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Lula o la extrema derecha

Fuentes: Rebelión [Imagen: La población de Río ya tiene la mente puesta en su Carnaval. Créditos: Fabio Rodrigues Pozzebom/Agência Brasil]

En este artículo el autor sostiene que las dos alternativas objetivamente posibles en Brasil están entre Lula y la extrema derecha, aunque reconoce que si bien ese es un desafío entre la democracia y el progreso y el autoritarismo y el incremento de las desigualdades, la percepción subjetiva de la mayoría de la población no es esa.


La extrema derecha retoma su ofensiva contra Lula con la participación activa de los medios de comunicación. Sabe que si no destruye su imagen, no tiene ninguna posibilidad de volver al gobierno.

Por eso juega todas sus cartas en insinuaciones de todo tipo, para lo cual se apoya en los medios de comunicación que diariamente se encargan de levantar críticas infundadas hacia el presidente, ya que supuestamente hizo declaraciones inapropiadas y no se pronunció sobre los temas preferidos por la derecha.

Las que serían alternativas centristas prácticamente han desaparecido. Los tucanos, que tradicionalmente habían polarizado la escena política con el PT durante varias décadas, desaparecieron como partido político, dejando solo al gobernador de un estado. La derecha se ha dejado llevar por la extrema derecha. A la izquierda del PT, el PSOL, que había surgido con la idea de que el PT estaba equivocado y que Lula fracasaría, no tuvo éxito, porque el PT no estaba equivocado y Lula no fracasaría.

Esta polarización entre la extrema derecha y el PT marca profundamente la situación política brasileña. Frente a la hegemonía de las políticas neoliberales adoptadas por el capitalismo en este período histórico, el PT propone la prioridad de las políticas sociales, el fortalecimiento del Estado y la reanudación del desarrollo económico.

Estas políticas permitieron que la economía brasileña volviera a crecer, que el nivel de empleo llegara a ser el más alto que el país haya visto jamás y que la democracia se consolidara. Sin embargo, este rescate de la economía brasileña y de la propia democracia no se traduce –al menos en algunas encuestas– en un apoyo más amplio al gobierno. Según éstos, el nivel de rechazo a Lula habría aumentado y el apoyo a la derecha estaría en un proceso de crecimiento.

La extrema derecha centra sus ataques en la política y la democracia, identificados con el PT. Se basan en las viejas, pero siempre repetidas acusaciones de corrupción contra Lula y el PT que refuerzan la idea de descalificación de la política y del Estado.

Al mismo tiempo, la extrema derecha ataca las reivindicaciones de las minorías, incluidas la del feminismo, pero también las de negros y homosexuales.

Lo sorprendente es que Lula y el PT tienen un legado de varios gobiernos que redujo las desigualdades en el país, mientras que el legado de la derecha –el de Bolsonaro– es totalmente negativo, desde todos los puntos de vista.

Lula está haciendo un buen trabajo en el gobierno, pero está perdiendo la batalla de la comunicación. Él mismo ya se dio cuenta de esto y busca una nueva política al respecto. Pero éste no es solamente el papel del funcionario encargado, es toda la relación entre el gobierno y la sociedad la que tiene que cambiar; es una disputa política y no sólo comunicacional.

Objetivamente, las alternativas para Brasil son estas: Lula o la extrema derecha. Subjetivamente, esta opción no se presenta así para la mayoría de la población. El mayor desafío político contemporáneo es llevar esta alternativa a la conciencia de la gente. ¿Lo lograremos?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.