Sálvense todas las excepciones pero una “sensación” de empobrecimiento recorre los párrafos de algunas “investigaciones” que uno va leyendo. Es la “sensación” de cierta precariedad, o mediocridad, en la producción teórica de nuestro tiempo donde predomina el refrito de los refritos, el repaso sobre lo repasado, el revisionismo nuevamente revisado y no pocas audacias proclives a la prestidigitación terminológica, tipológica y taxonómica de moda. Claro que aquella “sensación” siempre es acompañada por la perplejidad o por las limitaciones, cuantitativas y cualitativas[1], que hoy se tienen en medio de la densidad y velocidad de las marejadas “editoriales” en sus versiones librescas o de “papers”. Entiéndase aquí por “teoría” lo que propone Elí de Gortari en su Introducción a la Lógica Dialéctica. 1978[2]: “…la teoría científica no es otra cosa que la hipótesis comprobada experimentalmente… suministra una perspectiva de conjunto, y desde un nivel más elevado, para investigaciones posteriores.” No poca “producción teórica” es efímera desde su concepción. El modo de producción teórica dominante es antagónico a los intereses de la humanidad.
¿Qué Ciencia cabe esperar en centros de producción teórica infestados por reaccionarios y por el conservadurismo? Es imprescindible la crítica[3]. Abundan, por ejemplo, los trabajos efectistas inspirados en causticas de moda. Según sea el ingenio de los teóricos, se abordan temáticas con aparente “equilibrio” (lo cual quiere decir que rehúyen al compromiso político) recurriendo, sin empacho, al socorrido lenguaje de las estadísticas o los números que se ofrecen como paradigmas de la objetividad fría. A veces un poco de observación minuciosa delata los móviles verdaderos de cierta “producción teórica” que sólo sirve como peldaño en el ascenso hacia los empleos o las simpatías de alguna institución privada, de Estado o de “carne y hueso”. Incluso la ética ha sido desfigurada. Sálvense las excepciones, insistamos. “En el mundo se publican alrededor de tres millones de artículos científicos al año y, aunque pueda parecer algo bueno, lo cierto es que este nivel de publicaciones está directamente vinculado a malas prácticas y a falseamiento de resultados.”[4]
Esa “práctica” trepadora se desarrolla silenciosamente, a veces con penurias y a veces con orgullo. Suele imponerse al teórico una cadena tortuosa de becas, incentivos, apoyos… tatuados a fuego bajo el imperio del burocratismo académico, mercantil o de ego puro. Esa “práctica” prolifera en feligresías que suelen estar urgidas de halagos -y auto-halagos- para resistir, hasta la ignominia, los requisitos de la ascensión. Incluyendo los besamanos. Desde luego que el desarrollo científico y la solución de los problemas de la humanidad quedan para decorar algún prólogo o algún discurso… cuando llegue la ocasión. La prioridad es recortar aseadamente el objeto de estudio -especialmente recortarle las ramas políticas- y citar párrafo por párrafo, el santoral “teórico” que reina en el contexto. Muy en particular empacharse con parrafadas de quienes firman las becas y los “apoyos” financieros, al lado de quienes puedan servir a ulteriores beneficios. Está plagado el “mercado” con caritas frescas de muchachos y muchachas “de bien”, adiestrados por el establishment para escalar lo que sea, al costo que sea, como merito principal. Especialmente si ayudan a esconder la lucha de clases. “Es harto frecuente ver a un Becario de Investigación dar clases sin estar lo suficientemente preparado; recorrer la geografía española acudiendo a mil congresos absurdos de jóvenes –o no tan jóvenes– investigadores, en los que hay veinte o treinta mesas y talleres paralelos; hacer estancias de investigación que, en muchos casos, se alargan sine die innecesariamente, pues lo mismo que muchos hacen en París, Londres o Nueva York, lo podrían hacer perfectamente en Madrid, Barcelona o Valencia; y, por supuesto, publicar y publicar papers que, en un 90% de casos, siendo generosos, van directamente a la basura porque nadie, en su sano juicio, invertiría media hora de su vida en leerlos.”[5]
Otro sector, más profesionalizado, que ha podido saborear la mieles de sus méritos y goza con lisonjas variopintas, oficia de “consultor” incluso cuando nadie lo consulta. Valga lamentar las escenas que se verifican a menudo cuando, en su insistencia por pertenecer a ciertos circuitos de poder académico o científico, los dejan en la puerta, les regatean las sillas o no los dejan acercarse a los “poderosos” o a los “famosos”, a punta de codazos, endógenos o exógenos. Más de uno padece estados depresivos por eso. La “producción teórica”, en no pocos de esos cenáculos profesionalizados, suele ser sólo una cazuela de sofismas adosada con palabrerío de época para engordar la demagogia de los jefes. Realmente lastimoso. Algunos deambulan como profesores eméritos. “Ciertamente hay ahora más científicos de gran nivel y más Ciencia excelente que en ninguna otra época, pero también es cierto que nunca como ahora ha habido tanta Ciencia mediocre y casi superflua.”[6]
Y está la cúspide de esa pirámide, secuestrada por un puñado de “referentes intelectuales” serviles a empresarios, gobernantes y cúpulas de lisonjas. La combinación ni es casual ni es ociosa. Cada cual funge como faro señero para quienes, desde la base, escalan con la ambición de llegar a ocupar el lugar de sus “sueños”. No importa si son laboratorios médicos, institutos de investigación, programas especiales o “think tanks” al servicio del mejor postor. Es la cúspide del modelo hegemónico donde la Ciencia y la producción teórica están secuestrados y desfigurados bajo los candados de la lógica mercantil. El capitalismo pues. Se les interpela el “mérito” y el método. “Las cosas llegan ahora a una situación en la que los individuos tienen que apropiarse de de la totalidad de las fuerzas de productivas existentes no sólo para realizar sus propias actividades sino también simplemente para salvaguardar su existencia”[7] Marx.
Desde luego que esta idea de “pirámide” es, al mismo tiempo, un “iceberg”. Es decir, no es fácil ver la red compleja de flujos y reflujos de intereses confesados e inconfesables. Red compleja de las relaciones de producción dominadas por el capitalismo. Pero es indispensable señalar que en las entrañas de esa red se desarrollan las contradicciones y las claves para la superación del sistema mercantil hegemónico en la producción del conocimiento. Están ahí todas las luchas que van creciendo para emancipar a la producción teórica, a sus herramientas y a sus relaciones de producción. Y está el núcleo duro donde descansan las interrogaciones más fuertes sobre un nuevo modelo de producción teórica y que sea capaz de impulsar una revolución científica realmente útil a los intereses de los seres humanos y del planeta. “Por Ciencia entendemos la explicación objetiva y racional del universo. Como explicación, la Ciencia describe las diversas formas en que se manifiestan los procesos existentes, distingue las fases sucesivas y coexistentes observadas en el desarrollo de los mismos procesos, desentraña sus enlaces internos y sus conexiones con otros procesos, pone al descubierto las acciones recíprocas entre los procesos y encuentra las condiciones y los medios para permitir la intervención humana en el curso los propios procesos.”[8]
Mientras la Ciencia esté secuestrada como “criada de la teología” (creacionismo) o como criada del capitalismo, de poco servirá para resolver las necesidades sociales en todo el planeta. Incluyendo las pandemias. Desde luego hay excepciones y diferencias en la previsión y precisión desarrollados por las ciencias. La Ciencia debe ser un Derecho Humano fundamental. Pero hay científicos y científicas despreocupados totalmente por la aplicación práctica de su investigación. Aunque lo nieguen o lo escondan. Por eso es crucial la revaloración del carácter social de la Ciencia y su valoración histórica para incrementar el poder de los seres humanos contra todo género de amenaza. La Ciencia debe producir poder y por eso debe ser democratizado y convertido en triunfo del pensamiento analítico y sintético, propiedad de todos.
Si hubiese que sintetizar diez prioridades humanas (pensadas al vuelo) que la Ciencia no ha resuelto, quizá pudiéramos definir un programa de urgencia: 1) pobreza. 2) hambre. 3) desnutrición. 4) pandemias y ecocidios. 5) inflación. 6) discriminación. 7) fanatismo. 8) desempleo. 9) vivienda. 10) carrera armamentista. Construir un plan científico internacional que ponga prioridad a lo humanos por encima del capital. Que no se disfracen los intereses reales y que la ética juegue su papel decisivo a la hora de decidir qué se investiga científicamente y para qué. “No hablemos de la Ciencia y la filosofía burguesas, enseñadas de un modo oficial por los profesores oficiales para embrutecer a las nuevas generaciones de las clases poseedoras y “amaestrarlas” contra los enemigos de fuera y de dentro. Esta Ciencia no quiere ni oír hablar de marxismo, declarándolo refutado y destruido; tanto los hombres de Ciencia jóvenes, que hacen carrera refutando el socialismo, como los ancianos caducos, que guardan el legado de toda clase de anticuados “sistemas”, se abalanzan sobre Marx con el mismo celo. Los avances del marxismo, la difusión y el afianzamiento de sus ideas entre la clase obrera, provocan inevitablemente la reiteración y la agudización de estos ataques burgueses contra el marxismo, que, de cada una de sus “destrucciones” por obra de la Ciencia oficial, sale más fortalecido, más templado y más vital.”[9] Lenin.
No es lo mismo “producción teórica” que mercadeo de “hipótesis” para vender investigaciones, cátedras, carreras, posgrados y especialidades… aunque reine en la cabeza de muchos la idea de que la “Ciencia” es una mercancía confiable. No obstante una corriente rebelde, nada nueva, recorre al modo de producción teórica. Es una corriente de insurrectos no uniforme, no uniformada, que rema a contra corriente esquivando sanciones, despidos, amonestaciones y descalificaciones que suelen imponer los “patrones”. Hay peligros y persecuciones de todo tipo, al acecho, tras las puertas de las aulas, las oficinas, los baños… hay “espías” voluntariosos atentos a “denunciar” todo lo que suene a “zurdito”, “rojo”, “rebelde”, “marxista”… cualquier queja, propuesta, observación, crítica, diagnóstico… que no coincida con el modelo de perfección patronal, enciende de inmediato las sospechas y los riesgos. Es una corriente en pie de lucha que dignifica la lucha diaria. “Por consiguiente, la tarea directa de la Ciencia, según Marx, consiste en dar la verdadera consigna de la lucha, es decir, saber presentar objetivamente esta lucha como producto de un determinado sistema de relaciones de producción, saber comprender la necesidad de esta lucha, su contenido, el curso y las condiciones de su desarrollo. No se puede dar “la consigna de la lucha” sin estudiar en todos sus detalles cada una de las fondas de esta lucha, sin seguir cada paso de la misma, en su tránsito de una forma a otra, para saber en cada momento concreto determinar la situación, sin perder de vista el carácter general de la lucha, su objetivo general: la destrucción completa y definitiva de toda explotación y de toda opresión.” Lenin.[10]
Revolucionar a la Ciencia no supone negar sus aportes, supone emanciparlos y asegurarles el derecho democrático al desarrollo. Sin dueños. Esa corriente rebelde también propone transformar al mundo y transformar a la Ciencia, revolucionar la epistemología y el papel emancipador del saber sin clases sociales… “abrir los libros”, mirar qué cuentas manejan en lo económico y en lo académico, ver sus “deudas” y sus “inversiones”, sus sueldos y los de todos, ver las tecnologías y las canonjías. Resarcir a todos los científicos victimados por la lógica de capital. Hacer un inventario de las postergaciones y sus razones, los silencios y los corrillos, hay que ver los documentos y los emolumentos. Por qué se suspendieron los presupuestos y los debates. Pero hay que ver, sobre todo, lo que falta por hacer y hacerlo de inmediato. Ascender a la praxis transformadora en los contenidos teóricos, en las metodologías nuevas y en las renovadas, en los casos concretos, en las investigaciones, en la experimentación… en las publicaciones. A quién sirven y para qué sirven. Abrir los libros en todos los sentidos para ver cómo se reparten los puntos y los ascensos, las vacaciones, las becas, los apoyos didácticos. Cómo se negocian las investigaciones, las “citas” mutuas, cuántos puntos vale convertido a sueldos asistir a congresos, cursos, postgrados… abrir los libros y sacar las cuentas en público y sin concesiones. La agenda científica no debe fijarla el “creacionismo”, el idealismo, el neo-liberalismo, el positivismo… ni el “mercado”.
Nada más anti-científico que la petulancia de los sabelotodo. Un cambio verdadero de paradigma hoy, radica en poner como prioridad a la comunidad emancipándose con una organización transformadora. Desde los sentimientos hasta los medicamentos, desde los alimentos hasta los pensamientos. Problematizar con la comunidad el repertorio de todo aquello que frena su desarrollo y su felicidad. Fijar los planes de acción y rendición de cuentas, a libro abierto, y revolucionar los paradigmas científicos como parte de una acción social compleja con muchas variables y vectores actuando en simultaneo. No hacer lo mismo y esperar lo distinto. Re-politizar la producción teórica y las relaciones de producción en clave de lucha de clases. Transformar a la Ciencia y transformar a los científicos. Re-educarlos. Sin individualismo, sin atomismo. Sin reformismos ni conservadurismo.
Nos urgen tareas científicas basadas en el estudio crítico, en el análisis multidisciplinario, con principios éticos rigurosos y en el conocimiento democratizado de las leyes que rigen en los objetos de estudio. Ciencia en acción sobre el terreno dinámico de la realidad, no pocas veces a contratiempo. Ciencia capaz de apreciar con precisión las circunstancias y la necesaria combinación del estudio y la experiencia, que no es otra cosa que el concepto de praxis que definió Marx.[11] La Ciencia no se desarrolla entre paredes, en mesas de laboratorio o salas de conferencias. Es un trabajo social emanado de la realidad concreta y que expresa su esencia en su condición de herramienta para conocer y resolver problemas y necesidades mientras enriquece el conocimiento, y no sólo eso, también para superar la desigualdad de clases y toda falsedad histórica. Mientras mayor sea el desarrollo emancipado y emancipador de las Ciencias, mejor ha de ser la batalla contra las pseudo-ciencias y las distorsiones intencionadas o semi-deliberadas, plagadas con falsificaciones rentables.
Necesitamos Ciencia que empodere y emancipe a las fuerzas productivas y a las relaciones entre la comunidad con la naturaleza. Para la Ciencia es central la capacidad de la predicción y la necesidad de democratizar la utilidad… es una capacidad de previsión basada en el conocimiento y en la dialéctica científica que abarca a los métodos generales de investigación y para eso, la Ciencia debe revolucionar su epistemología interviniendo críticamente. Necesitamos la Ciencia alimentada por la ética, con estudios avanzados para ver, con claridad, las posibilidades revolucionarias enormes para el desarrollo del pensamiento científico y técnico-científico. Necesitamos una Ciencia que ya no sea sometida al soborno de los “mercados” sino que sirva al desarrollo económico de las comunidades como una unidad total. Ciencia con autonomía relativa, producida y desarrollándose permanentemente en redes de institutos técnico-científicos de Estados probadamente democráticos, que deberían producir más Ciencia, en escala ilimitada.
Esa Ciencia y teoría que reclamamos, habrá de
combinar perfectamente la pasión de conocimiento con la necesidad permanente de
elevar el poder transformador de la humanidad. Y, para eso, tenemos que educar y
re-educarnos, hombro a hombro, con las generaciones nuevas en la Ciencia y en
el espíritu hacia una complementación integral de la investigación científica con
las necesidades humanas en todos sus campos. Se necesita una confianza, a toda
prueba, en las posibilidades ilimitadas del conocimiento, en la fuerza política
de la predicción y el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales bajo
un programa científico de nuevo género. Praxis científica, unida a las luchas
emancipadoras de los pueblos en ascenso. La condición es intentar lo nuevo
porque repitiendo lo viejo, nada nuevo surge. Insistía Einstein que algo sabía
al respecto.[12]
¿Estaremos a la altura?
[1] https://www.eldiario.es/zonacritica/Crisis-Universidad-intelectuales-hacedores-papers_6_265683463.html
[2] De Gortari, Eli: Editorial: Centro de Estudios Filosóficos / Fondo de Cultura Económica. Colección: Publicaciones Diánoia. Temas: Filosofía en México y Latinoamérica Edición: 2ª edición, México, 1959 /Grijalbo. Tratados y Manuales México. Barcelona. Buenos Aires. Octava Edición. http://www.filosoficas.unam.mx/catalogo/?autores=gortari-eli-de
[3] “Tampoco la crítica puede verse con una connotación negativa que agrede a la revista o al autor, sino todo lo contrario, como hemos podido apreciar. La crítica busca ante todo el mejoramiento y el avance de la ciencia”. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1575181316301462
[4] https://www.resumenlatinoamericano.org/2019/07/21/pensamiento-critico-papers-y-mas-papers-las-sombras-en-la-industria-de-las-publicaciones-cientificas/
[5] https://elpais.com/elpais/2019/02/18/ciencia/1550484222_682428.html
[6] https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoid=89951
[7] Marx citado por Itzván Mészáros en Estructura Social y Formas de Conciencia. Volumen I pp 277 Ediciones de la Presidencia de la República Monte Avila Venezuela. 2011
[8] De Gortari, Eli: Editorial: Centro de Estudios Filosóficos / Fondo de Cultura Económica. Colección: Publicaciones Diánoia. Temas: Filosofía en México y Latinoamérica Edición: 2ª edición, México, 1959 /Grijalbo. Tratados y Manuales México. Barcelona. Buenos Aires. Octava Edición. http://www.filosoficas.unam.mx/catalogo/?autores=gortari-eli-de
[9] https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/temas/lenin-sobre-la-ciencia.pdf
[10] Quiénes son los “amigos del pueblo” y como luchan contra los socialdemócratas, tomo 1, pp. 357-358 https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/temas/lenin-sobre-la-ciencia.pdf
[11] Sánchez Vázquez, Adolfo. Filosofía de la Praxis. Siglo XXI editores. Primera edición 2003 pp 127.
[12] Einstein, Albert: ¿Por qué el Socialismo? https://www.marxists.org/espanol/einstein/por_que.htm