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Lydia Cacho y la angustia social

Fuentes: Rebelión

Mencionaba Rosa Luxemburgo que «no debemos olvidar, empero, que no se hace la historia sin grandeza de espíritu, sin una elevada moral, sin gestos nobles». Gestos nobles que le han costado un periodo de amenazas, infamias. Una eleva moral que le ha permitido convertirse en el ícono de la voz inquebrantable, mujer del trabajo arduo […]

Mencionaba Rosa Luxemburgo que «no debemos olvidar, empero, que no se hace la historia sin grandeza de espíritu, sin una elevada moral, sin gestos nobles». Gestos nobles que le han costado un periodo de amenazas, infamias. Una eleva moral que le ha permitido convertirse en el ícono de la voz inquebrantable, mujer del trabajo arduo por desenmascarar a las cúpulas del poder que juegan a reyes inescrupulosos. Hoy más que nunca no debemos olvidar quién es y por qué ha realizado esa labor tan ardua Lydia Cacho.

El pasado domingo 29 de julio del presente año, la periodista, autora de libros como Memorias del Edén o Esclavas del Poder, recibió una llamada a través de un transductor de mano que decía: «ya te lo dijimos, pinche puta, no te metas con nosotros, se ve que no aprendiste con la vueltecita que te dieron. La que te va a tocar va ser en pedacitos, así te vamos a mandar a casa, en pedacitos, pendeja» [1]. Inmediatamente la periodista ultimó detalles para salir del país. Lydia Cacho, quien reside en Cancún, México, mencionó después de lo ocurrido: «en cuanto sucedió me preocupé, siempre se siente horrible escuchar algo tan grotesco» [2]. En su twitter menciona: «sólo salí mientras hacemos estrategia de seguridad. Nadie me sacará d mi hogar» [3].

A pesar de que Amnistía internacional (AI) ha hecho un llamado al gobierno de Felipe Calderón para que otorgue medidas de protección a la periodista, las cosas parecen estratificadas con un objetivo simple pero fundamental: quitar a Cacho del acontecer mexicano, puesto que el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia de México, Enrique peña Nieto, podría tomar el mandato del país y con ello habría mucha polémica sobre su actuación en lo ocurrido en Atenco, como el caso de las violaciones de mujeres por parte de policías federales [4]. Recordemos, además, que mientras Peña Nieto gobernó en el Estado de México, el nivel de feminicidios aumentó y una de las pocas personas en entablar una postura para mostrar la verdad fue Lydia Cacho. Hoy, parece que sigue existiendo ese miedo por mostrar una realidad itinerante en el acontecer mexicano. Sobre todo, cuando personalidades en el ámbito político se ven inmiscuidas como las grabaciones de Fidel Herrara y Kamel Nacif o Succar Kuri, los dos últimos acusados por Cacho por una red de corrupción, trata de blancas y pederastia [5].

¿Qué se espera de los próximos gobiernos que se dedican a una carrera abismal para proteger la corrupción estructural del gobierno mexicano y no a la sociedad civil que trabaja por convertir un país donde se pueda vivir sin temor a desaparecer?

Es preciso que el caso que aquí presentamos no se olvide ni se observe como agentes pasivos: este es un mensaje claro de que no se permitirá la disertación sobre las acciones corruptas y que no afecten a uno u otro personaje político. Necesitan el campo despejado para seguir transitando por la conformidad y el cinismo. Como menciona Denise Dresser en El país de uno: «porque en todos los casos de corrupción en el país de no pasa nada, no importa la evidencia sino la coyuntura política» [6].

Necesitamos que entablar una batalla concientizadora como nunca antes se ha realizado. Crear programas de intervención pero también de prevención sobre el maltrato de género, sobre la prostitución, sobre el bienestar colectivo que apuntaría hacia nuevas fórmulas de emancipación de gobiernos proclives a la ignorancia. Necesitamos convertirnos en muchos Lydia Cacho y crear otros tanto para transformar la ignominia en hechos concretos y veraces, donde las amenazas dejen de existir si lo que se quiere es tomar un papel de respeto entre naciones como entre en individuos. Ser ciudadanos responsables, activos, solidarios es la esencia del proceder para entablar nuevos caminos y crear las condiciones para la restructuración de nuestra sociedad. El silencio será cómplice y víctima de tantas vidas que hoy piden a gritos ahogados ayuda. ¡Cuanta razón tenía el maestro Freire!: «Decir que los hombres son personas y como personas son libres y no hacer nada para lograr concretamente que esta afirmación sea objetiva, es una farsa».

Notas:

1 http://aristeguinoticias.com/amnistia-pide-proteccion-para-lydia-cacho-por-amenazas/

2 http://www.sinembargo.mx/03-08-2012/320808

3 https://twitter.com/lydiacachosi

4 http://www.jornada.unam.mx/2012/06/09/opinion/013a1pol.

5 http://www.lydiacacho.net/audios-kamel-nacif/

⁶ Dresser, D. (2011). El país de Uno. México, D.F.: Aguilar

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.