vinculados a Sérgio Moro, pero nadie piensa o admite que Lula pueda ser nuevamente juzgado y condenado.

¡Lula es inocente! Esto llegó para quedarse, este es el primer sentido de su reaparición en el mismo sindicato metalúrgico de São Bernardo, donde inició su vida política en 1979, donde se despidió de todos nosotros, dolorosamente,  estuviéramos o no de acuerdo con su actitud, para entregarse a la policía federal y ser llevado a la prisión en Curitiba. Allí te saludamos todas las mañanas y todas las noches con Buenos días, compañero Lula. Buenas noches, compañero Lula, mientras él nos contestaba apagando y encendiendo las luces de su celda, para decirnos que nos escuchó. Allí, cuándo pude, con toda la emoción contenida, pude visitarlo, presenciar la celda, su cama, su armario, su lámpara, sus libros, su ropa, pero sobre todo su coraje, su buen humor, su esperanza. Como dijo Leonardo Boff, fue él quien nos dio la esperanza, quien nos dio el abrazo que nos la inculcó. Cuando Lula me llamó ayer, después de su discurso, me vino el mismo sentimiento, de esperanza, de llamar a la lucha, de reanudar las caravanas, hasta que pueda volver a subir por la rampa del Palacio de Planalto, como le vimos hacerlo el 1 de enero de 2003.

Esta confianza de Lula ha vuelto para llegar a todos y está aquí para quedarse. No se puede imaginar cómo sobrevivirá este querido Brasil hasta el 1 de enero de 2023. Pero se sabe que, después de mucha lucha, Lula volverá a ser presidente de Brasil, para que los brasileños puedan estar de nuevo orgullosos de ser brasileños, de tener confianza en que el país tiene camino y futuro. ¡Lula volvió para quedarse, para siempre!