Traducción para Rebelión: Carlos X. Blanco
Hay una pintura del artista gramsciano Gabriele Morleo que, en mi opinión, nos permite comprender con una mirada sagital la situación de nuestro presente, los coágulos de contradicciones que lo inervan, pero también la ausencia de perspectivas y el sentido frustrante, en todas partes desenfrenado, de un futuro ausente.
El cuadro se titula «Negación»: representa el perfil de Karl Marx, capturando fielmente una de sus imágenes más famosas. Barba blanca, porte austero y orgulloso. Con una novedad, sin embargo, que se debe a la inserción de Morleo: los ojos de Marx están cubiertos por una cinta. No ve, no puede ver. Su mirada se interrumpe. Su arte como crítico del presente y adivino del futuro es aniquilado.
Creo que la obra de Morleo representa plásticamente el destino de Marx en la era del cinismo avanzado del que nosotros, hijos de un yo menor, somos habitantes: nosotros que, con una mente y un corazón propios de un capitalismo integral, ya ni siquiera somos capaces de concebir la posibilidad de una mayor inmovilización, de un «sueño de una cosa» (la expresión es del propio Marx) capaz de reactivar las pasiones políticas que hoy son inútiles. Nosotros, que ya no somos capaces de ver las contradicciones de esa naturaleza antinatural que es el capitalismo, que también viola diariamente nuestras vidas.
Marx no ve, no puede ver, tal vez no quiere ver: se niega incluso a mirar el paisaje de alienación integral que hoy domina sin contraste en el tiempo en que los bancos le arrebatan las casas a los seres humanos, en el tiempo en que hasta el vientre de las mujeres se convierte en mercancía (o en alquiler), en el tiempo en que la obscenidad que comúnmente se llama economía de mercado se impone sin encontrar resistencia, individuos, estados, valores, religiones.
La obra de Morleo muestra un silencio: muestra, al mismo tiempo, la reacción que quizás Marx tendría si volviera a la vida hoy y, al mismo tiempo, el silencio y la ceguera que caracterizan el arsenal de «armas críticas» en nuestro presente; armas que ahora son despuntadas, inofensivas, cuando no directamente inexistentes. Armas que quedan tiradas en el campo o -como en el caso de la izquierda hoy -vendida al capital- puestas directamente al servicio de lo que, hasta anteayer, era el enemigo.
Porque, de hecho, entre los muchos dramas de nuestro tiempo también hay esto: cuántos tendrían todas las buenas razones para estar con Marx y tener en el punto de mira a la civilización de consumo, con sus interminables enfermedades, y ahora le han dado la espalda, le han declarado muerto. Vendieron el corazón y la cabeza al capital, que también los trata a diario como un desperdicio, como sobras sin valor en el reino del apartheid planetario. Incluso este Marx se niega a ver hoy.
Fuente original: https://www.fanpage.it/marx-bendato-per-non-vedere-l-oggi/