Defender la Revolución Cubana. Hay cosas imperdonables, y lo que menos se perdonan los nuevos españoles -europeos ahora en su propia homologación, simples rastacueros según la mía- es haberse convertido de Saulo en Paulo, y constatar que sigue habiendo quienes se niegan a hacerlo. Y para colmo, la juventud los lee como los leyeron sus […]
Defender la Revolución Cubana. Hay cosas imperdonables, y lo que menos se perdonan los nuevos españoles -europeos ahora en su propia homologación, simples rastacueros según la mía- es haberse convertido de Saulo en Paulo, y constatar que sigue habiendo quienes se niegan a hacerlo. Y para colmo, la juventud los lee como los leyeron sus padres e incluso sus abuelos. Entonces, se lo cobran en forma de ninguneo y, en el caso de Benedetti, saña.
Con saña, porque, ¿cómo ningunear una carrera literaria de sesenta años?
Fue en 1945 cuando Benedetti publicó su primer libro de poemas, La víspera indeleble , pero el volumen jamás se ha vuelto a editar y parecería mejor datar el comienzo de esa carrera en 1948, cuando aparece su primera obra ensayística, Peripecia y novela, a la que sigue en 1949 su primer libro de cuentos, Esta mañana. Diez años más tarde, otro volumen de cuentos, Montevideanos, significa su consagración. Y en 1960, con La tregua, Benedetti se da a conocer -¡y de qué modo!- más allá de las fronteras de su país: esta novela breve alcanzó más de cien ediciones, siendo traducida a 19 idiomas, y adaptada al cine, el teatro, la radio y la Tv. [La película perdió en 1974 el Oscar al mejor filme extranjero, contra un Fellini: Amarcord].
Cómo ningunear más de una larga docena de volúmenes de cuentos, muchos de ellos antológicos; varios dramas; una decena de novelas (donde además de La tregua sobresalen con brillo propio Gracias por el fuego, La borra del café y El cumpleaños de Juan Ángel); los centones de sus artículos de prensa y numerosos ensayos, como El país de la cola de paja, perfectamente autónomos y orgánicos, y aún muy válidos, con títulos que son toda una declaración de principios: Cultura entre dos fuegos, Subdesarrollo y letras de osadía, La cultura, ese blanco móvil; y en fin, last but not least, una casi inacabable lista de libros de poesía, con hitos tales como Poemas de la oficina, Viento del exilio, El olvido está lleno de memoria y este Testigo de uno mismo que se publica ahora en Montevideo, a qué seguir…
A título anecdótico: cómo será la popularidad de Benedetti entre el público lector, que en Madrid había una call girl, Sandra, anunciándose con un endecasílabo suyo: «Mi táctica es quedarme en tu recuerdo».
Ricardo Bada es escritor español.