La masacre que viene realizando el sionismo en Gaza, Palestina, ha revivido como nunca antes la solidaridad del pueblo peruano con la causa del heroico pueblo palestino. Dos manifestaciones de activistas del movimiento socialista peruano en su conjunto, cientos de correos electrónicos llevando las imágenes del horror y los poemas de Mahmoud Darwish, terminaron por […]
La masacre que viene realizando el sionismo en Gaza, Palestina, ha revivido como nunca antes la solidaridad del pueblo peruano con la causa del heroico pueblo palestino.
Dos manifestaciones de activistas del movimiento socialista peruano en su conjunto, cientos de correos electrónicos llevando las imágenes del horror y los poemas de Mahmoud Darwish, terminaron por arrastrar a la conservadora colonia palestina en Lima, en fraterna unión de cristianos y musulmanes por una sola causa; pero por curioso que parezca reinició un debate sobre el conflicto palestino-israelí en el movimiento socialista peruano. ¿Acaso podía discutirse el derecho del pueblo judío a tener un Estado?. ¿Podía discutirse su derecho a regresar a «sus territorios»?, y saltó a la palestra la reconocida amistad de José Carlos Mariátegui, el guía de la Revolución Socialista en el Perú, con personalidades de vinculación judía, y hasta se le invocó para justificar este «derecho del pueblo judío». En fin de cuentas este debate forma parte del redescubrimiento del pensamiento real de José Carlos Mariátegui.
Efectivamente, José Carlos Mariátegui tiene tres artículos escritos sobre la temática del conflicto Palestino-Israelí, hoy tan palpitante, que son : «El semitismo y el antisemitismo«, 1925, «La misión de Israel«, mayo de 1929 y «El problema de Palestina«, Agosto de 1929.
Pese a que algunas de sus expresiones como «el pueblo judío que yo amo, ·…. y la existencia de varios personajes de «ascendencia judía» en su entorno, como Bernardo Regman, Waldo Frank, Samuel Glusberg, Miguel Adler, José Lerner, Noemí Millstein y Jacobo Hurwitz, etc., podrían indicarnos inducirnos a error respecto a la posición de Mariátegui respecto al sionismo y el Estado de Israel, sus manifestaciones señalan claramente su posición contra el sionismo, en contra de la creación del denominado Estado de Israel, y más aún, en contra de su instalación en Palestina.
Así frente al sionismo dirá que «Muchos judíos miran con desconfianza este movimiento, controlado y dirigido por la política imperialista de Inglaterra«, que «La Gran Bretaña considera al sionismo como una empresa de su política imperialista«, y que el sionismo «Trataba de oponer a los innumerables nacionalismos occidentales y orientales una nacionalismo judío, inexistente antes de la crisis post-bélica«. Esto último es clave en su pensamiento puesto que, esparcidos por el mundo, fusionados e incorporados en diferentes nacionalidades, principalmente europeas, quienes (mayoritariamente por razones de religión judaica y no de sangre hebrea) se consideraban judíos, EL NACIONALISMO JUDIO NO EXISTÍA ANTES DEL FINAL DE LA PRIMERA GUERRA IMPERIALISTA DE 1914-1918.
Respecto a la posible creación del Estado de Israel (este se creará mas tarde, en mayo de 1948), dirá que los judíos prescinden, entre otros, del hecho «Que los árabes defienden no sólo su derecho al suelo sino también la independencia de Arabia y de Mesopotamia y en general del mundo musulmán, atacado por el imperialismo británico«, añadiendo que las «poblaciones judías inasimilables«, que según los sionistas encontrarían allí un hogar nacional «representan una minoría del pueblo de Israel. La mayoría, incorporada plenamente en la civilización occidental, no la desertaría, no la abandonaría seguramente para marchar, de nuevo, a la conquista de la Tierra Prometida» («El semitismo y el antisemitismo», en «La escena contemporánea», Págs.225, 227, 229,230). Añadiendo que «las burguesías nacionales, la británica en primer lugar, querrían reducir a los judíos a una nación, a un Estado» tomando esta como un «nuevo ghetto«, el que no podía menos que ser Palestina, que conforme a Mariátegui «tendría el prestigio sentimental de la tierra de origen«, para los judíos. Es decir para Mariátegui la creación de un Estado de Israel donde albergar a los judíos implicaba nada mas y nada menos que construir un gran ghetto.
Frente a esto, Mariátegui señala que «La construcción de un Estado judío, aunque no pesase sobre él el protectorado abierto u oculto de ningún Imperio, no puede constituir la ambición de Israel hoy, que su realidad no es nacional sino supranacional«, entendiendo «Internacionalismo igual Supranacionalismo» y precisando que el Internacionalismo no es la negación del nacionalismo sino su superación su negación dialéctica, precisa que «El patriotismo judío no puede ya resolverse en nacionalismo. Y al decir no puede, no me refiero a un deber, sino a una imposibilidad«, pues «el peligro de la tentación sionista no existe sino para un parte de los judíos. La mayor parte de los judíos no es dueña de elegir su destino: unos están comprometidos a firme en la empresa del capitalismo; otros están empeñados a fondo en la empresa de la revolución«.
Respecto a su posible instalación en Palestina manifiesta que «Palestina no representa sino el pasado de Israel. No representa siquiera su tradición, porque desde el principio de su ostracismo, esto es desde hace muchos siglos, la tradición de Israel, la cultura de Israel no puede renegar a la cristiandad ni renunciar a Occidente, para clausurarse hoscamente en su solar nativo y en su historia pre-cristiana«, añadiendo que «El judaísmo ganó al perder su suelo, el derecho a hacer su patria de Europa y América. En Asia, después de los siglos de ostracismo creador, el judío es hoy más extranjero que en esos continentes, si en ellos se puede decir que lo sea» («La misión de Israel» en Figuras y aspectos de la vida mundial, tomo III, Págs. 32, 33, 34,35 y 36).
Mariategui tiene claro que la instauración del Estado de Israel en Palestina tiene origen en la política imperialista británica y de Estados Unidos y el sionismo (así lo señala en «El semitismo y el antisemitismo«), y ante el rechazo del pueblo árabe frente a las colonias judías establecidas en Palestina, señala que se trata, a su criterio, de «un territorio históricamente suyo pero del que largos siglos de ostracismo habían cancelado sus títulos materiales de propiedad«, teniendo claro que «La organización oficial sionista, aunque incondicionalmente enfeudada a la política británica, -conducta que la ha hecho perder toda influencia sobre las grandes masas judías-, se ha visto obligada a formular reivindicaciones que demuestran lo artificial de la construcción del hogar nacional israelita» («El problema de Palestina», en Figuras y aspectos de la vida mundial, tomo III, Pág.63).
No tienen ningún fundamento pues quienes afirman que Mariátegui habría manifestado su acuerdo con la instauración del Estado de Israel en Palestina.
Aparece también que Mariategui usaba las expresiones «pueblo judío» y «pueblo de Israel» o «Israel» como sinónimos. Que compartiendo la concepción de la época, llamaba «judíos» a quienes profesaban el judaísmo o a quienes descendían de ellos y no quienes realmente tuvieran sangre hebrea, los cuales eran una absoluta minoría. Que sus simpatías con los judíos se basaban en su rechazo al antisemitismo fuertemente difundido en Europa desde antes de la II Guerra Mundial, y que en la época que él escribía no se conocía la historia de esa zona del Medio Oriente como ahora.
Corresponde precisar que la tierra que hoy dominan los israelíes se llamaba originalmente el país de Canaán, más tarde Palestina, y se hallaba habitada por pueblos arábigos mucho antes del nacimiento de Abraham, es decir 4 mil años antes de Cristo (como reconoce el estudioso judío americano Moshe Menuhin, en su obra «El desmoronamiento del pueblo judío«). Resulta pues cuestionable que la tierra palestina le perteneciese originalmente a los antepasados de los actuales israelíes.
Corresponde también precisar, que los que hoy gobiernan el denominado Estado de Israel no «volvieron a Palestina«, pues no son descendientes de los judíos dispersos por Nabucodonosor (167 años antes de Cristo) y más tarde por el general romano Tito, tras la destrucción de Jerusalén (70 años después de Cristo), sino los denominados ashkenazim (alemanes, rusos, polacos, etc), descendientes de tribus jazares originarias de Europa, convertidas al judaísmo en el curso del Siglo VII de era cristiana, y sin ningún vínculo sanguíneo o territorial con Palestina.
Resulta obvio que por su forma de pensar, por ser un socialista y un marxista revolucionario, Mariátegui estaría el día de hoy junto a la clase obrera y el pueblo palestinos luchando por su liberación nacional frente al sionismo genocida y al imperialismo yanqui, hasta la victoria de la Revolución Socialista en esa amada tierra.
Gustavo Pérez Hinojosa
Miembro de la Cátedra Ernesto «Che» Guevara – Perú