Consternación y pavor son apenas dos de tantas palabras que pueden definir este momento, luego del cobarde asesinato de la concejala municipal Marielle Franco (Partido Socialismo y Libertad) y Anderson Gomes, que conducía el automóvil por la calle de los Inválidos, Lapa, al regreso de un evento político abierto al público. El Brasil no es […]
El Brasil no es un país, no es una sociedad, no es una república con algún atisbo de democracia. Es un quintal donde la carne negra sigue siendo la más barata del mercado, como siempre, en cuanto expoliación total de los hombres, mujeres, naturaleza, que precisa aumentar su espacio de reproducción.
El crimen hediondo no cabe en los discursos políticos dominantes. Se trata de la crónica, en capítulo más ilustre, del pan nuestro de cada día, amasado por ladrones de saco y corbata y mafias de todo tipo que comandan el paso de nuestra vida.
Hasta intentan mostrar respeto e indignación. Pero es nítido que no «sienten la cosa», no se retuercen de dolor por dentro. No hay manifestaciones constantes de indignación y preocupación, como podemos ver en los ridículos debates sobre la crisis económica que siquiera alcanza en este aspecto. Ridículos porque defienden la pauta que profundizará la misma tragedia sangrienta que son obligados a cubrir para protegerse.
Ridículos debates también sobre la intervención federal con el Ejército. Gastaron más tiempo discutiendo si deberíamos llamarla de «intervención federal» o «intervención militar». Aquel niño con la mochila revisada por un soldado no mereció el mismo tiempo. Gente blanca «de bien», repita. Repita «de bien» mil veces, todo el día.
Están abatidos. Pero momentáneamente, es claro, porque hacer eso con una concejala es de hecho impactante para esos parvos que cierran los ojos a los intereses inescrupulosos de quien toma las decisiones que, ellos mismos, exigen para «resolver la crisis». Matar a la negrada en las favelas es parte del juego, ¿pero una electa de nuestra fiesta democrática? Cae mal, vamos a mostrar indignación.
Queda patente que las instituciones oficiales no tienen ninguna pretensión de promover la justicia y nuestro bienestar. Sólo podemos jugar si aceptamos todas las reglas que los dueños de todo y sus compinches, inclusive armados, permiten.
Si aceptamos el robo y el escarnio, todo bien, viva la democracia. Si quisiéramos obstaculizar la transferencia de nuestras jubilaciones hacia la burguesía financiera, golpes en la cara, inclusive de mujeres y viejos, como se vio ayer en la Cámara Municipal paulista , que votaba el puro y simple asalto de la vejez de trabajadores por sus amados financiadores de carrera política, los propios sacerdotes del dios-mercado. Uno de ellos, el más fundamentalista, después de engañar a la ciudad por un año y tres meses, ahora quiere saltar de gobernador del estado más rico del país. «Locomotora» rumbo al abismo. Habrá carnicería después.
Por eso mismo, de nada sirve la estupefacción y hasta el luto por parte de quien defiende que seamos robados día y noche, mintiendo, omitiendo y fraudando debates fundamentales de forma absolutamente incansable.
La cuenta es simple. Si usted quiere dejar a los habitantes de la Maré o de Jardim São Luiz sin renta, pues los lucros de una supercasta precisan eternizar su ascenso, incluso sin producir un empleo, la sangre correrá más y más. Sea porque los expoliados salgan a tomar aquello que no les dan, sea porque algún canalla de ocasión inventará un enemigo interno a ser combatido, «sin el peligro de una nueva Comisión de la Verdad».
Es eso. Río de Janeiro está quebrado después de una década de negociados de los famosos hombres blancos liberales, bañados en esa espuma mediática que monopoliza la palabra y la opinión, tan pretensiosa del bienestar de la economía, esa pasión platónica por la cual nutren.
Fueron más de 100 billones de exoneraciones fiscales pros Eikes (1) que de nuestra vida extrajeron. ¿Dónde está ahora? ¿Dónde está Eduardo Paes (2), que tanto despreció las opiniones contrarias a la mercantilización total de la ciudad?
Un Estado y una sociedad quebrados sólo pueden ser portera abierta a la criminalidad total. Tanto hace si fueron las milicias (3), la Policía Militar o fracciones del narcotráfico. Al fin de cuentas están todos desesperados por el mismo botín y el mismo beneficio material que nos estimula desde la infancia.
Donde hasta los funcionarios públicos quedan sin salario y los hombres blancos liberales sugieren cerrar universidades para «economizar gastos» (esos inmundos llaman a la inversión en educación de «gasto»), al lado de la eterna tara de militarizar los bastiones del apartheid tan arduamente erguidos por ellos: sólo resta el saqueo, el pillaje, la lucha armada con propósitos anti-humanos.
Como nos dijo la propia Marielle hace pocos días, es este Estado, de los hombres blancos liberales, que «niega a sus agentes el derecho a una política de seguridad mejor». (4) Tan bueno así, las evasiones fiscales y las cuentas en offshores sólo engordan en estos tiempos de crisis. El tráfico, un negocio infalible.
Que en el relato inclusive empleado por el Estado, para dopar y despolitizar incesantemente, para bombardearnos, que se mate todo el día, cada vez más, es una excelente noticia para la escoria ilustrada.
Quieren darnos un país decente, hallan bonito atribuir la falencia generalizada a los derechos humanos, laborales, sociales. Solo podemos nadar en piscinas de sangre cada vez más hondas.
Viene ahora una farsa electoral y la imbecilidad promete ser como nunca. No hay empleo, ingreso, derechos, seguridad, pero van a jurar de pies juntos que el problema es la mujer que aborta, protestar, vivir de igual para el igual. O el gay que quiere la luz del día. O los negros que pretenden graduarse, como lo consiguió Marielle. O el cuida-autos que se quiere jubilar.
Además, los hombres blancos liberales acaban de aprobar un reajuste salarial para los policías en San Pablo. Optimo, pasan a ganar el doble por hora de trabajo en relación a los «izquierdistas que adoctrinan a los niños en la escuela pública». Escuela pública donde los proxenetas nunca pusieron un pie, pero quieren cerrar. «Ahorrar recursos en la crisis», dicen los más desvergonzados.
Incansables del mantenimiento de la segregación que tiene cara de color, esos hombres blancos liberales, ahora mismo, discuten como «medida» contra el asesinato de Marielle, el fin del atenuante jurídico en crímenes al pasar, y/o el aumento de las penas para crímenes de emboscada y otras bobadas indignantes.
No hay ninguna salida racional para el pequeño Brasil. Borrar todo y comenzar de nuevo como mínimo. Y eso jamás podrá ser hecho por medio de un pacto civilizado. Ellos matan a los millares que necesiten matar para mantener el privilegio y el robo legalizados. Perdieron la vergüenza hasta de defender el neo-esclavismo. Ayer mismo un hombre casado con ex mujer de un concejal miliciano (5) fue asesinado en la zona oeste carioca, frente al hijo de 5 años. No hay descanso.
Anteayer, para quien no entiende tamaña ligazón de las tragedias de este metafísico denominado mercado, el líder comunitario, Paulo Sergio Almeida, también fue asesinado. ¿La razón? Tal vez denunciar los crímenes ambientales de la minera noruega Hydro, que a pesar de rapiñar el pobrísimo estado nordestino de Pará, no consigue evitar que los desechos de su fortuna invadan los ríos de donde los que sólo ven progreso sacan alguna sobrevida. El ejemplar capitalismo escandinavo…
Seamos prácticos, si un Estado canalla como este admite 60 mil homicidios por año es porque la tragedia es por demás irreversible. Se puede comprobar con el número de cuerpos que llega al Instituto Médico Legal (IML) (6)
Como si fuera poco, ahora tenemos que leer del gobernador-expoliador de Río de Janeiro, Luiz Fernando Pezão (PMDB) decir que lo lamenta mucho y va a investigar. Como si ellos no fueran responsables de la diaria espiral de tragedia en los muros de nuestro maldito apartheid, que simplemente se renueva en esas instituciones. Como si ellos mismos, como nos dijera Marielle, no hubiesen «subastado el Estado».
Hablando de instituciones tan puras, todavía estamos obligados a lidiar con la «movilización nacional» (así la llama patéticamente, un cierto monopolio mediático) de magistrados que ganan 30 o 50 mil reales por mes, reclamando un subsidio-vivienda de miles de reales más, aunque residan en la ciudad donde despachan su inutilidad social. Pero claro, cualquier funcionario público jubilado con derecho a 3 mil reales mensuales «hace mal a la economía».
Nada nuevo. El gran quintal sólo sabe exportar materia prima y siempre fue así, por más que hayan vendido mayores cantidades a través de propinas y achaques, mientras matan a las Marielles del campo y de la ciudad a cada instante.
Una insurrección generalizada, que paralice el país y su sagrada economía el tiempo que fuera necesario, es la única salida digna. Pero todo deberá seguir como está.
Gabriel Brito es periodista y editor de Correio da Cidadania.
Notas de Correspondencia de Prensa
1) Se refiere a Eike Batista, un empresario que fue presentado por el lulismo como «El Brasil que da cierto». Durante los gobiernos del PT ganó sumas millonarias desde estadios de futbol, a usinas hidro-eléctricas. Era el líder del consorcio que administraba el nuevo estadio de Maracaná, antes de su quiebra. Es un símbolo de la estafa progresista. Brito alude a «Eikes» como sinónimo de una lumpenburguesía.
2) Ex alcalde de Río de Janeiro, del PMDB, inició las «modernas» y represivas «políticas de seguridad». Está involucrado en diversos escándalos de corrupción y fue apoyado por el PT, aun siendo un político de derecha y oportunista.
3) Las milicias existen en algunas capitales de Brasil, principalmente en Rio de Janeiro. Son bandas criminales que se asemejan a grupos paramilitares. En barrios, comunidades y favelas, donde la acción del Estado no llega y el narcotráfico domina la vida diaria, las milicias surgen como una «alternativa» y toman el control. Trafican armas y en teoría se oponen a las drogas, cobran un «impuesto» por servicios de seguridad, de telecomunicación etc.. Los habitantes de esas zonas no tienen derecho a elegir si quieren o no el «servicio ofrecido». Tienen que aceptar o los expulsan o directamente los matan. Varios periodistas han sido asesinados por estas milicias.
4) Ver entrevista en Correio da Cidadania, 24-2-2018:(http://www.correiocidadania.com.br/72-artigos/imagens-rolantes/13126-intervencao-federal-no-rio-reflexo-do-leilao-do-estado-e-ausencia-de-investimento-nos-profissionais-da-seguranca-publica)
5) Consejal miliciano, refiere a estar involucrado en trama de intereses de las milicias, de la cual participan políticos, empresarios y policías.
6) El IML es donde se llevan los cuerpos de gente muerta por violencia. También donde se hacen los exámenes del «cuerpo delito», o sea, exámenes que contribuyen con procesos legales, que constituyen «prueba» de crímenes, violaciones, etc. Por ser Brasil un país de extrema violencia, el IML se convirtió un emblema de tragedia social y de tragedia de los más pobres.
Traducción: Ernesto Herrera, para Correspondencia de Prensa.
Fuente (de la traducción): https://correspondenciadeprensa.wordpress.com/2018/03/21/brasil-marielle-franco-y-el-pais-que-nunca-fue/
Fuente (del original): http://www.correiocidadania.com.br/34-artigos/manchete/13160-marielle-franco-e-o-pais-que-nunca-foi