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Lula, heredero del Caballero de la Esperanza

Fuentes: Rebelión [Imagen: Lula saludando a sus seguidores en la avenida Paulista tras conocerse los resultados electorales del 30 de octubre de 2022. Créditos: página web de Lula]

La República Federativa de Brasil, con una superficie de más de 8,5 millones de km², lo que equivale al 47 % del territorio de Sudamérica, es el quinto país más grande del mundo y el mayor de América Latina. Sus 215 millones de habitantes lo convierten en el séptimo país más poblado del planeta. Su economía ocupa el primer lugar en América Latina, el segundo, del continente americano, después de EEUU, y el octavo a nivel mundial. Se trata de una potencia líder de los países en vías de desarrollo.

Vale la pena recordar que en Brasil nació Luís Carlos Prestes, sobre el que Jorge Amado escribió “El Caballero de la Esperanza”, un capitán del ejército que en octubre de 1924, en la región misionera de Santo Ângelo, dirigió un contingente rebelde de 1500 hombres que recorrió trece estados de Brasil sin conocer una sola derrota en el campo de batalla, en una marcha de 25.000 kilómetros durante 2 años y 5 meses, en un intento de cambiar la realidad política y económica del Brasil. Al no estallar la revolución que proyectó, Prestes se exilió en Argentina, donde estudió marxismo con Rodolfo Ghioldi, dirigente de la Internacional Comunista.

En 1930, Prestes retornó clandestinamente a Porto Alegre, donde tuvo dos encuentros con Getúlio Vargas, al que invitó a comandar militarmente la Revolución de 1930. Vargas no apoyó a este movimiento revolucionario que, según Prestes, hubiera conducido a una sociedad socialista. En 1931, Prestes se exilió en la Unión Soviética, donde trabajó de ingeniero y profundizó sus conocimientos sobre el marxismo.

En 1935, ya en Brasil, divulgó un incendiario manifiesto en el que llamaba a derrocar a Getúlio Vargas, en aquel entonces mandatario brasileño, quien desencadenó una violenta represión contra los socialistas y los comunistas. Prestes pasó de nuevo a la clandestinidad y no se doblegó, pese a que en marzo de 1936 fue detenido, se le despojó de la graduación militar de capitán y se lo condenó a treinta años de cárcel.

A su esposa, la alemana Olga Benario, también comunista, Getúlio Vargas ordenó expulsarla del país, a pesar de su embarazo de seis meses, y entregarla a las autoridades de Alemania nazi, para que esta valiente mujer fuera asesinada en una cámara de gas del campo de exterminio de Bernburg. Su hija Anita Leocádia Prestes nació en una prisión alemana, de donde fue rescatada luego de una campaña internacional dirigida por la familia Prestes.

Pese a ello, cuando Vargas actúo contra el imperialismo norteamericano, el Partido Comunista Brasileño, PCB, del que Prestes era su Secretario General, le brindó apoyo total. Luego del derrocamiento de Vargas en 1945, Prestes fue electo senador. El PCB fue declarado ilegal en 1946, por lo que Prestes tuvo que volver a la clandestinidad. En 1951 se casó con Altamira Rodrigues Sobral, de pseudónimo María Prestes, con la que tuvo 8 hijos y convivió hasta su muerte en 1990; su vida es una muestra de lo complicada que es la política brasileña.

La semilla de Prestes ha germinado, prueba de ello es Luiz Inácio Lula da Silva, Lula, como lo llama el pueblo brasileño, un digno heredero del Caballero de la Esperanza. Lula, quien ganó la segunda vuelta de los comicios de Brasil y se ha convertido en el primer brasileño que ha sido electo tres veces presidente de la República, obtuvo el 50,9 % de los votos, frente al 49,1 % alcanzado por Bolsonaro. Su estrecha victoria refleja lo radicalmente dividido que está Brasil y lo difícil que le será gobernar. Antes, Lula fue electo presidente de Brasil en 2002 y reelecto en 2006, cargo que ocupó hasta 2010 y que abandonó con una popularidad récord del 87%; durante sus mandatos sacó a millones de brasileños de la pobreza.

En 2010, Dilma Rousseff, su sucesora, se convirtió en la primera mujer presidenta; durante su segundo mandato, fue sometida a un proceso de destitución y destituida. ¿Por qué este tipo de golpes de Estado se dan sin que ningún gobierno del llamado mundo libre reaccione? Sólo Salvador Sánchez, entonces presidente de El Salvador, ordenó el retorno de Brasilia de su embajador y tomó la decisión de no reconocer al Gobierno comandado por Michel Temer, vicepresidente a cargo del gobierno.

¿Quién era este pobre diablo que usurpó la presidencia de Brasil? La Cadena CNN lo definió así: “Le gusta a Wall Street, es un hábil negociador tras bambalinas, que parece ser del gusto de los inversionistas”. Su carrera política la inició como compañero de Adhemar Pereira de Barros, alcalde y gobernador de São Paulo, que era famoso por su eslogan electoral: “Adhemar roba pero hace”. Según Paul Craig Roberts, ex Secretario adjunto del Tesoro de EEUU: “Siempre que los latinoamericanos elijan un gobierno que los represente, Washington derribará a ese gobierno o asesinará al presidente… Los pueblos latinoamericanos continuarán siendo siervos de EEUU mientras no elijan gobiernos con tan abrumadora mayoría, que puedan enviar al exilio a las oligarquías traidoras, cerrar las embajadas norteamericanas y expulsar a todas las corporaciones estadounidenses”.

Para la destitución de Rousseff, la oligarquía brasileña usó el bodrio de la corrupción, pero realmente buscaba impedir que Lula, al que no podían derrotar en las urnas, participara en las elecciones; lo intentaron destruir y eliminar de la vida política.

Lula se refugió en el sindicato metalúrgico de Sao Bernardo do Campo, donde miles de personas se congregaron y lo apoyaron con el grito: “No te entregues, no te entregues”, pero Lula se entregó porque era inocente. “No quise cambiar mi dignidad por mi libertad”, dijo y aún se emociona al recordar: “Estuvieron 580 días acampadas frente a la sede de la Policía Federal de Curitiba, todo el santo día, me despertaba, comía y me iba a dormir con mujeres y hombres de Brasil gritando mi nombre”.

En prisión, Lula contrajo matrimonio con Rosangela da Silva, había sido condenado por corrupción a 9 años y 6 meses por el entonces juez Sergio Moro, por lo que fue inhabilitado para participar de la elección presidencial de 2018, en la que era favorito; se trató de una conspiración para impedir su triunfo. Con Lula en la cárcel, Bolsonaro logró ser presidente. La imparcialidad de Sergio Moro fue puesta en duda luego de que Bolsonaro lo nombrara ministro de Justicia de su gobierno.

Año y medio después, el Tribunal Supremo Federal de Brasil dictaminó que el ex juez Sérgio Moro actuó de forma parcial al condenar a Luiz Inácio Lula da Silva, por lo que su condena se debía anular. La misma ya había sido anulada por Edson Fachin, juez encargado de la Operación Lava Jato, la mayor operación anticorrupción de la historia de Brasil, quien consideró que Lula nunca debió ser juzgado, porque las acusaciones contra él no tenían ninguna relación con las irregularidades en Petrobras. Entonces estuvo al cargo de ese juicio el ex juez Sergio Moro, a quien se comprobó que coludió con los fiscales para encarcelar al ex presidente. Lula asegura que con sus abogados seguirán luchando para que Moro sea suspendido. “No tiene derecho de ser el mayor mentiroso de la historia de Brasil y ser considerado un héroe por aquellos que me querían culpar… Fui víctima de la mayor mentira jurídica contada en quinientos años de historia”. Luego del dictamen del Tribunal Supremo Federal de Brasil, Lula recuperó sus derechos políticos y se pudo presentar como candidato presidencial en las elecciones de 2022, que se sellaron con su tercera victoria electoral y su espectacular renacer.

Ahora Lula debe pacificar Brasil y gobernar especialmente para los más débiles y desamparados. “Queremos volver para que nadie más ose desafiar la democracia y para que el fascismo sea devuelto a la alcantarilla de la historia, de donde jamás debió salir”; también dijo que revocará muchas de las medidas de Bolsonaro, en particular, aquellas que afectan al medio ambiente, que recuperará las áreas confiscadas a los indígenas y prohibirá cualquier ocupación ilegal de la minería y la deforestación de la Amazonía.

Este 1 de enero de 2023, Lula comenzará un nuevo capítulo de una fabulosa vida, que lo llevó desde una infancia de extrema pobreza a ser uno de los más excepcionales líderes del planeta. Lastimosamente, le tocará gobernar una sociedad extremadamente fracturada, en un contexto económico y social marcado por una alta inflación y un elevado gasto público; deberá gobernar para todos, pero no le será fácil, los resultados electorales reflejan un país fracturado en dos cosmovisiones opuestas.

Lula dijo: “Gobernaré en una situación muy difícil. Tengo dos meses para montar un gobierno. Necesito escoger bien a las personas que van a participar en la democratización de nuestro país”. Su propósito, tratar de unir un Brasil polarizado, por lo que, para lograrlo, deberá recurrir a toda su experiencia política. Ardua tarea, porque el Congreso y los tres más importantes estados están controlados por una oposición intransigente, que se opone a todos sus programas sociales. Pero, como dijo Aristóteles: “La política es el arte de lo posible”.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.