Traducción de Susana Merino.
Las primeras noticias no podían ser más alentadoras: «Mario Vargas Llosa gana el premio Nobel de Literatura». Hace bien saber que un escritor latinoamericano recibe un reconocimiento mundial, casi digo un consenso, un consenso mundial. Ël no es uno de aquellos ilustrísimos desconocidos sobre los que cuando recibimos la noticia de que ha ganado el Nobel preguntamos ¿quién es?
Mario Vargas Llosa forma parte, junto a la estrella máxima Gabriel García Márquez, Cortázar, Carlos Fuentes y otros a quienes la prisa del texto evoca en memoria flash, el boom de la óptima literatura latinoamericana de los años 70. Viva. Y por eso continuamos leyendo la noticia porque el momento del Nobel es la única oportunidad en que la literatura gana espacio en los diarios brasileños.
«El escritor peruano Mario Vargas Llosa es el ganador del premio Nobel de Literatura 2010, anunció hoy en su sede de Estocolmo la academia sueca. Un premio por el que recibirá 10 millones de coronas suecas (1,5 millones de U$S).
El comité informó en un comunicado que Llosa ha recibido este premio «por su concepción de las estructuras del poder y sus vigorosas imágenes sobre la resistencia, la revuelta y la derrota individual»
Nacido en 1936, el novelista y ensayista es considerado como uno de los más importantes nombres de la literatura en lengua española. Su tema central es la lucha por la libertad en su país. Entre sus principales obras pueden citarse » La Casa Verde», «Lituma en los andes» y » La ciudad y los perros»- En 1981 Llosa publicó «La guerra del Fin del Mundo», sobre la Guerra de Canudos, obra que dedicó al escritor brasileño Euclides da Cunha, autor de «Os sertöes».
Bueno, aquí paramos. La justificación de la elección, realizada por el jurado sueco es muy ingeniosa: «Cartografía de las estructuras de poder»…»Imágenes vigorosas sobre la resistencia». Después no sabemos si por reproducción del comunicado de Estocolmo, la noticia agrega que «su tema central es la lucha por la libertad en su país» y que «La guerra del fin del mundo» es una de sus principales obras. Vamos a ver mejor, veamos:
Por lo menos «La guerra del fin del mundo» es un portentoso fracaso, un libro defectuoso, indigno de cualquier creador un poco por encima del promedio. A pesar de que Nélida Piñón afirma, con aquella antigua costumbre de las buenas maneras y de la diplomacia de los nobles que llegaron a la academia que «La Guerra del fin del mundo» es la mejor novela del peruano «que hace un relevamiento detallado del levantamiento realista de los campesinos nordestinos liderados por Antonio Conselheiro duramente reprimido por las fuerzas republicanas» etc… ese libro no se sostiene en varios aspectos:
a) Por la creación de sus personajes – y observen que uno de ellos es nada más y nada menos que Antonio Conselheiro.
b) Por la abismal desproporción entre la dimensión humana/política de Canudos y el folleto logrado.
c) Por la degradación de Euclides da Cunha, ese intelectual de honestidad absoluta que solo llega al gran público en recreaciones vergonzosas.
Y si quieren un argumento de una autoridad, aquí está lo que declaró Wainice Nogueira Galvan, una de las mayores estudiosas del legado de Euclides da Cunha:
«No creo que haya sido un homenaje a Euclides da Cunha. Vargas Llosa tomó «Os Sertoes», una obra de arte, un monumento, algo complejísimo y lo transformó en un best-seller, quitándole toda la complejidad, transformándola en algo banal y vendió toneladas. Lo imperdonable es que lo haya puesto a Euclides como personaje de su libro, como un periodista miope que pierde los ojos en la guerra, eso ya es demasiado!. Es fácil realizar un análisis sicoanalítico, creo que él tenía tanta envidia de «Os Sertoes» que empequeñeció al autor volviéndolo simbólicamente en un miope sin ojos.
Pero hay que continuar con la búsqueda de noticias, Mario Vargas Llosa es más que «Os sertoes», disculpen quiero decir más que «La guerra del fin del mundo» Y a continuación leemos:
«El peruano Vargas Llosa es un intelectual comprometido»…¿Cómo? Hum…
«Mario Vargas Llosa, el escritor peruano que ganó el premio Nobel de Literatura 2010, cooperó en la difusión y el prestigio de la literatura latinoamericana de la década del 60. Fascinó a los lectores con una serie de best-sellers internacionales en las últimas cuatro décadas lo que no le impidió involucrarse en la política de su país.
De origen izquierdista, se convirtió gradualmente en un conservador, lo que se puso de manifiesto en sus artículos políticos y en su fracasada candidatura a presidente de Perú en 1990″ Ah…
Lo primero que nos enseña la experiencia es que si se lee un texto en que aparece la palabra «izquierdista», se trata de un insulto. Es como que se trata de un desarrollo involutivo del izquierdismo. En esos textos «izquierda» es una palabra muerta porque, a priori, quién pasa por ella es «izquierdista». La frase antes citada no podría ser más clara: viniendo de una posición política nada seria, marginal, se transformó con el tiempo en un conservador, al punto de escribir influyentes artículos políticos. Por supuesto las personas y hasta los escritores evolucionan. Cuando dejan de ser izquierdistas, mejoran mucho más y mejor, deberían decir.
Lo diabólico es que la historia, la propia historia de la vida literaria y personal de Mario Vargas Llosa desmiente tal mejora. Los jóvenes de todo el mundo leyeron y leen hasta hoy con placer «La ciudad y los perros», un libro acorde con la vieja convicción del autor. Una rápida búsqueda en la web nos ayuda a recordar:
«Novela que reveló el talento de Mario Vargas Llosa a comienzo de los años 60. «La Ciudad y los perros» es considerado un clásico de la literatura latinoamericana.
El libro relata una experiencia traumática en un colegio militar. Se cuenta en ellas la historia de todos los jóvenes residentes llegados de todos los puntos del Perú, la mayoría de procedencia humilde. Todos ellos llegan con problemas familiares e inseguridades y asimismo son obligados a sobrevivir en un ambiente brutal y hostil en donde casi nunca prevalece la justicia y los superiores ni siquiera saben qué ocurre en los cuarteles. Pero lejos de la vista de los oficiales los alumnos hacen cosas que aquellos ni imaginan, se emborrachan, juegan a las cartas y pelean entre sí. Los más viejos humillan a los novatos y crean un círculo vicioso de dominación y de crueldad. En medio de ese contexto algunos muchachos deciden reunirse y formar un grupo para impedir la amenaza de los veteranos: el Círculo»
Luego, todavía en la etapa izquierdista, llegó La Casa verde (1966), Conversaciones en la Catedral (1969), Pantaleón y las Visitadoras (1973) La Tía Julia y el Escribidor (1977)… También en 1971 había suscripto una petición con críticas a Fidel Castro, todavía en ese tiempo estaba en el campo de la izquierda como diríamos hoy en día. Se trataba de un manifiesto que exigía socialismo con libertad y respeto a las diferencias. En 1981 se produjo el desastre literario de «La guerra del fin del mundo» que coincide con la nueva etapa de hombre juicioso, sensato y bien plantado contra izquierdismos e izquierdistas. Por lo tanto estaba escrito: un fracaso.
Entiéndase por favor, para evitar un reduccionismo empobrecedor y superficial. Las opiniones y la práctica política de un escritor no le garantizan calidad literaria. Desde un punto de vista simple y fáctico, se podrían mencionar muchos escritores con opiniones reaccionarias, pero señores de una obra fecunda. Balzac sería el más elocuente. Pero para no alejarnos demasiado podemos recordar a Machado de Assis que no siendo propiamente un hombre reaccionario, jamás se pronunció en el cuerpo a cuerpo del enfrentamiento, como fueron los casos de Lima Barreto y Graciliano Ramos. Por otro lado (¿o del mismo lado?) las opiniones y la práctica izquierdista no garantizan la calidad de ningún escritor ni artista. Lo que importa, siempre, es el punto de vista logrado, la rebelión contra el puto mundo a través de personas/personajes.
La coincidencia de Vargas Llosa entre sus prácticas políticas que llegaron hasta la candidatura a la presidencia del Perú por un partido de derecha y la producción de un libro que sería un homenaje a Euclides da Cunha, por ejemplo, alcanza una ontología si se me permite intentar disfrazarla con una palabra difícil, o dicho de otra manera, el escritor decae cuando agota su fuego íntimo, creador, para dar lugar al escritor exitoso aceptado por el gran mundo, pequeño mundo. Hoy en día, Mario Vargas Llosa es más un personaje político que critica en entrevistas siempre bienvenidas por los medios a Fidel Castro, Hugo Chávez y Lula que el escritor del maravilloso boom que explotó en Barcelona.
Gabriel García Márquez en una de sus brillantes declaraciones, tan excelentes como las frases de sus novelas, dijo en setiembre de 1981 que él era más peligroso como escritor que como político». Magnífico para decir lo mínimo. No se puede decir lo mismo de Mario Vargas Llosa en este año de gracia de su Nobel.
Fuente: http://www.vermelho.org.br/noticia.php?id_secao=11&id_noticia=138878
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