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Malestar militante

Fuentes: Rebelión

Ir a una concentración sin apenas asistencia. Estar con otras 2000 o 3000 personas en una plaza emblemática, siendo miradas con rareza por la gente que pasa a su alrededor; 2000 ó 3000 personas que gritarán sus consignas y se retirarán a casa, o que harán un pulso y cortarán las calles haciéndose oír de […]

Ir a una concentración sin apenas asistencia. Estar con otras 2000 o 3000 personas en una plaza emblemática, siendo miradas con rareza por la gente que pasa a su alrededor; 2000 ó 3000 personas que gritarán sus consignas y se retirarán a casa, o que harán un pulso y cortarán las calles haciéndose oír de un punto a otro del centro de su ciudad. Pero, sea como sea, 2000 ó 3000 personas que sólo serán noticia si alguien acaba detenid@ o con la cabeza abierta.

Hacer un acto en tu barrio (un cine-fórum, una mesa redonda, una charla) a la que no van ni tus colegas no militantes, y en el que ves las mismas caras de siempre. Otra autocrítica y otro darle vueltas a la cabeza para ver cómo captar la atención de la gente. Otra resignación tras años que dice «no voy a maquillar mis discursos, la gente ya es mayorcita y sabe lo que se hace, si no vienen peor para ellos». Preguntarte si esas palabras no tendrán, tristemente, más razón de la que quisiéramos.

Ver que, salvo en movimientos estudiantiles, la media de edad supera con creces la tuya. ¿Dónde está mi generación? ¿Dónde está la juventud de este país?

Discutir, discutir prácticamente con todo lo que te rodea.

Debates internos. Asambleas sin fuerza, las mismas caras en todas partes, grupos que se disuelven, ¿participar en un partido o no?, ¿ir a las manis de CCOO, no ir o ir en bloque crítico?, ¿qué hacer con IU?, ¿y con el Frente Cívico?, ¿y con el 25-S?, ¿tomar el congreso o no?, ¿qué pasa con el 15-M?, ¿dónde está el 15-M?, ¿son compañer@s de lucha realmente todos los grupos que marchan juntos en una manifestación? ¿Resistencia pasiva o activa?

Debates teóricos. ¿Participar en las instituciones o no? ¿Reforma o revolución? ¿Los autores clásicos o los nuevos movimientos? ¿Son incompatibles? ¿Partido o movimiento social? ¿Un cambio desde arriba o desde abajo? ¿Hace falta un líder o no? ¿Puede hacerse un cambio político y social sin la toma de las instituciones? o, al contrario, ¿puede hacerse un cambio político y social una vez has entrado en la lógica del poder? ¿Puede un proyecto revolucionario perdurar en el tiempo y resistir ataques con una metodología asamblearia? ¿Puede un proyecto revolucionario no pervertirse ni reproducir otra jerarquía si no usa la disciplina y mano dura necesaria para perpetuarse como estructura? ¿Hay algún ejemplo a seguir? ¿A dónde miramos: a las colectividades anarquistas, a la URSS, a Cuba, a Venezuela… a Finlandia? ¿O acaso el mayor miedo es que no haya ningún ejemplo real de cambio a gran escala? ¿Qué es socialismo y qué no? Y, más importante aún, ¿qué es capitalismo y qué no?

Debates históricos. El PCE y la CNT en la Guerra Civil. El Ejército Rojo y Kronstadt. Lenin y Luxemburgo. Stalin y Trotsky. Stalin y Tito. Mao y los rusos. Hungría. Molotov-Ribbentrop. El «socialismo real». El muro.

Debates viscerales. La bandera, los toros, la iglesia, el nacionalismo. La ideología religiosa. La ideología secular. El fanatismo, el dogmatismo, el pragmatismo, el «noterminodetenerloclaro-ismo». ¿Todo el mundo está tan convencido de lo que dice? ¿Soy el único que duda?

Debates absurdos. Contra la masa políticamente analfabeta, individualista, sin ganas de entender cualquier postura que no sea la suya. Contra gente completamente ajena a todas las sutilezas, dilemas, corrientes y debates de la izquierda, y que se cree capaz de tumbar tus argumentos diciendo «el comunismo es dictadura» o «la anarquía es imposible» o «entonces nadie trabajaría» o cualquier otra joya del intelecto. Contra gente que repite dogmas liberales y titulares de ABC como si fuesen leyes de la física (y ni las leyes de la física se pronuncian con tanta seguridad). Contra el progrerío que, en su afán de corrección política, no es más que la versión «light» del enemigo.

Debates, por suerte, sazonados entre conversaciones con compañer@s, con gente que sabe menos pero quiere aprender, o con gente que sabe más y tiene la paciencia que tú deberías.

Luchar por algo concreto, «pequeño» pero imprescindible: un desahucio, un ERE, una industria cancerígena en tu barrio, los CIES, un presidente mafioso. Luchar por algo abstracto, inabarcable pero imprescindible: la libertad, la justicia social, la emancipación de los pueblos.

Una contradicción. Y otra. Y otra. La inevitable incompatibilidad entre los hábitos de vida y consumo en que nos educaron y la conciencia que nos guía; la esquizofrenia al ver que todo, absolutamente todo, a tu alrededor está manchado de sangre o es insostenible. Y otra contradicción, y otra y otra. Pero la resolución de estas contradicciones es el motor del progreso. O eso dicen.

Una carga policial. La rabia, los nervios, la sobreexcitación y, en cierto modo, el orgullo de haber resistido. La cotidianeidad. Ya ves a gente de fiesta o de compras paseando tranquilamente entre antidisturbios armados con escopetas. El aumento de la represión y las detenciones. La gente que cree que es mentira, que no pasa. La gente que sabe que pasa y por eso no sale. La gente que sabe que pasa y, directamente, le da igual o lo aprueba.

Ver furgones de la UIP yendo a Moratalaz y preguntarte quién irá dentro… O si algún día irás tú.

La esperanza de que, a medida que la crisis profundice, los movimientos sociales y políticos se fortalecerán; esperanza que cada vez parece más ilusa. ¿Hará falta un estallido? Y el próximo estallido… ¿será con el espíritu de la Acampada Sol o habrá un cambio en las reglas del juego?

Predicar en el desierto. ¡Moveos, hostia! ¡Moveos! Da igual con qué palabras lo expliques, cuántas razones des, cuán jodida esté la gente. Evidentemente, much@s despiertan o se levantan (especialmente cuando les toca directamente), pero la inmensa mayoría… ¿dónde está?

L@s iluminad@s… L@s de fuera, aportándote las soluciones mágicas: «haced un partido»; «deberíais uniros todos los grupos de izquierda»; «lo que hace falta es que la gente se levante y tome el congreso». ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Jamás se nos habría ocurrido! ¡Si formamos un partido, exijo que vuestro brillante análisis político encabece nuestra lista!

Y l@s de dentro… teorías conspiratorias, fórmulas mágicas, poseedor@s de la verdad absoluta, místic@s… «Voy a hacer la revolución con mis 30 colegas y si las masas no se unen, en vez de analizar por qué, me dedicaré a patalear y a decir que Grecia y Turquía molan más.»

Ser ecologista, decrecentista, ver cómo se cierne el pico del petróleo y el fin de la sociedad industrial… tener datos más que sólidos, y que ni tus compañer@s de viaje de las izquierdas se crean lo que estás diciendo. La ideología industrial, desarrollista, que ha cortado nuestro cordón con la naturaleza y ha hecho a todo el mundo pensar que podíamos vivir sin ella.

¿Son posibles los cambios inmediatos que necesita el planeta en una estructura social que sólo puede hacer cambios a esa velocidad mediante el despotismo? ¿Cómo construir otra estructura horizontal desde abajo antes de que el planeta llegue a sus límites y quiebre el capitalismo global tal y como lo conocemos?

Un grupo de consumo, una red de huertos urbanos o ecológicos, otra cooperativa integral, un pueblo en transición… otra moneda social cambiando el mundo desde la base.

Un círculo que se estrecha. La crisis, o te toca, o va cercándote. La represión, lo mismo.

Y, al mismo tiempo, seguir porque sabes que no puedes hacer otra cosa. Porque cuando entiendes ciertas cosas, no hay marcha atrás. Y porque la dinámica del capital, su crisis y su agotamiento de recursos no va a desaparecer porque yo dejé de pensar en ella.

Y, al mismo tiempo, tener la conciencia tranquila, un sentido de vida, otra escala de valores.

Frente a nosotr@s, la maquinaría de acumulación, explotación y división social más eficiente de la historia; el individualismo; los discursos reaccionarios y emocionales; la mayor bajeza, ignorancia y crueldad del género humano.

A nuestro lado, la Historia y su evidencia; el instinto de vida; toda la potencialidad constructiva del ser humano; el planeta y la razón de sus recursos limitados.

Y, mientras tanto, mover ficha, esperar, mover ficha, esperar, mover ficha… esperar… esperar… esperar… a que algo pase.

Artículo elaborado por el grupo de opinión «El Faro Crítico«.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.