Esta conversación, con carácter exclusivo para La Jornada Semanal , tuvo lugar el 15 de septiembre de 2006 en la casa del Dr. Hermann Heidegger, en Attental, cerca de Friburgo de Brisgovia.
-En diversas ocasiones usted ha recordado la sentencia de su padre, Martin Heidegger, de acuerdo con la cual la gente debería atenerse a su pensar y no a su vida privada. Sin embargo, la vida de Heidegger es cuestionada desde diversos ámbitos. En este contexto, es pertinente un diálogo con alguien que convivió de cerca con M. Heidegger. Ahora bien, en el 2005, su sobrina Gertrud Heidegger, editó y publicó las cartas de M. Heidegger a Elfride Heidegger, madre de usted. 1 El contenido de las cartas trae a la luz novedades de la vida de su padre. Entre ellas está el hecho de que Hannah Arendt fue una de tantas relaciones amorosas que Heidegger sostuvo. Asimismo, en el epílogo al libro usted confiesa que no es hijo biológico de M. Heidegger. ¿Qué posición tiene usted respecto a esta publicación?
-Después de una larga confrontación con mi sobrina, llegamos al acuerdo de que yo tendría acceso a las pruebas de impresión. Cuando me hizo llegar el primer tercio que contenía una selección de cartas, que llegaban hasta el año 1920, me sorprendió ver que Gertrud había añadido comentarios entre las cartas. Por ejemplo, había uno que decía lo siguiente: «El matrimonio entre Elfride y Martin estaba en crisis.» Pero esto no se deduce de la carta inmediatamente anterior, en la que M. Heidegger hace mención explícita del amigo de juventud de mi madre, el médico Friedel Caesar: «que Friedel te ama, eso ya lo sabía yo desde hace mucho tiempo.» Mediante los trabajos de corrección de las mismas cartas que yo ya había llevado a cabo entre los años 2000 y 2003, tenía conocimiento de una carta posterior, de 1956, en donde mi padre, Martin Heidegger, justifica sus relaciones extramaritales al escribir: «En aquella época acepté cuando me contaste lo de Hermann.» Sólo a partir de esta última carta podría interpretarse si hay o no tal «crisis» que mi sobrina supone. Para evitar especulaciones de lo ocurrido, le pedí a Gertrud que por lo menos escribiera una nota en donde indicara claramente que Hermann Heidegger es el hijo biológico de este amigo juvenil de Elfride, Friedel Caesar. Eso se deduce de estas cartas y me lo dijo mi madre cuando yo tenía catorce años de edad. 2
Arriba, Martin el padre, a la derecha Hermann el hijo Ilustración de Víctor Garrido |
-Pero en el libro no hay tal nota.
-No. Cuando yo lo propuse, mi sobrina no aceptó; sin embargo, posteriormente sugirió que yo escribiera un epílogo al libro. Después de consultarlo con mi esposa, mis hijos y con familiares de las amantes de mi padre, consideramos que lo mejor era hacer el epílogo y dejar aparecer un libro que no tenía mi consentimiento, ni en la selección ni en general. Finalmente así es la vida. Con este libro salieron a la luz relaciones amorosas de M. Heidegger, hasta el momento no públicas. Sin embargo, el sensacionalismo editorial del otoño de 2005 ya ha pasado, y los investigadores serios continúan ocupándose del pensar de M. Heidegger.
-En los albores del siglo XXI se puede valorar con mayor precisión el papel que ha jugado M. Heidegger en la historia de la filosofía. Al ver la extensión de su Obra integral [Gesamtausgabe] , que abarcará 102 volúmenes, uno se pregunta si Heidegger tenía tiempo para su familia o para amigos. ¿Cómo conciliaba su padre el trabajo con la vida en familia?
-De ninguna forma puedo quejarme de M. Heidegger como padre. Para mí siempre fue realmente un padre y yo tuve una relación de confianza extremadamente buena con él. En mi niñez la vida fue así: él trabajaba tremendamente y mi madre se ocupaba de que hubiera tranquilidad en la casa y no hubiese ruido, por ello no podíamos invitar a otros niños a la casa ni gritar en el jardín, para no distraerlo de su trabajo. En la secundaria tuve algunas dificultades con latín y griego, por ello, después de la cena, subía a su estudio y él me aclaraba algunas cosas de griego y latín que mis maestros no hacían tan bien; de cualquier forma, cuando mi padre me ayudaba, yo finalmente entendía. También se interesaba por lo que hacíamos, por nuestras excursiones con los niños exploradores y posteriormente por nuestra actividad en las «juventudes del Führer«. Además era muy deportista, de modo que íbamos juntos a esquiar o a remar. Esos son realmente hermosos recuerdos de los momentos que pasé con mi padre.
-Desde hace décadas, tanto la vida de Martin Heidegger como su filosofía han sido relacionadas con la religión en diversos sentidos. ¿Qué diría usted de la actitud de Heidegger respecto a la religión? ¿Era él un hombre religioso?
-Sí, ciertamente él era un hombre religioso, en primer lugar a partir de su origen y formación, y evidentemente influido en su juventud y como estudiante universitario. Pero el rompimiento ocurrió relativamente pronto, cuando él tomó su propio camino de pensar. La dificultad en aquel momento consistía en que no podía dar esto a conocer, pues de lo contrario hubiese perdido las becas y apoyos de la iglesia católica, y también hubiese decepcionado a sus padres, que eran muy piadosos. Ya el hecho de haber contraído matrimonio con una mujer evangélica había sido una catástrofe para los padres. En la boda católica, en la catedral de Friburgo, no estaban presentes más que la pareja y los testigos, ningún padre o madre de alguno de los dos. Cinco días después contrajeron matrimonio evangélico en Wiesbaden.
-¿Y cómo percibió usted la relación de su padre respecto a la iglesia católica?
-La pareja decidió bautizar a los niños en la Iglesia evangélica y por ello mi padre fue excomulgado de la Iglesia católica, pero él siguió pagando sus impuestos eclesiásticos hasta su muerte. Cuando él estaba en Meßkirch de visita con sus parientes, asistía a la iglesia católica; sabía que para ellos eso era importante y no quería desilusionarlos. Abiertamente él nunca habló mal de la Iglesia católica, sino que se separó de ella introspectivamente. Pero el arzobispo Gröber, a quien siempre respetó, siguió siendo su amigo paternal. También aquí, en la universidad, tuvo estrechas relaciones amistosas con teólogos; él siempre dialogaba con ellos, porque entre los teólogos católicos había quien tenía la disposición de aprovechar la riqueza del pensar de Heidegger.
-En las biografías y conversaciones publicadas se habla de diversas crisis de Martin Heidegger. Como detonantes son nombrados especialmente el rompimiento con la teología, la discusión con Nietzsche y la prohibición docente. La interpretación llega a tal grado, que se afirma el hecho de que Heidegger pensó en el suicidio. Como ejemplo de tal interpretación cito a continuación un texto que Otto Pöggeler, publicó en 2002: «Desde 1937-38 Heidegger vio más detalladamente que Nietzsche mismo no había experimentado la profundidad del movimiento del nihilismo. Esa no fue una tesis para la discusión en una filosofía académica, sino también un saldar cuentas con los propios caminos errados, tanto religiosos como políticos. De ese modo, Heidegger cayó en una crisis (como una vez al dejar el estudio de la teología o más tarde en el proceso de desnazificación), en la cual cayó enfermo en casa, incluso buscó la muerte.»
-Cuando yo leí eso, inmediatamente le dije: «Sr. Pöggeler, por favor deje usted esas afirmaciones, no es verdad.» Pero en la celebración del septuagésimo aniversario del Cardenal Lehman, en Maguncia (2006), Pöggeler dio una conferencia y nuevamente repitió la tesis de que Martin Heidegger, a finales de los años treinta, expresó su deseo de quitarse la vida. En la sesión de preguntas me levanté y aseguré que eso era falso. En esos años estaba yo por concluir el bachillerato, es decir, vivía todavía en la casa de mis padres. Por entonces, lamentablemente debo decirlo, mi padre tenía relaciones amorosas, pero ninguna idea de suicidio. Lo que es cierto es que en la discusión con Nietzsche mi padre llevó a cabo un trabajo intelectual muy duro, lo cual le exigió mucho esfuerzo y le trajo nuevamente problemas cardíacos a finales de los años treinta. Eso es cierto, pero de suicidio ni hablar, todo, menos eso.
-Frecuentemente se menciona también una crisis de Heidegger a lo largo del proceso de desnazificación en 1946. ¿Qué ocurrió ahí en realidad?
-De lo que no se habla, y ahora lo veo claramente, es que también en esos momentos las amantes jugaron un papel importante en la vida de M. Heidegger. Y el matrimonio con Elfride nuevamente estaba en crisis. En aquella época, mi madre habló con él de manera muy determinante y clara, para que él diera por terminada finalmente una relación. Ese fue el detonante para el colapso, como unos le llaman, o altercado, como le llaman otros.
-¿Qué tanto sabía usted de las relaciones de su padre?
-Yo conocí a una parte de las mujeres. Mi padre siempre me dijo: «La gente debe dedicarse a mi pensar, la vida privada no tiene nada que hacer en lo público.» Eso me lo dijo y yo me mantuve en ello. Por supuesto que percibí con tribulación y preocupación por mi madre lo que ocurría, de algunas cosas me he enterado recientemente. Por ejemplo, un día tocó el timbre una mujer y me dijo: «El tema Heidegger para mí ya está cerrado. Aquí tiene las cartas.» Yo no sabía quién era esa mujer, pero recibí una gran cantidad de cartas de mi padre dirigidas a ella. Las envié al archivo Marbach y están clausuradas hasta el año 2046. Yo creo que en grandes personajes como Goethe, Picasso, Wagner, Benn, Mann siempre hay tales cosas, quizás pertenece simplemente a la vida, o precisamente en esos casos quizás es un complemento o impulso necesario. Y ya que conocí personalmente a un gran número de esas mujeres, debo decir que todas ellas eran mujeres extraordinarias, tanto en el sentido intelectual como en el sentido del atractivo físico.
-¿Cómo puede describir usted la relación de su padre con los amigos?
-De modos muy distintos. Mi padre tuvo muchos buenos amigos; algunas de estas amistades se conservaron durante toda la vida y otras lamentablemente no. Esto tuvo diversas causas. La mayoría de las veces sucedía que mi padre quedaba decepcionado profundamente de algunos amigos, ya que ellos hacían cosas a sus espaldas, con las que él no estaba de acuerdo. Ese fue el caso de Medard Boss.
-Pero en los Seminarios de Zollikon parece que la amistad entre Heidegger y Boss es muy profunda.
-Sí, pero lamentablemente el Sr. Boss publicó algo bajo su nombre que originalmente había sido escrito por mi padre. Así que mi padre quiso dar por terminada esa amistad de forma muy reservada, y le escribió una carta al Sr. Boss en donde le pedía que ya no tuviera contacto alguno con él, que no le escribiera y que no lo visitara. Solamente si él aceptaba esta petición, se mantendrían como buen recuerdo los hermosos días compartidos.
-El nombre Martin Heidegger se asocia una y otra vez al nacionalsocialismo. Circulan una multiplicidad de interpretaciones que buscan demostrar la lejanía o cercanía de Heidegger con los nazis. ¿Qué puede decir usted al respecto?
-Al respecto puedo decir algo con gusto. El 29 de julio de 1932, cuando Hitler estuvo en Friburgo, en una actividad proselitista en el estadio Mösle, asistió mi madre con sus dos hijos. Ahí vi por primera vez a Hitler. Mi padre no asistió. Dos días después, él votó por el partido de los vinicultores de Württenberg. Seguramente, por influencia de mi madre, votó en noviembre de 1932 y en 1933 por los nacionalsocialistas. Él no ingresó al Partido, como siempre se cree, el 1 de mayo, sino el 3 de mayo. La fecha de entrada fue retrasada porque el Partido había obstaculizado la entrada. Ingresó por petición y exigencia del alcalde en esa época, el Dr. Kerber, quien a la vez era coordinador regional. Mi padre hizo eso con la creencia de que podría manejar la universidad de manera más sencilla si tenía el apoyo del Partido. Eso fue un error, es el error que uno con justicia le reprocha. Ya como rector en funciones, no sólo como rector designado, tuvo que nombrar a los decanos. Así, el 1 de octubre de 1933, nombró a algunos que no eran nacionalsocialistas, como el decano de la Facultad de Medicina, el socialdemócrata Von Möllendorff, quien un semestre atrás había sido obligado por los nazis a renunciar a la Rectoría. Este hecho muestra claramente que M. Heidegger no trabajaba aquí junto con los nazis, sino que, al contrario, estaba muy distante de ellos. Cuando a finales de febrero de 1934 fue llamado a Karlsruhe y se le exigió la dimisión de los decanos Eric Wolf y Von Möllendorff, no queridos por los nazis, él se negó, y como protesta renunció a la Rectoría. El error político de mi padre en la primavera de 1933 es indiscutible. Pero la aceptación de que se había equivocado está registrado en uno de los «cuadernos negros», con fecha de abril de 1934. Eso saldrá a la luz cuando se publiquen estos «cuadernos negros».
-Es conocido que usted convenció a su padre de que aprobara una edición integral de sus obras y que él lo nombró en su testamento responsable de la publicación. En este sentido, ¿podría indicarnos cuándo concluirá la edición?
-Espero poder vivir ese final. Pero para ello debo vivir todavía algunos años. Si logro llegar a la edad de H. G. Gadamer o de E. Jünger quizás tenga oportunidad. El avance en la edición depende un poco de cómo trabajen los editores que laboran en la preparación de los volúmenes. Actualmente, hay quince volúmenes en preparación y quince todavía serán asignados. Depende pues del ritmo del editor. Por ejemplo, hay un profesor que preparó muy bien un volumen en dos años y en otro volumen trabaja desde hace diecinueve años y no puede concluir. También mi padre encargó que el concentrado de su filosofía, que él escribió en los así llamados «cuadernos negros», se publiquen al final de la edición integral. Estos no serán tan difíciles de publicar como han sido algunas de sus lecciones y manuscritos.
Notas:
1 Mein liebes Seelchen!»Briefe Martin Heideggers an seine Frau Elfride 1915-1970, editadas por Gertrud Heidegger, Munich: Deutsche Verlags-Anstalt, 2005. Elfride Heidegger dio posesión a su nieta, Gertud Heidegger, de las mencionadas cartas con la indicación de que ella podría publicarlas si así lo deseaba. La confrontación a la que se referirá Hermann Heidegger es precisamente en torno a los derechos de publicación que tiene Gertrud Heidegger.
2 En el epílogo a la mencionada publicación, Hermann Heidegger se refiere a ello de la siguiente forma: «Como hijo legítimo de Martin y Elfride Heidegger, nacido en 1920, supe con apenas catorce años, a través de mi madre, que mi padre biológico era un amigo de juventud de mi madre y a la vez mi padrino, el Dr. en medicina Friedel Caesar, quien murió en 1946. Mi madre me hizo prometer en aquel entonces no hablar con nadie al respecto, mientras ella viviera, excepto con mi futura esposa. Yo cumplí mi promesa.» Mein liebes Seelchen!, p. 382.