Marta Harnecker se define como una pedagoga política identificada plenamente con la construcción de una nueva izquierda latinoamericana. Por eso, cuando habla del actual proceso político ecuatoriano habla de «nosotros» y observa muy preocupada las tensiones entre los diferentes sectores de la izquierda. En Quito, durante la presentación de su más reciente libro «Ecuador: una […]
Marta Harnecker se define como una pedagoga política identificada plenamente con la construcción de una nueva izquierda latinoamericana. Por eso, cuando habla del actual proceso político ecuatoriano habla de «nosotros» y observa muy preocupada las tensiones entre los diferentes sectores de la izquierda.
En Quito, durante la presentación de su más reciente libro «Ecuador: una nueva izquierda en busca de la vida en plenitud» se mostró especialmente conmovida entorno a las profundas diferencias entre el gobierno y el movimiento indígena. La exposición de Harnecker acabó, súbitamente al borde las lágrimas, con una invocación a deponer las diferencias, «unámonos porque el proyecto es mucho más importante que todo», exhortó con voz entrecortada.
Previamente, la autora de origen chileno, había rememorado la experiencia que le tocó vivir en su país natal. Desde su punto de vista, en la experiencia chilena con Allende «perdimos no solo porque hubo un golpe militar», sino porque se rompió la gran base popular. Hubo «una estrategia del enemigo y una incapacidad nuestra, de la izquierda, de no entender que estos procesos solo van adelante si tenemos un amplio apoyo popular». Es más, considera que sin un quiebre de la base popular el golpe no se hubiera producido.
En el caso ecuatoriano Harnecker observa un debilitamiento del proceso especialmente con motivo de la consulta popular que enfrentó a las izquierdas entre sí con posturas casi irreconciliables. Pero la intelectual, que se considera optimista y utópica, pensaba que después del referéndum vendría el momento para la recomposición. Sin embargo, hasta el momento no se ve una rearticulación de la izquierda ecuatoriana.
En ese sentido la activista política guarda esperanzas que su libro, especialmente el capítulo Gobierno y Movimientos Sociales, ayude a la reconciliación porque ha tratado de recoger distintas opiniones sobre esa relación. En el mencionado capítulo se pueden apreciar «las críticas que se hacen desde los movimientos al gobierno, las críticas del propio Alberto Acosta que estaba dolido por el asunto de la Constituyente, y los errores del movimiento indígena», explica la autora.
Harnecker señala que en estos enfrentamientos generalmente construyen estereotipos de un supuesto enemigo, pero analizando los diferentes puntos de vista de los actores nos damos cuenta que hay más puntos de coincidencia que divergencia, pero muchas veces «no somos capaces de oír al otro».
La investigadora chilena remarca que todo proceso de transición es largo y difícil, «porque no estamos transitando al poder como en las revoluciones pasadas con todo el aparato del Estado. Ahora los poderes fácticos están ahí, los poderes económicos, los poderes mediáticos, etc. Poco a poco vamos conquistando espacios de institucionalidad pero tenemos estos grandes poderes que se oponen. Por ello, la fortaleza de nuestros gobiernos debe ser la organización popular, es la gente que construye la nueva sociedad. No puede ser el Estado el que construya el socialismo. Por eso apostamos y creemos en la organización popular»