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Cuarenta aniversario

¿Mayo del 68 en rebajas?

Fuentes: Gara

Tras un breve repaso de los acontecimientos de Mayo del 68 en su cuarenta aniversario, Fermin Gongeta llama la atención sobre el hecho de que «la mayor huelga obrera de la historia» sea presentada hoy «como una agitación estudiantil producida por infantiles sueños utópicos». Frente a quienes como el presidente francés, Nicolas Sarkozy, dicen que […]

Tras un breve repaso de los acontecimientos de Mayo del 68 en su cuarenta aniversario, Fermin Gongeta llama la atención sobre el hecho de que «la mayor huelga obrera de la historia» sea presentada hoy «como una agitación estudiantil producida por infantiles sueños utópicos». Frente a quienes como el presidente francés, Nicolas Sarkozy, dicen que debe ser olvidado, Gongeta muestra su convencimiento de que Mayo del 68 ofrece grandes enseñanzas de lucha por la democracia.

Desde el pasado 22 de marzo los medios de comunicación franceses revolotean en torno a la conmemoración del cuarenta aniversario de Mayo del 68. Fue en esa fecha -22 de marzo- cuando los estudiantes de la universidad de Nanterre, en la periferia oeste de París, iniciaron una movilización contra la guerra del Vietnam y por las libertades políticas del campus cuya amplitud e importancia no podían imaginar. Se enfrentaron duramente a la Policía, al Gobierno y a la oposición parlamentaria durante más de dos meses.

Según todos los poderes políticos, el movimiento era únicamente infantil, propio de hijos de papá.

El número dos del Partido Comunista Francés les acusó públicamente de servir a los intereses de los grandes monopolios capitalistas. La dirección política de la oposición no supo adaptarse a la situación, puesto que no se mantuvo en contacto con el elemento espontáneo estudiantil.

El trece de mayo, siete semanas después de haberse iniciado el movimiento, los trabajadores se unieron a la acción declarándose también en huelga. Comenzaron las huelgas y manifestaciones conjuntas: Sur-Aviación, las fábricas de la Renault -Renault Billancourt, gran símbolo de la clase trabajadora-, Michelin, Citroën… Incluso trabajadores de la prensa escrita, de la radio y televisión. Fue en ese momento cuando se iniciaron los desplazamientos de los fundamentos sociales imperantes.

El viernes 24 de mayo se celebraron en París las mayores manifestaciones que amenazaron el control de los dirigentes sindicales y manifestaron la fuerza sólida y unida en contra del gobierno. El miércoles siguiente, día 29, 600.000 personas salieron a la calle.

El general De Gaulle, presidente de la República, acude a las bases militares francesas en Alemania -Baden-Baden- para preparar la intervención del Ejército en París… En el último instante opta por la artimaña de la disolución de la Asamblea Nacional. Era el 30 de mayo. De Gaulle dimite y organiza elecciones anticipadas. Pero todo no había terminado y las huelgas de los trabajadores continuaron a lo largo del mes de junio. Estos son los hechos, escritos con el sesgo de un resumen.

Los movimientos de masas no se desencadenan arbitrariamente, por mucho que el detonador sea un acontecimiento aparentemente banal. Y las grandes luchas obreras cuando terminan dejan pocas huellas visibles, que intentan borrar y destruir quienes dominan desde el poder.

La mayor huelga obrera de la historia es presentada hoy como una agitación estudiantil producida por infantiles sueños utópicos. Tal vez por eso mismo se conozcan muchas cosas sobre el «mayo estudiantil», pero poco sobre el «mayo obrero». Se conoce casi todo sobre los líderes estudiantiles, pero poco o casi nada sobre los líderes obreros. En cuanto a la huelga obrera, apenas si se habla de ella si no es para decir que jamás fue más allá de las reivindicaciones inmediatas, que consiguió aumentos salariales importantes -como el 25% del salario mínimo-, pero que se desvanecieron durante los seis meses siguientes de inflación.

Se habla del mes de mayo, pero nada se dice del mes de junio, que es otra manera de limitar los acontecimientos. El hecho es que durante cinco y seis semanas Francia se encontró absolutamente paralizada. Estuvieron en huelga nueve millones de trabajadores, tres veces más que durante la huelga del Frente Popular en Francia en 1936. Como señala Kristin Ross -«Le Monde Diplomatique», marzo de 2008-: «Mayo del 68 fue un movimiento de masas que buscaba sobre todo protestar contra la confiscación de la acción política en manos de unos pocos considerados expertos».

Muchos intelectuales, filósofos y escritores se unieron, junto a estudiantes, obreros y campesinos, a la lucha y al esfuerzo de analizar el sistema en su conjunto, no en función de sus propios intereses, sino en nombre de los intereses de la sociedad en su conjunto.

La idea de fuerza de Mayo del 68 reside en la unidad de acción entre todas las fueras conscientes del país, en la unión que se produjo entre intelectuales, estudiantes y trabajadores para hacer ver de manera clara a las autoridades públicas que el ciudadano debe constituir el centro de toda acción política y que los políticos en todo momento deben actuar exclusivamente por delegación de la ciudadanía.

El hecho de que líderes estudiantiles hace cuarenta años, hayan sido absorbidos por la ortodoxia del poder, carece de significado. El último libro escrito, cuarenta años después, por uno de los líderes estudiantiles se titula «Olviden mayo del 68». Frase similar ha sido la pronunciada por el presidente Nicolas Sarkozy: «se trata de saber si la herencia de mayo del 68 debe ser liquidada de una vez por todas».

La agitación de Mayo del 68 produjo unos efectos a largo plazo: modificaron las formas de trabajo, introduciendo los sindicatos en las empresas; la visión de la mujer, aunque tardara seis años en promulgarse la ley del aborto; la enseñanza, con los consejos de profesores y alumnos; la manera del compromiso político, desde el izquierdismo a la contracultura y el antiinstitucionalismo. Se tomó la palabra y se intentó transformar la vida fuera de los límites asignados por los poderes públicos.

Mayo del 68 es irrepetible, pero con enormes enseñanzas de lucha por la democracia.

Las condiciones para una protesta las condimenta siempre el poder, llevando al límite la capacidad de tolerancia ciudadana, hasta que hay alguien que dice: «nos negamos a colaborar y obedecer», poniendo sobre el tapete del juego democrático todos los temas sangrantes. ¿Es que no los hay en Euskal Herria? Detenciones, juicios, torturas, encarcelamientos, linchamiento humano y de la libertad de expresión… ¿Hay más? Sí, condiciones infrahumanas de trabajo, de estudios, remuneraciones injuriosas, violencia machista, porvenir de la sociedad.

El sufrimiento de hoy no genera ni bienestar ni el cielo de mañana. El proceso de explotación engendra inexorablemente explotación, dominio, opresión, sometimiento y disminución democrática. En esas estamos.