Se remueve el Parlamento pensando acerca de si SÍ o si NO a las 28 palabras que constituyen la abdicación del Rey y la proclamación del príncipe como nuevo monarca. Proclamación y no coronación ya que éste es un término que desprende un tufillo rancio a evitar si se pretende mantener la ciudadanía a raya. […]
Se remueve el Parlamento pensando acerca de si SÍ o si NO a las 28 palabras que constituyen la abdicación del Rey y la proclamación del príncipe como nuevo monarca. Proclamación y no coronación ya que éste es un término que desprende un tufillo rancio a evitar si se pretende mantener la ciudadanía a raya. Decir «No» es el Rey que se queda, decir «Sí» es el nuevo Rey que viene y también se queda.
¿Y nosotros? Desgañitándonos contra la pared que bien protegen las fuerzas de seguridad. Me recuerda, a pesar de la imposibilidad temporal de que tal recuerdo sea, a la proclamacion como rey del propio Juan Carlos: o lo aceptas y sigue el fascismo (lo juró) o no lo aceptas y sigue el fascismo; la diferencia evidente es que por aquel entonces ni siquiera se podía imaginar una consulta popular, era empezar a nacer la idea y responder una bala cruzándote el cráneo. Ahora vivimos en democracia, es distinto…
Uno de mis primeros recuerdos es acompañar a mis padres, mirar alrededor una escuela desconocida, «la fiesta de la democracia», salir a tomarnos una cocacola en el mesón y jugar con mi hermana en el parque. Ellos votaban y yo después bebía cocacola: democracia y consumismo felizmente saltando juntos a la comba. Ahora siguen con el mismo fondo: que todo cambie para que nada se altere. El Rey, cascado físicamente y aterrado, abdica justo ahora imponiendo los tiempos a los ciudadanos, a la ilusionada ciudadanía que ha demostrado su capacidad de empoderamiento en las últimas elecciones y la valentía aletargada durante décadas. Don Juan Carlos no quiere tener que hacer las maletas como le ocurrió a su abuelo, así que prefiere irse por la puerta de atrás y pasarle el fardo al hijo. No puede siquiera consentirse imaginar una España con la mayoría de municipalidades republicanas.
Además, al blindar el proceso como han hecho, consiguen calmar los ladridos reaccionarios (también aterrados) y buscan posicionar a una parte de su «vasallaje» a favor: creen que queremos relevo generacional, y sí, en parte es cierto, pero hacen oídos sordos a la coherencia: dicen que ya elegimos en su momento, así que están validando un proceso llevado a término bajo un régimen dictatorial, jurando al mismo su existencia permanente. «Al pasar la barca, nos dijo el barquero, los ricos simpáticos, no pagan dinero…»
¿No es acaso valorar en positivo la dictadura permitir que algo impuesto durante su existencia siga inalterado e inalterable? Pocos años después: ¡padre Juan Carlos, madre Transición y tío metrosexual neoliberal!, todo volvió a cambiar, todo menos lo esencial, tan sólo cambiaron el imaginario franquista por el consumista: en vez de ensalzar España, bebieron cocacola, especularon un ratito y votaron un color o el contrario. La Casta tiene miedo a la democracia real, prefieren la Real, pactada en los palacios, porque siguen la didáctica de Estado como padre que protege y guía a sus hijos, pobres humanos inestables llenos de pecado (amén), que no se desperdiguen o nos quemarán las máquinas cuando queramos romperles un espacio de convivencia de 17 años. Todo para el pueblo sin el pueblo.
Tampoco se pueden tolerar los espacios urbanos no mercantilizados: sí se encuentran por la calle es para destinar su dinero a cualquier cosa, porque para eso existen, esa es la única finalidad del vasallo: enriquecer las arcas de oligarcas. Sin embargo, un rumor que llega de lejos va siendo marejada, aliñada por helicópteros que controlan como buitres el momento justo de dar la orden de carga. Del rumor -cada vez más cerca- se identifican unas palabras: mañana …… será ……. libe,libe,libertad …….. españa mañana …….. unidad y solidaridad ….. será republicana ….
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.