Hay cosas que hacen del mundo un lugar «fascinante», y lo digo con toda la carga de ironía posible, porque sin duda no hacen menos que provocar un «me río por no llorar», ciertos hechos que desenmascaran la hipocresía con la que gusta vestirse al mundo actual. Quizás sea una de mis paranoias el pensar […]
Hay cosas que hacen del mundo un lugar «fascinante», y lo digo con toda la carga de ironía posible, porque sin duda no hacen menos que provocar un «me río por no llorar», ciertos hechos que desenmascaran la hipocresía con la que gusta vestirse al mundo actual.
Quizás sea una de mis paranoias el pensar que McDonald’s cambia paulatinamente su logo originario a uno verde y amarillo con la intensión de dar imagen de «ecológico»; quizás por sarcasmo «cubrir las necesidades actuales y preservar el planeta para el futuro» me parece cómico, cuando descubro que se trata del desafío que dice tener Monsanto; seguramente por desconfiada las macroempresas informativas no me resultan más que muros encargados de crear ecos, productores de «la verdad», «la realidad».
¿Una mentira repetida mil veces se transforma en verdad? No, desde luego que no. Se acepta como verdad por aquellos que se niegan a cuestionar, y ese es el tipo de sociedad que se promueve. ¿Nos negamos voluntariamente a ese cuestionamiento? Probablemente tampoco, y casi con seguridad, paulatinamente se nos acostumbra a volcarnos por lo fácil y rápido, desembocando finalmente en una especie de aceptación absoluta hacia todo lo que se nos diga. Así, a tiempo real nos enteramos del nacimiento del hijo de algún famoso, nos acostumbramos a que los fines de semana «ocurran» menos cosas en el mundo, a que en verano haya menos noticias y a que en épocas de Fiestas, toque ser solidarios (¿será para tener la consciencia tranquila? ¿Y el resto del año?). Se podría decir, que vamos a la deriva.
Se nos informa de lo que debe interesarnos en cada momento. ¿Cómo estar informados y no adoctrinados en una época en la que por verano se nos venden dietas infalibles para «estar a punto» en la playa y en invierno las delicias de un buen menú? Ser críticos, romper con la hipocresía de falsas neutralidades dependientes de grandes corporaciones, es básico para no caer en falsas necesidades ni en manipulaciones que enmascaran claros intereses. Informarnos de lo que verdaderamente nos interesa, lleva tiempo, requiere de coberturas verdaderamente amplias en temáticas, y no shows.
Quizás después de todo, nada explica mejor el papel de las grandes empresas de la «información», que aquella mano que escribió en una pared »Nos mean, y la prensa dice: llueve». Si esos son nuestros referentes, no es de extrañar que no haya parecido una cosa del otro mundo la propuesta del 2002 de cortar los árboles para evitar incendios, o que Monsanto y Blackwater hayan «estrechado» relaciones, y es que estaremos aceptando cosas aunque no las entendamos, y así jamás entenderemos nada, se habrá acabado nuestro espíritu preguntón de la infancia. Si esos son nuestros referentes y teniendo en cuenta que estamos en verano, lo que ha de llevarse nuestra atención, son las propiedades depurativas de la alcachofa, imprescindible para «estar a punto» e ir a la playa.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.