«»Marx se identifica con la concepción de Morgan de que en las comunidades primitivas existió el modelo de sociedad que el hombre reconstruirá». Lawrence Krader. «Apuntes etnológicos de Karl Marx «. » El «ayllu», célula del estado incaico, sobreviviente hasta ahora, a pesar de los ataques de la feudalidad y el gamonalismo, acusa aún […]
«»Marx se identifica con la concepción de Morgan
de que en las comunidades primitivas existió el modelo
de sociedad que el hombre reconstruirá».
Lawrence Krader. «Apuntes etnológicos de Karl Marx «.
» El «ayllu», célula del estado incaico, sobreviviente
hasta ahora, a pesar de los ataques de la feudalidad
y el gamonalismo, acusa aún vitalidad bastante para
convertirse, gradualmente, en la célula de un Estado
Socialista moderno».
J.C. Mariátegui («Aspectos del problema indígena», en «Peruanicemos el Perú»)
Tras la derrota de las revoluciones europeas de 1848 y el sangriento aplastamiento de la Comuna de Paris surgió un largo período de «paz social» y expansión mundial capitalista, y esta nueva circunstancia llevó al inevitablemente surgimiento de nuevas inquietudes a analizar más detenidamente en la periferia capitalista desarrollada (Inglaterra, Alemania y Francia), donde parecía haberse trasladado el eje de la Revolución ahora (en el análisis original la Revolución en los países capitalistas desarrollados, primero, llevaría al triunfo de la revolución en la periferia, después), y a la necesidad de ahondar las investigaciones sobre la comunidad campesina o rural, que acaso habían acompañado a Marx, desde los «Grundrisse» y los ahora denominados sus «Apuntes Etnológicos de Karl Marx» (transcritos, anotados e introducidos por Lawrence Krader, que reúne las notas de Marx sobre las obras de Lewis Henry Morgan, John Budd Phear, Sir Henry Sumner Maine y Sir John Lubbock (Lord Avebury), entre 1880 y 18882).
Efectivamente, como señala Lawrence Krader en la Introducción de este último texto, Marx consideraba que:
«La comunidad campesina se basaba en actividades, cuyo fin social no era en primera línea la acumulación de propiedad privada. Al contrario, lo característico de estas comunidades era la inmanente vinculación de moral social y ética comunal colectiva así como la indivisión entre ámbito privado y público».
Al respecto, puntualiza, que:
«La categoría de Morgan «sociedad gentilicia» la entendía Marx como interpretación de una institución concreta, a la vez que, desde un punto de vista abstracto, como estadio de progreso evolutivo. De esta categoría, puesta en relación con las comunidades campesinas, tomó Marx el modelo de una sociedad que, en vez de concentrarse en el esfuerzo por adquirir riqueza personal y privada, desarrollara instituciones colectivas de propiedad».
Concluyendo inequívocamente que :
«Marx se identifica con la concepción de Morgan de que EN LAS COMUNIDADES PRIMITIVAS EXISTIÓ EL MODELO DE SOCIEDAD QUE EL HOMBRE RECONSTRUIRÁ» (NOTA: las mayúsculas son mías) «una vez haya superado la deformación que impreso a su carácter el estado de civilización».
Marx y los populistas rusos: la via revolucionaria en los paises capitalistas atrasados.
El pretexto fue la desesperada correspondencia de los revolucionarios «populistas» rusos de «Narodnaia Volia» (Voluntad del Pueblo), los cuales venían combatiendo al zarismo en el momento de los inicios del capitalismo en ese país, y habiendo leído el Primer Tomo del Capital y el Manifiesto Comunista (los cuales parecían indicar la inevitabilidad de que todas las sociedades pasasen por el mismo desarrollo capitalista que Inglaterra), preguntaban a Marx si no existía una vía, una posibilidad, para que Rusia pasase a la deseada sociedad socialista sin tener que transcurrir por las penurias y horrores que el capitalismo imponía, y si tal vía podría basarse en la vitalidad de la Obschina o Mir, la comuna rural rusa, que abarcaba más de la mitad del territorio ruso.
Fue entonces que un Marx, distinto del de los inicios, que otorgaba un total «progresismo» a la expansión «civilizatoria» del capitalismo entre los «bárbaros» (por los cuales debíamos entender países que no eran Inglaterra, Alemania y Francia), respondió, a través de una carta al director del «Otiechsviennie zapiski«, a fines de 1877:
….»si Rusia sigue por el camino que ha seguido desde 1861, perderá la mejor oportunidad que le haya ofrecido jamás la historia a una nación, y sufrirá todas las fatales vicisitudes del régimen capitalista».
Marx aprovecharía dicha Carta, además para hacer una nueva precisión y defender su obra, precisando que el capítulo de «El Capital» sobre la acumulación primitiva, no pretendía más que trazar el camino por el cual surgió el orden económico capitalista, en Europa Occidental, del seno del régimen económico feudal, y que sus críticos, habían convertido esbozo histórico de la génesis del capitalismo en el Occidente europeo en una:
…. «teoría histórico-filosófica de la marcha general que el destino le impone a todo pueblo, cualesquiera sean las circunstancias históricas en que se encuentre», «a fin de que pudiese terminar por llegar a la forma de la economía que le asegure, junto con la mayor expansión de las potencias productivas del trabajo social, el desarrollo más completo del hombre», una suerte de «teoría histórico-filosófica general cuya suprema virtud consistiría en ser suprahistórica».
En igual sentido, e imbuido de la lectura de los Cuadernos de Maksim Maksimovich Kolavevski sobre la «comuna rural rusa» y el texto de L.H. Morgan «Ancient society«, respondería una Carta a Vera Sazulich (cuando ésta aún era «populista») en que ella, en su nombre y en el de sus compañeros, le solicitaba que expusiera su opinión sobre los destinos posibles de la comunidad rural rusa, y sobre la teoría, que algunos le atribuían a Marx, según la cual todos los países del mundo deben, por una ley histórica inevitable, atravesar todas las fases de la producción capitalista; precisando, que la fatalidad histórica señalada en «El Capital», estaba «expresamente restringida a los países de Europa Occidental«, donde el movimiento era la transformación de la propiedad privada personal a la propiedad privada capitalista, siendo que el caso de Rusia sería el de la transformación de la propiedad común en propiedad privada, caso al cual él no se había referido, y añadiendo que el estudio especial que había hecho sobre la comuna rural rusa lo había convencido que:
… «esta comuna es el punto de apoyo de la regeneración social en Rusia; pero a fin de que ella pueda funcionar como tal habrá que eliminar primeramente las influencias deletéreas que la sacuden de todos lados y luego asegurarle las condiciones normales de un desarrollo espontáneo» (Carta de Marx a Vera Sazulich, del 08 de Marzo de 1881).
No obstante, un más rico indicador de la preocupación especial de Marx, sobre el tema es la existencia de los esbozos o borradores previos a esta Carta (la Carta y los borradores de ésta fueron recuperados y divulgados por primera vez en 1926, por David B. Riazanaov), que éste hiciese, y en los cuales hace una valoración de las posibilidades de evolución de la comuna rural rusa, señalando que ésta disponía de una posición única, sin precedentes en la historia, porque en toda Europa era la única que tenía todavía una estructura orgánica, que predominaba en la vida rural del inmenso imperio ruso; y que además, la propiedad comunal de la tierra le ofrecía una base natural para la apropiación colectiva, y la existencia contemporánea de la producción capitalista, le proporcionaría ya elaboradas las condiciones materiales del trabajo cooperativo, organizado en gran escala, y que, en consecuencia:
«La comuna puede, entonces, adoptar los resultados positivos del sistema capitalista sin tener que sufrir sus penurias» y que, …», puede convertirse en el punto de origen directo del sistema económico hacia el que evoluciona la sociedad moderna y cambiar de piel sin tener que suicidarse», añadiendo: «Si la revolución llega a tiempo, si la «intelligentzia» concentra todas las fuerzas «vivas del país» para asegurar el libre desarrollo de la comuna rural ésta será pronto el elemento regenerador de la sociedad rusa y el factor de su superioridad sobre los países esclavizados por el capitalismo» (publicados en «Marx-Engels Archiv», Frankfurt, 1926.).
Más tarde incorporaría en el mismo sentido ciertas correcciones en la edición francesa de «El Capital», como lo acredita el Manuscrito VII, del Libro II, de «El Capital», de Julio de 1878.
Por último, en el Prefacio a la Edición rusa de 1882, del «Manifiesto Comunista«, Marx volvería a responder nuevamente a la inquietud de los rusos sobre la vía no occidental del desarrollo socialista, señalando:
«…¿podría la comunidad rural rusa -forma por cierto ya muy desnaturalizada de la primitiva propiedad común de la tierra- pasar directamente a la forma superior de la propiedad colectiva, a la forma comunista, o, por el contrario, deberá pasar primero por el mismo proceso de disolución que constituye el desarrollo histórico de Occidente? La única respuesta que se puede dar hoy a esta cuestión es la siguiente: si la revolución rusa da la señal para una revolución proletaria en Occidente, de modo que ambas se completen, la actual propiedad común de la tierra en Rusia podrá servir de punto de partida a una evolución comunista».
Como bien anota al respecto Lawrence Krader, sobre los apuntes de Marx acerca de la obra de Morgan, en la Introducción a «Los apuntes etnológicos de Karl Marx«:
…»guarda relación con la posición de Marx acerca del mir y el zadrugo en la Introducción de los Grundisse y en «El Capital». También representa un progreso desde la posición del Manifiesto Comunista, que madura en los Grundisse y constituye el trasfondo de la Carta a Vera Zasulic».
Pues bien, retomando el hilo de esta exposición, tenemos que el problema clave del conflicto entre el socialismo utópico y socialismo científico, consistente en la posibilidad o imposibilidad para servirse de la obshchina o comunidad rural rusa para pasar al ordenamiento socialista, y las condiciones necesarias para ello, fue considerada positivamente por Carlos Marx, por el escaso desarrollo del capitalismo, existente en Rusia y la posibilidad de una revolución socialista en Occidente, y que fue precisamente el impacto del populismo ruso, el que llevó a Marx (tras haber descubierto las leyes fundamentales del desarrollo social hacia el socialismo), a meditar sobre la posibilidad de una vía particular hacia éste, que permitiera al pueblo evitar las horcas caudinas del capitalismo, y le permitiese gozar de los frutos de la civilización.
Muerto Marx, V.I. Lenin, desarrollaría una dura lucha contra estas concepciones del «populismo» ruso, posiblemente convencido, de una interpretación sesgada de Marx, acerca del «papel histórico progresivo del capitalismo en la agricultura» y postulando como «imprescindible» para Rusia la vía capitalista al socialismo, señalando sobre el campo ruso que:
….»no puede ya negar que la economía mercantil haya pasado a ser el fundamento del desarrollo económico,»…, que
……»la economía mercantil se ha desarrollado hasta transformarse en capitalismo», y que
…..»ahora ya no es posible hacerse ninguna ilusión al respecto». (¿Quiénes son los «amigos del pueblo» y como luchan contra los socialdemócratas?»).
El triunfo de la Revolución de Octubre y el difícil proceso de constitución de un proyecto socialista en una Rusia capitalista atrasada acaparó la atención de los socialistas del mundo y sepultó prácticamente la posibilidad de otra forma no occidental de transformación socialista, defendida por Marx y los «populistas» rusos en los años 1880, convirtiendo al camino «bolchevique» de la vía capitalista al socialismo en el campo, en el único deseable y «permisible», situación que no se conmovió ni con la aparición tardía, en 1926, de los escritos de Marx sobre la Obshcina rusa y sus posibilidades.
Mariátegui y la comunidad campesina en el desarrollo socialista peruano
Mediando muchos años de distancia, en el Perú, J. C. Mariátegui, posiblemente influenciado por la lectura de la obra de Eugene Schkaff sobre la cuestión agraria en Rusia (o por las investigaciones de Marx y Engels sobre los trabajos de Morgan, y sobre las comunidades primitivas, si es que las conoció)), y basándose en el estudio de la historia y la realidad andina del Perú y América Latina, y la experiencia anarquista de «Los ayllus del sol«, en el Perú, recogerá esta tesis sobre la Revolución en los países capitalistas atrasados, del propio Marx, y no la de Lenin y de la Internacional Comunista, y avanzando mas en ésta, inscribe en el Programa del Partido, redactado en Octubre de 1928:
«El socialismo encuentra, lo mismo en la subsistencia de la comunidades que en las grandes empresas agrícolas, los elementos de una solución socialista de la cuestión agraria,»…»Pero esto,»…» no significa en lo absoluto una romántica y antihistórica tendencia de reconstrucción o resurrección del socialismo incaico, que correspondió a condiciones históricas completamente superadas, y del cual solo quedan como factor aprovechable dentro de una técnica de producción perfectamente científica, los hábitos de cooperación y socialismo de los campesinos indígenas» (Acta de Constitución del Partido Socialista, Octubre de 1928),
Añadiendo más adelante que:
«Las «comunidades», que han demostrado bajo la opresión mas dura condiciones de resistencia y persistencia realmente asombrosas, representan un factor natural de socialización de la tierra. El indio tiene arraigados los hábitos de cooperación» («El Problema de las razas en América Latina», Junio de 1929).
Oponiéndose a la parcelación individual de la tierra como solución al problema agrario peruano señalará que:
«Hay que contar con un factor concreto que le da al problema agrario peruano un carácter peculiar: la supervivencia de la comunidad y de elementos de socialismo práctico en la agricultura y la vida indígenas. Para el socialismo peruano este factor tiene que ser fundamental» («Ideología y Política»).
En defensa de las comunidades contra soluciones agrarias liberales que apuntaban a la parcelación de la tierra de las comunidades indígenas (tal y como «modernamente» lo plantea hoy Hernando de Soto para el caso de las comunidades nativas en la Selva peruana), señalará que :
…»las comunidades indígenas reúnen la mayor cantidad posible de aptitudes morales y materiales para transformarse en cooperativas de producción y consumo. Castro Pozo, ha estudiado con acierto, esta capacidad de las «comunidades», en las cuales reside indudablemente,»…»un elemento activo y vital de realizaciones socialistas» («Ideología y Política»).
Concluyendo que:
«El «ayllu», célula del estado incaico, sobreviviente hasta ahora, a pesar de los ataques de la feudalidad y el gamonalismo, acusa aún vitalidad bastante para convertirse, gradualmente, en la célula de un Estado Socialista moderno» («Aspectos del problema indígena», en «Peruanicemos el Perú», pag.151).
Como hemos comentado en otro artículo nuestro (ver «La defensa del socialismo indo-americano en el VI Congreso de la Internacional Comunista«, en «Rebelión», 01/12/11) ya Ricardo Paredes Romero (fundador del Partido Socialista y del Partido Comunista, ecuatorianos, había planteado una tesis semejante a la de Mariátegui, en su intervención en el VI Congreso de la Internacional Comunista cuestionando la tesis planteada por ésta para la Revolución en los países de América Latina.
Al respecto Miguel Mazzeo acota con razón que:
«Tal vez, todo Mariátegui se puede resumir en la noción de elementos de socialismo práctico. Laten en ella el socialismo como camino, razón y fe, un camino dinámico, intelectual, sentimental, místico y práctico; el optimismo de la acción, la fuerza creadora, en fin, el trabajo preparatorio de la herejía» (Miguel Mazzeo «Invitación al descubrimiento. José Carlos Mariátegui y el socialismo de Nuestra América», Pag.97).
Y añade que:
«La apelación al ayllu no es a-histórica, porque remite a los elementos que, aunque transformados, subsistieron y conservaron rasgos «socialistas» o «comunistas» que permiten el arraigo presente y futuro del socialismo. El énfasis está puesto en la «subsistencia», ya que por sí misma habilita la adaptación, el avance y la modernización de la comunidad, es decir, permite identificar sus facultades para desempeñarse como soporte del socialismo. Mariátegui erige a la comunidad en un horizonte de identificación que se articula con lo nacional-popular. Entre el comunismo incaico y el proyecto socialista que defiende no solo se pueden encontrar naturalezas afines, consanguinidad, o semejanzas sustanciales, sino también elementos de mediación concretos: los rasgos económicos, sociales, políticos y culturales, los hábitos de cooperación y solidaridad, los factores naturales socializantes que subsisten en las comunidades». (Miguel Mazzeo «Invitación al descubrimiento. José Carlos Mariátegui y el socialismo de Nuestra América», Pags.117 y 118).
Mariátegui tomó la via de marx para rusia como base para el planteamiento de la revolución socialista en el perú
Ahora bien, cabe preguntarse, ¿resulta casual que Mariátegui, a diferencia de lo planteado por la Internacional Comunista para América Latina, plantee tesis similares a las de Marx para la comuna rural rusa? Consideramos que no y prueba de ello sería que, posiblemente basándose en el texto de Eugene Schkaff («La Question Agrarie en Russie«), Mariátegui expresamente señale:
«La feudalidad dejó análogamente subsistentes las comunas rurales en Rusia, país con el cual es siempre interesante el paralelo porque a su proceso histórico se aproxima el de estos países agrícolas y semifeudales mucho mas que al de los países capitalistas de Occidente» («El problema de la tierra», en «Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana», pag.64)).
Debe precisarse además que Marx conocía los trabajos de Bandelier sobre los regímenes prehispánicos de tenencia de la tierra que postulaban el «calpulli» mexicano y el «ayllu» incaico, como las células básicas de altas civilizaciones donde predominaba la propiedad comunal, y al respecto de la existencia de producción comunal y propiedad común en el Perú, en sus «Grundrise der Kritk der politischen ö konomie, Dietz Verlag«, señalaba que:
«La producción comunal y la propiedad común tal como se presentan por ejemplo en Perú, son evidentemente una forma secundaria, introducida y trasplantada por tribus conquistadoras que conocían en su propio interior la propiedad común y la producción comunal en la forma antigua más simple».
Incluso Lawrence Krader señala en su «Evolución, revolución y Estado: Marx y el pensamiento etnológico» que la denominación del «modo de producción asiático» es «en cierto sentido errónea«, ya que el estadio de la primera formación de la sociedad civilizada y del Estado, «también habría podido llamarse afroasiática, o inca, o mexicana antigua«, pues «las condiciones de su formación se repiten en distintas partes de las Américas, de Eurasia y de África«.
El debate de la Internacional comunista con Mariátegui sobre la vía revolucionaria peruana
Este rescate mariateguista de la vía socialista señalada por Marx para países capitalistas atrasados con existencia de comunidades rurales, como era el caso de Rusia, frente a la propuesta del VI Congreso de la Internacional Comunista sobre la Revolución en América Latina, de una revolución anti-imperialista y de liberación nacional, que por su contenido objetivo, era una revolución democrática burguesa (la misma que se encontraba en la fase inicial de su desarrollo, en la que sus fuerzas motrices eran el proletariado, los campesinos, la burguesía pequeña y media, y una parte de la gran burguesía, unidos en un bloque antiimperialista), llamada a liberar al pueblo del yugo extranjero, unir el país, establecer la dictadura democrático-revolucionaria de la clase obrera y el campesinado y solucionar los problemas relacionados con la nacionalización de la tierra y la confiscación de la propiedad del capital extranjero; fue este el motivo de que, aún después de fallecido Mariátegui, continuando con las injustificadas críticas del Buró Sudamericano de la Internacional Comunista, V.M. Miroshevski, importante cuadro teórico de la Internacional, calificara de «populismo» el pensamiento de Mariátegui («El «populismo» de Mariátegui en el Perú, papel de Mariátegui en la historia del pensamiento social latinoamericano«, publicado en la revista cubana «Dialéctica», en Mayo-Junio de 1942), y lo hiciese retomando mecánicamente los ataques de Lenin contra los populistas rusos, acusando a Mariátegui de tener la convicción de que el Perú marcharía hacia la revolución por su propio camino, un camino «especial«, considerar «a los campesinos indígenas peruanos como «colectivistas naturales«, creer «que éstos realizarían la revolución socialista independientemente, sin la dirección del proletariado revolucionario«, concluyendo que en su aspecto primario sus ideas …»fueron las ideas del «socialismo» pequeñoburgués, una versión especial de populismo adaptada al Perú«, y que «fueron los sueños utópicos de un intelectual pequeñoburgués en un país campesino, atrasado«.
Conviene recordar que, en Diciembre de 1933 o Enero de 1934, como correlato de las divergencias ocurridas con la Internacional Comunista y los cambios operados en el Partido Socialista del Perú, fundado por Mariátegui, el Comité Central, del ahora Partido Comunista del Perú, Sección Peruana de la Internacional Comunista, publicó un documento mimeografiado titulado «¡Bajo la Bandera de Lenin!» «Instructivas sobre la jornada de las tres LLL«, en el cual se lee:
«El mariateguismo es una confusión de ideas procedentes de las más diversas fuentes. No hay casi tendencia que no esté representada en él. Antes de haber bebido de la fuente del marxismo y particularmente del leninismo, Mariátegui había conocido del movimiento revolucionario a través de las más diversas tendencias no proletarias. Tuvo grandes errores no sólo teóricos sino también prácticos. Son en realidad muy pocos los puntos de contacto entre el leninismo y el mariateguismo y estos contactos son más bien incidentales. El mariateguismo confunde el problema nacional con el problema agrario; atribuye al imperialismo y al capitalismo en el Perú una función progresista; sustituye la táctica y la estrategia revolucionarias por el debate y la discusión, etc. Nuestra posición frente al mariateguismo es y tiene que ser de combate implacable e irreconciliable»…(Revista Socialismo y Participación Nº 11)
El abandono de las tesis originales de José Carlos Mariátegui, producto del análisis concreto de la realidad concreta de la sociedad peruanas, y el «seguidismo» al «Partido Padre» (en 1929, el PCUS y más adelante el PCCH) determinaron el abandono del camino de Mariátegui para la Revolución Socialista en el Perú (tanto Jorge Del Prado, como Paredes, Moreno y Guzmán, compartieron la tesis del supuesto carácter democrático antiimperialista antifeudal de la Revolución Peruana).
Hoy en día, estamos en mejores condiciones para entender más claramente que José Carlos Mariátegui no solo defendió la tesis de nuestra vía nacional al socialismo (la del Perú) frente a la Internacional Comunista, acorde con el análisis concreto de la realidad concreta, sino que al hacerlo además rescató del intencional «olvido» y el oscurantismo del «marxismo» determinista y mecánico, una vía no occidental del desarrollo socialista para los países capitalistas atrasados, originalmente intuida por Marx.
Gustavo Pérez Hinojosa, Integrante de la Cátedra «Marx, ese desconocido».
Publicado en «Mariátegui y la Revolución en América Latina«, Editorial Yulca.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.