Ereván. Valeri Ghazaryan, conocido artísticamente como Lyoka, es cantante, músico y rapero originario de la República de Artsaj (Nagorno Karabaj). Nació en Maragha en 1989 y, junto a su familia, sobrevivió a la masacre contra la población armenia perpetrada por las fuerzas azeríes el 10 de abril de 1992. Hoy vive desplazado en Ereván. Encuentra a Berria en el Parque Vardanyan, inaugurado en 2019 para celebrar los 2800 años de la capital armenia.
Su caminar delata una de las muchas heridas sufridas en las guerras impuestas por Azerbaiyán. “Mi cuerpo está hecho en gran parte de estructuras metálicas. Solo me falta un enchufe para cargar, justo al lado del corazón”, dice con una sonrisa amarga, antes de añadir: “Toda mi vida ha estado marcada por la guerra y el desplazamiento. La primera vez que mi familia fue obligada a abandonar su casa fue a principios de los años 90.”
Lyoka fue herido por primera vez cuando apenas tenía un año y medio. “Así comenzó mi experiencia con la guerra”, explica. “Una realidad que ha marcado mi forma de pensar, de comportarme y de creer. Mis canciones hablan de la guerra, de sus causas y consecuencias, pero mi mensaje siempre ha sido la vida y la necesidad de seguir adelante.”
La familia de Lyoka (son 5 hermanos) utilizaba la escritura como una manera de mantener ocupados a los niños cada vez que se encontraban en un refugio, mientras Azerbaiyán perpetraba su limpieza étnica. “A nuestra familia – recuerda el rapero – le encantaba escribir poesía y jugar para que no tuviéramos miedo y para mantenernos ocupados. Compartíamos nuestra poesía con los miembros de la familia y con los vecinos y lo convertíamos en un concurso. Siempre tuve un amor por la música. Cuando escuché por primera vez el rap, me di cuenta de que sería el medio donde podría expresar libremente mis sentimientos. Comencé a rapear alrededor de 2007–2008. En Artsaj no era muy común; la gente no lo entendía y pensaba que no era música buena Era algo nuevo. Pero poco a poco la gente empezó a escucharlo y para 2015–2016 el rap se hizo más popular.”
El conflicto moderno en la región se inició en 1988 y se prolongó hasta 1994. Entre 2008 y 2020 las tensiones fueron en aumento hasta desembocar en la segunda guerra, el 27 de septiembre de 2020. Tras la captura de Shusha, el segundo asentamiento más grande de Artsaj, se firmó un alto el fuego el 10 de noviembre de ese mismo año entre el presidente de Azerbaiyán, Ilham Alíyev, el primer ministro armenio, Nikol Pashinián (elegido en 2018), y el presidente ruso, Vladímir Putin. Turquía respaldó a Azerbaiyán tanto en ese conflicto como en el siguiente.
La tregua se rompió en mayo de 2021, cuando tropas azeríes penetraron varios kilómetros en territorio armenio, ocupando alrededor de 41 km² en Syunik y Gegharkunik. Más tarde, en diciembre de 2022, Azerbaiyán bloqueó el corredor de Lachin, único enlace entre Artsaj y Armenia, disfrazando la acción como una “protesta ambiental”. En realidad, quienes cerraron la ruta eran funcionarios y militares encubiertos. Ese bloqueo desencadenó una grave crisis humanitaria: se interrumpió la entrada de bienes esenciales y también se impidió el paso de los convoyes de la Cruz Roja y de las fuerzas de paz rusas, dejando atrapados a 120.000 residentes.
El 19 de septiembre de 2023 estallaron nuevos ataques contra Stepanakert. La ofensiva fue brutal y al día siguiente se firmó otro alto el fuego. El resultado: los 120.000 armenios de Nagorno Karabaj se vieron forzados a huir a Armenia. Un éxodo que, como recuerda Lyoka, “ha sido reconocido como crimen contra la humanidad”.
El acuerdo del 20 de septiembre de 2023 obligaba a las fuerzas de Artsaj a deponer las armas y desarmarse por completo. Poco después, se anunció la disolución de la República de Artsaj para el 1 de enero de 2024. Sin embargo, en diciembre de 2023 su presidente, Samvel Shahramanián, anuló la decisión al considerar que no existían bases legales en la legislación local para hacerlo.
Tras la cumbre celebrada en Washington en agosto de 2025 entre Armenia, Azerbaiyán y Estados Unidos, se dio a conocer el acuerdo alcanzado en marzo de ese año entre Ereván y Bakú. El documento, de 17 puntos, aún no ha sido firmado de manera definitiva: el presidente Alíyev exige que Armenia modifique su Constitución antes de rubricarlo. En paralelo, Washington anunció un acuerdo sobre el estratégico corredor de Zangezur.
Antes de la cumbre, Lyoka expresaba sus dudas: “No creo en un acuerdo de paz si significa perder Artsaj y otros territorios armenios; nos haría dependientes de otro país. Estoy en contra de la guerra y de la violencia, pero si alguien ocupa tu hogar, debes defenderlo. La dignidad importa. Si la opción es morir o protegerte, te proteges. Dentro de Armenia hay opiniones distintas: algunos apoyan al gobierno, otros se oponen para defender sus derechos.”
Uno de los trabajos más exitoso de Lyoka es Tun Tareq (Llévame a casa), una canción escrita en 2019 que habla de su hogar y del desplazamiento vivido en los años 90. Tras la guerra de 2020, el tema se convirtió para miles de personas en una especie de himno. En 2024, tras un periodo de silencio, el músico reapareció con Es der kam (Sigo vivo), un tema que refleja no solo su experiencia personal, sino la de toda una generación marcada por la pérdida y la resiliencia.
Para Lyoka, la música es una herramienta esencial para visibilizar la realidad de Artsaj y la defensa de los derechos humanos. En Ereván el músico fadiga en adaptarse. “No es mi entorno, no son mis calles, no son mis vecinos. La vida aquí es más difícil. Pero hay más oportunidades.” Gracias a esas nuevas oportunidades, Lyoka está trabajando en su nuevo álbum Kyank (Vida), título que juega con el doble sentido de la palabra en armenio: vida, pero también el acto de vivir la vida.
Tun Tareq:_ https://www.youtube.com/watch?v=QS_YErfSSIM
Es der kam: https://www.youtube.com/watch?v=35CKeRtOYJE
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