La prensa anuncia este, 1º de agosto, un acuerdo de base entre el ejecutivo y varios bandos del Congreso de Estados Unidos, sobre el asunto de alzar el techo del déficit norteamericano y de recortar gastos. Una extraña idea que autoriza a gastar más, pero gastando menos. Gastando menos en los programas sociales, se entiende; […]
La prensa anuncia este, 1º de agosto, un acuerdo de base entre el ejecutivo y varios bandos del Congreso de Estados Unidos, sobre el asunto de alzar el techo del déficit norteamericano y de recortar gastos. Una extraña idea que autoriza a gastar más, pero gastando menos. Gastando menos en los programas sociales, se entiende; no es que se quiera ahorrar en cohetes que cuestan múltiples millones o en soldados que cuestan un millón al año. Es que esos gastos garantizan la seguridad de Estados Unidos, amenazada por Afganistán, Irak, Libia, Pakistán, Somalia, Yemen y potencialmente, el resto del mundo no anglosajón.
El acuerdo tiene críticos, como el Premio Nobel de Economía Paul Krugman, quien en el New York Times nos dice hoy: «La peor cosa que se puede hacer en esta circunstancia es cortar el gasto gubernamental, porque va a deprimir más aún la economía. No haga caso a quienes invocan el cuento de la confianza y dicen que un enérgico corte del presupuesto dará confianza a empresarios y consumidores, para que gasten más. Eso no funciona así y lo confirman muchos estudios del comportamiento histórico» Argumenta Krugman que recortar el gasto mientras la economía está deprimida no ayudará con el gasto presupuestario, porque al debilitar la economía disminuyen los futuros ingresos fiscales.
Krugman tiene razón. El acuerdo se negoció a expensas de los trabajadores o de los pobres que necesitan el estado, sin pedir a los ricos el menor sacrificio para equilibrar el presupuesto, como sería aumentar los impuestos. Estimular la economía con gasto público no sólo pondría gente a trabajar sino que incrementaría el ingreso público y encogería el déficit. Haber escogido recortar el gasto durante la actual recesión paraliza el crecimiento, aumenta la desocupación y hace bajar el consumo. El argumento base del acuerdo es que la inversión pública y el endeudamiento estatal están limitando la inversión privada; pero es que igual seguirá sin haberla para la economía real. La inversión es para subir el mercado financiero.
Como antes de la crisis, nadie supervisa el mercado financiero, que es virtual, donde el dinero sigue fluyendo sin contacto con la economía real, igual o peor que antes. El gobierno sigue sin querer regresar siquiera a la Glass Steagall Act de 1993, que establecía la absoluta separación entre bancos comerciales y bancos financieros. La Reserva Federal – que es un consorcio de bancos privados- decidió inundar el mundo con dólares al transformar, en 2009, una deuda privada tóxica en deuda pública. Esos nuevos millones de millones se usaron para especular con bienes básicos en las bolsas, invertir en el mercado inmobiliario de las economías emergentes y dar grandes bonos para los altos ejecutivos; nada de eso se invirtió en activos productivos que aumenten el empleo en Estados Unidos.
En todo caso, el acuerdo sobre el techo presupuesto de los Estados Unidos no cambia nada la imposibilidad de que el país llegue alguna vez a pagar sus deudas. La deuda presupuestada anda por 16 billones (trillions) y la deuda total de obligaciones financieras gira por los 150 billones (millones de millones). Esta ultima cifra, según gráficos que circulan en Internet, expresada en billetes de $100 tendría un volumen y una altura dos veces superior a la que tuvieron las torres gemelas. En esas condiciones el dólar estadounidense no puede seguir siendo el valor de referencia y hay fuertes indicios sobre la inminencia de un colapso.
Los bonos europeos
Se ha hecho mucho ruido con los bonos de los países europeos con déficit presupuestarios grandes. Las agencias de evaluación de riesgo les ponen malas notas y eso hace subir los intereses y dificulta más aún el servicio de sus deudas. América Latina sabe algo de esa trampa. Se debe recordar que son las mismas agencias que dieron a Lehman Brothers, Fanny Mae y al resto de la banda, buenas calificaciones hasta su colapso y que hoy califican de AAA las deudas de Estados Unidos, a pesar de que sus deudas en relación al PIB son mucho más grandes que las de Grecia o Irlanda.
Gracias a las agencias calificadoras, sube el interés para los bonos de dos años de esos países. El de los bonos portugueses está por encima del 20%; el de los bonos irlandeses por encima del 23%; el de los bonos griegos en el 35%. No hay manera de que puedan ser pagados sin vender todas las empresas públicas y esa es probablemente una razón oculta para todo el ruido sobre el tema. Hacer bajar de valor el euro, para facilitar la fuga del dólar y bajar el valor de las empresas públicas para comprarlas a precio vil y hacerlas monopolios privados.
A la raíz del problema está una política de prestamos de bancos privados para controlar la inflación, una tendencia ligada al pleno empleo. Jacques Rueff propuso – en 1958- usar la política monetaria para frenar el aumento de precios y se aceptó desde entonces. Esa práctica es desfavorable para los gobiernos porque obliga a pedir prestado a los bancos privados, pagando intereses de mercado, para mantener el nivel de las reservas. Una práctica parecida al papel de la Reserva Federal en Estados Unidos. Se convierte el gasto público en un canal que lleva dinero a los bancos y sus accionistas. Es una situación que suele deteriorarse porque es difícil que los países logren un equilibrio entre el interés del Estado y el de los banqueros.
Ese tipo de problema es bien conocido en el Tercer Mundo y una solución la dio Argentina. Los acreedores deben compartir el costo de sus equivocaciones con los deudores. Menem y Cavallo, siguiendo recetas del FMI, ataron el peso al dólar y endeudaron el país hasta lo impagable. La economía al final colapsó y echaron a tres presidentes en dos meses. Llegó Nestor Kirchner, dejó flotar el peso y anunció a los bancos acreedores que entraría en cesación de pagos si no reducían la deuda. Al final la deuda fue reestructurada y reducida entre 25 y 35%, según los casos. Argentina pago su deuda al FMI y abandonó sus recetas.
Una solución de ese tipo, sería que Grecia abandone el euro, vuelva al dracma y renegocie. Los deudores griegos son mayormente bancos que deben a bancos extranjeros, principalmente alemanes, franceses, ingleses y americanos. Cada vez es más claro que los bancos controlan los gobiernos de las democracias y los políticos no los dejarán perder ni siquiera los intereses. Los gobiernos europeos harán malabarismos, crearán un Fondo Monetario Europeo, endeudarán a los pueblos de Europa, pero se pagará a los bancos. Por ahora.
Indicios de una nueva crisis
El año 2011, ya muestra signos de que sigue el desorden en los medios financieros y se presiente una crisis muy próxima y más grande, porque los países ya no tienen recursos públicos para re-inflar la burbuja de los valores en que invirtieron los bancos.
En 2008 la primera señal fue la caída de las acciones de los bancos. En 2011, de nuevo los bancos «muy grandes para caer» dan indicios de estar en dificultades. Las acciones del Bank of America bajaron 27% durante este año. Las de Goldman Sachs y Morgan Stanley bajaron a niveles de hace dos años. American Express, Citicorp, JP Morgan y Travelers también han visto bajar sus acciones , al igual que en Europa el Unicredit y Commerzbank . Wells Fargo está en grandes dificultades. El oro ya pasó la barrera de los $1600 la onza.
Otro mal signo son los despidos masivos. El año pasado los bancos repartieron bonos millonarios entre sus ejecutivos, para recompensar sus éxitos y efectividad. Es inexplicable que unos bancos salvados de la quiebra con una eyección de un billón y medio (millón y 1/2 de millones), al año siguiente repartieran los premios más elevados otorgados nunca. Luego, unos meses después, Barclays Capital, Goldman Sachs, Bank of America, PMorgan Chase, Morgan Stanley y bancos europeos como LLoyds, UBS y Credit Suisse realizan despidos masivos porque las ganancias andan flojas .
Las agencias de evaluación de riesgo hablan de rebajar la nota de algunos bancos. Moody’s ya dijo públicamente que subirá el riesgo en las deudas del Bank of America, Citigroup y Wells Fargo. Ya se dice abiertamente que el mal manejo financiero, la fragilidad de la economía de Estados Unidos y un US dólar que pierde valor (25% en un año, con el franco suizo) hay que usar otras referencias de valor internacional. Lo han dicho los Presidentes de UNASUR, que se ven estafados en sus reservas. Lo dice Vladimir Putin, quien calificó la economía de Estados Unidos de «parásita» que vive por encima de sus medios gracias al monopolio del dólar.
El gasto militar de los Estados Unidos
Nadie niega que Estados Unidos tiene la supremacía militar y nadie lo amenaza militarmente. Por eso es paradójico que mientras recorta su presupuesto social mantenga un presupuesto militar mayor que el del resto del mundo combinado. Para 2010, el presupuesto militar oficial fue de $500 millardos; con otros $130 millardos para la «Guerra al Terrorismo»; 33 millardos para otros gastos, sin incluir seguridad doméstica, inteligencia militar o el mantenimiento del arsenal nuclear. Con tanto secreto, es probable que nadie conozca el presupuesto total, pero debe aproximarse al billón (US trillion).
Gran parte se gasta sólo para enriquecer el complejo militar industrial del que advirtió el Presidente Einsenhower. Mucho dinero para barcos, aviones, cohetes, tanques y nuevas armas electrónicas. Un dinero que sería más reproductivo en las áreas sociales como salud y educación que serán las principales víctimas del recorte de 2,1 billones. Veamos los precios de algunos de esos juguetes, digamos mejor, los precios que se cree conocer.
Portaviones USS George H.W. Bush (CVN-77)
Este portaviones lo bautizó el Presidente Bush II para honrar a su papá, Presidente Bush I. Es el último portaviones de la clase Nimitz de la US Navy. Lo construyó Northrop Grumman con un costo de 6,2 millardos. Tiene 300 metros de largo, navega a 30 nudos y cuenta con dos motores nucleares que le dan una autonomía ilimitada. Como no es de utilidad contra las guerrillas de Afganistán o Irak, se apolilla en Virginia.
Northrop Grumman B-2 Spirit
Es un bombardero no detectable por el radar, conocido también como Stealth Bomber. Sirve para llevar bombas convencionales o atómicas. De este avión existen 21 ejemplares. El costo total del B2 es de $2 millardos. Fue usado contra Serbia en Kosovo, contra Irak, contra Afganistán y ahora contra Libia, según la BBC.
Lockheed Martin F-35 Lightning II
The F-35 se utiliza para ataques contra objetivos terrestres, marítimos y aéreos, es supersónico, tiene un cañón Gatling de 4 tubos y usa 8 tipos de misiles. Cada F-35 cuesta $122 millones y Estados Unidos a encargado 2000, por un total de 323 millardos. Con esa venta la Lockhead Martin capturó el mayor contrato militar de la historia.
Boeing EA-18G Growler
El Growler es un caza para guerra electrónica basado en portaviones. Su objetivo es disturbar radares, comunicaciones y fuentes de energía emitiendo radiaciones electromagnéticas. Es un avión nuevo que comenzó a operar en 2009. El costo de cada unidad es de 67 millones.
Grumman E-2D Advanced Hawkeye
El E-2D tiene un sistema de radar y comunicaciones que triplica el alcance de sus antecesores.
Su primer vuelo fue en 2007 y cuesta $232 millones. Se comenzó a entregar a la US Navy en 2010.
Expeditionary Fighting Vehicle
Es un tanque anfibio con capacidad para desembarcar una escuadra de infantes de marina con todo su equipo. Lo fabrica la General Dynamics y cada unidad cuesta $22 millones. El programa de producción es por 15 millardos y será completado en 2015.
Mientras acepte el dólar como moneda internacional el mundo financia todo ese armamento. Su posesión incita al ataque militar contra pequeños países, aunque luego no los puedan controlar. El futuro económico probable hace preguntarse si luego habrá el dinero para el mantenimiento de tanto fierro.
Otros malos indicios
Fuera del desorden del sector financiero, hay otros signos que anuncian que se sigue en recesión y que los billones de «estimulo» no han cambiado nada, fuera de volver a inflar valores de bolsa.
Desocupación
La cifra oficial de desempleados en Estados Unidos es de 14 millones, que se acerca al 10%, pero si se mide con las reglas que hubo hasta la administración Clinton, el desempleo real está entorno al 22%. La pérdida o la amenaza de perder sus hogares ha hecho regresar al trabajo a muchas personas y eso aumenta la oferta laboral mientras la demanda se reduce. Hay cinco millones que llevan más de un año desocupados, pero esa cifra no incluye a los que dejaron de registrarse porque se agotaron sus pensiones de desempleo. Aquellos que ya no reciben ayuda pesan sobre los ingresos de sus allegados y recortan su capacidad de consumo. Un informe reciente del UBS pronostica que en Estados Unidos los gobiernos federal y estatal despedirán 450.000 empleados entre este año y 2012.
Inflación
A medida que se hunde el valor del dólar, suben los precios en Estados Unidos, algo lógico en una economía netamente importadora. La inflación erosiona el poder adquisitivo de ahorros y pensiones y angustia al consumidor. Este año la tendencia inflacionaria se ha hecho evidente. La ropa de verano, que es la más barata, subió 20% y es plausible que suba mas que eso la ropa de otoño. Los alimentos han subido y este año se paga más por carne, verduras, cereales y azúcar.
Precio de combustibles
Cada vez que sube el precio del petróleo suben el precio de los combustibles, cuando luego baja el petróleo, el precio del combustible al público se queda casi igual, hasta la próxima subida. En la última especulación llegó a los $140 dólares el barril y luego bajo a $50. Esta vez hay estabilidad: el petróleo subió por encima de los $100 el barril y se ha quedado allí. Como el petróleo se cotiza en dólares y el dólar cayó 36% en un año, en realidad ha subido mucho sólo para los presupuestos basado en dólares.
Ventas de automotores
Después de una inyección de unos $30 millardos, la industria automotriz resucitó, aunque sólo para los trabajadores que no fueron despedidos. Durante el 2010 las ventas crecieron y la General Motors y la Chrysler salieron de la quiebra. Desde mayo 2011 las ventas de las tres marcas norteamericanas han bajado 1%. Esto puede atribuirse al aumento del precio del combustible, combinado con una disminución de la capacidad de consumo. Una mala señal de la economía para la estabilidad de sus trabajadores.
Déficit público en Estados Unidos
No es plausible que una economía que crece sólo un 2% vaya a mejorar la relación entre el PIB y un déficit federal que crece. Tampoco el recien aprobado recorte presupuestario de 4,1 billones (US trillions) en 10 años reduzca el déficit, porque el crecimiento del gasto público previsto para 2021 es mucho mayor que el recorte. La mayoría de los Estados tiene ya un déficit presupuestario que en el caso de California y New York son masivos y laboralmente conflictivos; eso sube los intereses que deben pagar por sus deudas. Es notoria la represión violenta de manifestantes en Madison, Wisconsin, que protestaban porque el gobernador rebajó beneficios laborales adquiridos y despidió gente para cubrir un déficit de 140 millones; hubo quien señaló que ese ahorro podía haberse hecho retirando 140 soldados de Afganistán.
Conclusiones
Los Estados Unidos siguen gastando en un área poco reproductiva como la militar y recortan gasto en sectores productivos como salud y educación, mientras siguen en recesión. Con tales errores, la importancia económica internacional del dólar y del país disminuye. Hay claras señales de otro desastre inminente en el área financiera, pero sigue aplicándose la política dictada por Wall Street a Estados Unidos y Europa. Desde 2007 es evidente que el problema de las finanzas virtuales afecta la actividad económica mundial y la situación no es peor porque gigantes como Brasil, Rusia, India y China siguen creciendo y la mayoría de los países trabajan en la economía real: esa que trabaja y que produce bienes tangibles que se venden y consumen. La que alimenta al 99,9% del mundo, a los que no son banqueros ni psicópatas elegidos.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.