Los gobiernos de Argentina y Brasil -seguidos de Paraguay y Uruguay-confían en que se anuncie un acuerdo marco con la Unión Europea la próxima semana en Buenos Aires a pesar de la resistencia de los industriales y trabajadores mercosureños y cierta reticencia de algunos agricultores en Europa, que se niegan a permitir importaciones de carne […]
Los gobiernos de Argentina y Brasil -seguidos de Paraguay y Uruguay-confían en que se anuncie un acuerdo marco con la Unión Europea la próxima semana en Buenos Aires a pesar de la resistencia de los industriales y trabajadores mercosureños y cierta reticencia de algunos agricultores en Europa, que se niegan a permitir importaciones de carne libres de aranceles.
Aunque las negociaciones siguen en total secretismo y falta de transparencia, trascendió a la prensa que los negociadores de ambos bloques mejoraron sus ofertas en Bruselas, pero los europeos no presentaron mejoras para acceder a la carne y el etanol sudamericanos, los mayores obstáculos para un acuerdo, las que quedarán para el próximo domingo 10, en una reunión de última hora en Buenos Aires.
La propuesta de Argentina y Brasil se sustenta en una reducción de los años en los que regirán aranceles especiales sobre una variedad de bienes de origen industrial, a los que se busca proteger. Los empresarios temen que estas «canastas» de desgravación arancelaria, fijadas en ciertos casos en 10 o 15 años, podrían achicarse para contentar a los europeos, a quienes se les exige, como contraparte, ampliar los stocks para el envío de carnes, bioetanol y frutas.
La comisionada de Comercio de la UE, Cecilia Malmstrom, dijo el miércoles que las partes están cerca de un acuerdo. «Nos comprometemos a hacerlo lo más pronto posible porque ya casi estamos allí y porque hay un impulso y porque el próximo año, si se alarga demasiado, habrá campañas electorales y correremos el riesgo de perder ese impulso», dijo.
«Hay más de un 70 por ciento de posibilidades de llegar a un acuerdo», dijo un funcionario del Mercosur a la agencia Reuters, escudándose de dar su nombre «debido a la delicada etapa en la que se encuentran las negociaciones».
El presidente francés, Emmanuel Macron, dijo que Francia no tenía prisa por llegar a un acuerdo con el Mercosur, aunque el novel primer ministro francés tiene bien en claro que los beneficios que obtendrían sus empresas a cambio de casi nada o meras promesas serían en conjunto enormes ( la UE estima ahorros de 5.200 millones de dólares por la eliminación de aranceles de importación para sus ventas a nuestros países) .
De all í que los negociadores europeos hablen reiteradamente de «una ventana de oportunidad» , ya que no es común en un mundo con crecientes presiones proteccionistas un acuerdo de liberalización comercial y económica tan asimétrico entre una economía desarroll ada (la europea) y economías periféricas (las de los países del Mercosur) que ahondaría las ya fuertes desproporciones de los términos de intercambio.
El presidente argentino Mauricio Macri quiere anunciar el Tratado de Libre Comercio UE-Mercosur en el marco de la reunión de ministros de la Organización Mundial del Comercio de la próxima semana en Buenos Aires y podría firmarse a mediados de 2018, una vez que se hayan revisado todos los aspectos técnicos legales. O sea, será el anuncio de un acuerdo ya negociado secretamente en lo sustancial al cual solo le faltaría completar algunos paréntesis.
Los países del Mercosur insisten en mejorar la oferta de la UE de importaciones libres de aranceles por 70.000 toneladas anuales de carne de vaca y 600.000 toneladas de etanol por año, una cifra muy inferior a la oferta que los europeos hicieran en 2004, de 100.000 toneladas. La excusa es que -quizá por la crisis – los europeos comen menos carne hoy.
La resistencia a las importaciones de carne sudamericana proviene de países agrícolas como Francia, Irlanda y Polonia. La Asociación Irlandesa de Agricultores calificó de «tóxicas» las negociaciones comerciales con Mercosur y dijo que el mercado europeo de la carne se está sacrificando por el bien de un acuerdo con el bloque sudamericano.
«Nuestras exportaciones de carne a la UE son solo el cinco por ciento del mercado europeo. Es difícil creer que esto pueda evitar un acuerdo «, dijo Ligia Dutra, directora de relaciones internacionales del poderoso grupo de presión agrícola brasileño la CNA.
Por su parte, una veintena de productores e industriales argentinos que se encuentran en Bruselas temen que el gobierno de su país relaje los plazos para liberar importaciones o las normas de origen y advirtieron sobre las consecuencias negativas que puede tener en la industria, o por el recortado ingreso para la producción agropecuaria.
Entre los preocupados -invitados especiales del gobierno, enre los que no hay representantes, por ejemplo, de la pequeña y mediana empresa- están representantes de la mesa sectorial de las carnes, la Sociedad Rural, las cámara de exportadores (CERA) y de comercio (CAC), del Grupo de Países Productores del Sur (GPS) e industriales metalmecánicos (Adimra), del calzado y de las automotrices.
Estos mantuvieron reuniones en Bruselas con los negociadores del gobierno argentino (el secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, Horacio Reyser; el subsecretario de Comercio Exterior, Shunko Rojas, y la secretaria de Mercados Agroindustriales, Marisa Bircher), que se abstuvieron de escuchar sus reclamos e insistieron que cumplían órdenes directas del presidente Macri
Alertaron sobre cambios introducidos a la oferta del Mercosur que también podrían tocar a la posición sobre el capítulo de reglas de origen, por las cuales se impide, básicamente, que un producto importado de otra región del mundo, con un valor menor, sea «nacionalizado» y se venda como un producto local de la industria europea o sudamericana.
Los empresarios argentinos, sobre todos los industriales, temen que la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay acepten atenuar los criterios sobre qué es y qué no un producto europeo, lo que se determina por el valor agregado, por la cantidad de componentes europeos, o por el valor bruto de producción. Hoy, la mayor preocupación pasa por evitar que Europa «triangule» productos de China, India o el sudeste asiático.
Un punto no menor es que los negociadores observaron que hay intenciones de cerrar el acuerdo político-marco la semana próxima en Buenos Aires, algo por lo que el gobierno viene peleando a fin de dar una señal de apertura e integración a las más de 160 delegaciones de naciones que vendrán para la cita.
La aparente falta de acuerdos en las últimas horas , pese a las concesiones realizadas por los sudamericanos podría ser solo una táctica de negociación final. Todos están apurados aunque afirman que no lo están. Los europeos saben que su «oportunidad» es precaria ya que el año próximo están previstas elecciones en Brasil que restringirán la capacidad del impopular e cuestionado como ilegal gobierno de Temer
E l frenesí neoliberal amenaza a la producción y el trabajo en los países del Mercosur. En tanto para los presidentes de Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay su apuro sería para «demostrar que es tamos abiertos al mundo», tal vez dejando abierta la interpretación que entre la inocencia, las subordinaciones y la ridiculez, las distancias son muy estrechas.
Rubén Armendáriz, periodista y politólogo uruguayo, analista del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
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