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Entrevista a Luis Francisco Cintrón Morales, poeta, narrador y dirigente de baloncesto

“Me acusan de ser críptico, oscuro y pesado…”

Fuentes: Rebelión

Luis Francisco Cintrón Morales (Puerto Rico, 1976) es escritor. Graduado en Administración Comercial con concentración en Gerencia (B.A., 2000) de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto Metropolitano, comparte parte de su tiempo muerto dirigiendo categorías menores de baloncesto de aquello otro que me llenó por tantos años, y dándole duro a la literatura, su otra pasión de ser. Kløft (2018) es su último poemario. Además de la poesía, Cintrón Morales le da duro al relato y a la novela ejemplar o breve. En el 2014, publicó Microgramas de sol, y en el 2016, publica Gris, ambos libros de poesía. En el 2015, ha de publicar La ciudad en mi estómago, seguido en el 2016 de Hilos de Pangea, textos de narrativa o de relatos. Su novelar breve ha de venir con Tu Constantino en el 2017. Son varios años de continuidad en el quehacer diario de la escritura creativa, aquella que nace de la pasión por la vida. Cintrón Morales ha respondido a mis preguntas, y todas sus respuestas son para compartirles con vosotros.

– Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) – Recientemente publicó Kløft (2018)¿De qué trató o tratas en ese vuestro último poemario? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarle?

– Luis Francisco Cintrón Morales (LFCM, en adelante) – Pienso que la humanidad reside en una hendidura, es lo que significa en nórdico el nombre del libro. Que conste, no busco ser melodramático ni pesimista, pero la sociedad vive una lucha constante a la cual se ha adaptado. Kløft pretende recordarnos eso, como método de introspección e intento de reformarnos a diario. Cada poema deconstruye y reconstruye presentes que no deben ser ciclos ni repeticiones del pasado; que deben nacer con almas nuevas… Presentes que deben atreverse a moverse de la zona de confort, manifestar sus inquietudes y propuestas y no dejarse manipular por el miedo o agendas de los demás. Kløft es un jamaqueo al espíritu. De ahí surge todo: aceptación, humildad y movimiento. 

– WRS – ¿Qué relación tiene su trabajo creativo previo a Kløft y vuestro trabajo creativo-investigativo entonces y hoy? ¿Cómo lo hilvana con su experiencia de puertorriqueño-caribeño y su memoria personal o no de lo caribeño dentro de Puerto Rico y el Caribe?

– LFCM – Todos mis textos comparten la cama. No puedo ocultar quién soy ni lo que busco por naturaleza. Me considero pro gente y pro libertad espiritual. Desde que tomé la escritura y literatura en serio, acentué la necesidad de ayudar al prójimo, preocuparme por los demás y hacer versus decir. Detesto a quienes hablan y no dan la mano o juzgan al papagayo, pero actúan igual que esos a los que atacan. Desde el principio leo y escribo apegado a esa metamorfosis espiritual, la conexión con el camino que busca respuestas a cómo lograr vivir en armonía con uno mismo. Es mi aspiración para la sociedad: armonía. Mi primer libro de micropoesías, inspirados por Haikus, Microgramas de Sol agarró en versos ese extracto de pensamientos y definiciones. En La ciudad en mi estómago, levité entre vivencias circundantes, pienso que aquí comencé a crecer en las letras. Este libro, mi primero de narrativa, vino después de haber tomado unos talleres con Awilda Cáez y Rubis Camacho. ¡Fue grandioso! Sentí lo mismo que los perros encerrados cuando le abren el portón de la marquesina: ¡Escapé! No miré hacia atrás. Lo mismo ocurrió con Hilos de Pangea, pero este fue menos fantástico y más directo. En este texto hasta inserté un segundo libro dentro del primario, como si fuera una caja china: “Treinta y siete”. Escribir empezó a divertirme, me animó a jugar con los mensajes e imágenes. Tomaba cada cosa que leía, cada situación que me impactaba y le daba un ángulo novedoso. En Gris, describí un poco el yo interior, esa némesis que siento nunca ha querido soltarme. Tu Constantino fue la descripción de esa mujer luchadora en medio de los tumultos nacionales, la valentía y sobrevivencia en el entorno machista de un Puerto Rico que se ha cambiado de ropa, pero no mucho de personalidad. Mis libros reflejan nuestra identidad, con todos sus boquetes existenciales.

Fui criado por mi madre, una fajona y “cojonuda”. Y ahora estoy casado con una esposa que igual canta y baila… Cada libro, cada búsqueda, expresa mi presente muy latente, genuino, cada paso y una huella bien profunda. Ninguno es liviano, al igual que cada momento que vivimos, y Kløft utiliza sus raíces para nutrirse de los procesos anteriores.

– WRS –Si comparas vuestro crecimiento y madurez como persona y escritor, con su época actual de escritor en Puerto Rico, ¿qué diferencias observas en vuestro trabajo creativo? ¿Cómo ha madurado su obra? ¿Cómo has madurado?

– LFCM – Conciencia. Cada día, cada paso, cada nuevo riesgo tomado ha permitido que las paredes se desbaraten. En la arquitectura me encantan los espacios abiertos, adoro las ventanas en cristal, amplias y expuestas, que se vea todo y la energía fluya. Pues en la mente voy rebanando oscuridades, pasillos largos y encierros. El movimiento que mencioné arriba toma protagonismo aquí. Esto ha permitido que las ideas corran desnudas, que el organismo se mantenga reacomodándose y rehaciéndose, un planeta dentro de uno… ¡Ebullición! Mientras más alimento mis ganas de aprender, esa hambre de conocer y compartir, esa libertad tan anhelada que permite mirar a los ojos a cualquiera sin importar estatus social o proveniencia, rompo con los patrones, los estándares y me importa menos la opinión de la gente. Hoy digo que solo escribo y ya. No escribo para las gradas, ni para el aplauso ni para que me acepten; escribo porque me gusta, ¡Me encanta! Cualquier cosa que vea, sienta, escuche, saboree u olfatee, me inspira a hilvanar ideas y palabras. Series o películas, libros y fotografías me impulsan a bosquejar alguna idea. Todo lo anterior me ha permitido madurar, como persona y escritor. La conciencia lo es todo. Saber dónde se está parado y hacia dónde se va.

– WRS – Luis Francisco, ¿cómo visualizas vuestro trabajo creativo con el de su núcleo generacional de escritores con los que comparte o ha compartido en la Puerto Rico? ¿Cómo ha integrado vuestro trabajo creativo e investigativo a su quehacer literario?

– LFCM – Admito algo: a veces no sé a qué generación pertenezco o cuál es la diferencia entre lo que escribo y lo que otros escriben o han escrito. Sí, hay compañeros de equipo a quienes admiro muchísimo, que disfruto y cuyos escritos, ideas, mensajes, ilustraciones, riesgos me encantan, pero son de diversas generaciones. Soy de la Generación X, la del jamón del sándwich, mi mentecita opera así: un colectivo enorme. Duele cuando el individualismo se convierte en el plato principal, pero ¿qué se puede hacer? En mi caso trato de entrelazarme con todos los que me permiten y por ende se tiene un poco de ese entorno literario. Es grande la creatividad que se estampa en nuestra isla. Claro, como todo, hay unos escritores y textos que pegan fuerte y otros, que entiendo repiten épocas y estilos. Igualmente, hay varios compañeros que dejan a uno con la boca abierta, impresionantes por demás. ¿Qué seríamos sin una buena diversidad en el ecosistema? Que todo exista y sea… Hay muchos proyectos extraordinarios allá afuera. Hay mucho gestor cultural que evita que nuestras voces terminen enterradas por el gobierno y su apatía hacia la cultura. Es por estas diligencias que debemos crear una verdadera solidaridad.

– WRS – Ha logrado mantener una línea de creación literaria enfocada en la poesía, la novela y el relato. ¿Cómo concibes la recepción a vuestro trabajo creativo dentro de Puerto Rico y fuera, y la de sus pares?

– LFCM – Primero, agradezco de corazón a todo lector que ha tomado de su tiempo para llevarse al pecho lo que intento mostrar. Sé que hay poco tiempo y muchos libros por leer. Pero todo ha sido como el pulso, natural. En lo que hago no hay fanfarrias, solo trabajo y respeto a los que viven esta experiencia tan cerca de la tierra como yo. Básicamente, estoy feliz con lo que hago y bien agradecido con los que me han expresado sus opiniones acertadas o no; se aprende. Incluso, dentro del silencio, llegan invitaciones a participar en trabajos colectivos, y para mí eso es siempre un modo de dejarte saber que algo estás haciendo bien. Reconozco que no estoy tan activo en el ámbito, que entro y salgo y, sin embargo, vivo este privilegio de responderle a usted, Wilkins Román, un honor, de verdad, un honor. Escribir para mí es diversificarse y un reto constante. Siempre quise trabajar diferentes géneros y estilos. El estado mental y el acercamiento a cada dogma es tan único. La voz es otra, única, cambiante. Llegó un momento en mi siquis donde quise escribir más que poesía, también busqué desarrollar el cuento breve, el microcuento, la micropoesía, la novela breve, el ensayo, el bloggeo, incluso las entrevistas… Aspiro algún día a redactar a una novela larga, si el tiempo me permite investigar adecuadamente. Pienso que es una manera de mantener la mente activa. Me encanta tener esa aspiración, empuja a estudiar y aprender: ¡Expandir! 

– WRS – Sé que vos es de Puerto Rico. ¿Se considera un escritor puertorriqueño o no? O, más bien, un escritor, sea este puertorriqueño o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente vos?

– LFCM – Sí, me considero un escritor puertorriqueño. Al escribir tengo demasiado presente el perfil de mi isla, nuestra cotidianidad, aunque admito que busco agarrar al mundo y meterlo en la isla como modo de hacer entender que lo que ocurre aquí no es exclusivo. Que al igual que en otros países, existen los criminales de cuello blanco y monstruos sin cuellos. Que hay desastres naturales y existenciales y que los exilios y migraciones son parte de la evolución del planeta. Que no todo es negativo y que alrededor de nosotros también existen grupos de personas dispuestas a hacer lo que sea para el mejor porvenir de su nación, sus etnias, la naturaleza, economías, sus familias, etcétera. No estamos solos ni debemos sentirnos culpables. Solo hay que asumir más responsabilidad en nuestro destino como individuos que formamos esta población puertorriqueña. Es tan importante crear un pensamiento propio, innovar, disfrutar y ser responsable con nuestros deberes. Ahí es que me veo, soy bien puertorriqueño al escribir, aspiro a la libertad, pero no una libertad ciega sino una que sea consciente y solvente. No podemos andar sin cabeza o actuar por desquite. Escribo para fortalecer nuestra columna vertebral, la trascendencia del país y por una narrativa de vida de la cual nos sintamos orgullosos en el presente y en el futuro.

– WRS – ¿Cómo integra vuestra identidad étnica y de género y su ideología política con o en vuestro trabajo creativo y su formación en la Universidad Interamericana de Puerto Rico?

– LFCM – Mi aprovechamiento universitario fue satisfactorio; estudié y trabajé. Cometí el error de muchos jóvenes adultos de estudiar a la vez de querer trabajar muchas horas para ganar dinero. Pienso que este sistema político nos compromete desde muy temprana edad. La educación que recibí no inspiraba a razonar, a darle luz y agua al razonamiento lógico y crítico.

Mi ideología política era la del domado, sumiso y seguidor, otro miembro del ganado. Políticamente votaba por quienes mis padres votaban… me flagelo cuando lo recuerdo. Mi aspiración era graduarme, conseguir trabajo y levantar un hogar, nada más importaba. Intelectualmente aproveché muy poco, mucha botella, pasar exámenes y pa’ fuera. Nunca fui un lector, solo leía las estadísticas del béisbol del periódico, era de los que comenzaban a leerlo de atrás hacia adelante, deteniéndome en la parte de la cartelera del cine. El tiempo peló la copa de mi árbol y las virtudes decidieron engranar. Comencé a estudiar para mí, al inicio de mi vida como esposo, papá, y a valorarme como trabajador incansable. Mi escritura se formó de ahí: del balance, de los jamaqueos de hogares viejos, destruidos… El movimiento constante hacia hogares nuevos, con ajustes fuertes y experiencias de enriquecimiento. Siento que la universidad fue un papel que necesitaba para conseguir trabajo y que no estimuló a más nada. Mi verdadera educación, lo que me construyó en lo que soy hoy día, fue ese despertar luego de la universidad.

– WRS – ¿Cómo se integra vuestro trabajo creativo a su experiencia de vida como estudiante antes y después de su paso por la Universidad Interamericana de Puerto Rico? ¿Cómo integras esas experiencias de vida en su propio quehacer de escritor en Puerto Rico hoy?

– LFCM – La universidad no tuvo que ver con mi escritura, mi educación universitaria fue financiera-económica-gerencial. Esa obsesión por escribir venía desde antes. Durante toda la escuela superior y gran parte de la universidad fluí entre ir al Viejo San Juan para conseguir pistas musicales, meterme en la biblioteca o sentarme en los pasillos con el walkman, cargar con la libreta y el lápiz para todos lados, vivir en el vaivén del diccionario Vox (miniatura), analizar la cotidianidad, y expresar… Hoy día entiendo que el modus operandi no ha cambiado mucho, pero sí su alcance, el desarrollo, los logros personales.

– WRS – ¿Qué diferencia observas, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a vuestro trabajo creativo y a la temática ficcional del mismo? ¿Cómo ha variado?

– LFCM – A veces me molesto porque percibo que la gente es muy literal; tienen miedo a imaginar. Les da trabajo dibujar en sus mentes una manzana violeta, porque rápido dicen que está dañada o que las manzanas son rojas. Me divierto al escribir, sin obviar que no se crea nada nuevo; pienso que ya todo ha sido creado. Peco de ser un escritor visual. Mi pasatiempo es tomar fotos con mi celular. Me encanta irme con mi familia o amigos a diferentes lugares en la isla a tomar fotos. ¡Cuánto se logra capturar con un mero clic! Pues con los versos u oraciones es idéntico, intento expresar eso que está, pero que a simple vista no se ve, lo que quiero ver. Sí, se necesita un poco más que una lectura breve y rápida para entenderme y no es que me crea el más profundo, pero me esmero en lo orgánico, que el instinto guíe la procesión. Si solo busco cumplir con unas normas académicas, pues estoy frito. Me acusan de ser críptico, oscuro y pesado… pero ese soy yo, es mi identidad. Hubo momentos en que me preocupaba tanto por la percepción del lector, que se entendiera, que fuera claro y sencillo, pero me di cuenta de que dejé de ser yo. Que la idea se interrumpía y ese análisis emprendedor lo perdía. Me encanta la perspectiva cinematográfica. Ambiciono que en un verso u oración se consiga una escena completa y que el lector logre recrearla mientras lee y hasta la escuche al cerrar los ojos. Trato de alejarme de lo repetitivo, de las imágenes o palabras manoseadas o de los estándares de la literatura previamente expuesta. Repito, no se crea nada nuevo, solo pretendo encontrar un modelo más dinámico. Dentro de lo cotidiano aspiro a enhebrar un microcosmos. Cuán dispuesto está el lector a adentrarse en lo que escribo es el mismo patrón que se da cuando se ven series o películas por la televisión: la gente prefiere la programación liviana a una de drama pesado o documentales. Me he dado cuenta de que hay gente que simplemente no quiere pensar. Que solo busca entretenerse o que su lectura sea compacta, rápida, informativa, tipo boletín o titulares de noticias, es todo. No digo que no haya quienes se sumerjan un texto profundo, largo o pesado, o que vayan a una galería de arte o museo y aprecien las líneas de un cuadro o perciban el sentimiento del músico al rozar sus dedos con su instrumento, pero una gran mayoría pulula entre flores sin tan siquiera probar su néctar.

– WRS – ¿Qué otros proyectos creativos tienes pendientes?

– LFCM – Tengo tres proyectos pendientes, pero ninguno cerca de estar listo. Están escritos y se cocinan a fuego lento: están en ese proceso de cosificación. El más cerca de entonarse es mi segunda novela corta. Aún me tiene los dedos amarrados. La leo una y otra vez para convencerme de que vale la pena publicarla, está casi, casi…. Además de esa novela corta, tengo un poemario y otro conjunto de relatos. Calladito y escondido, ando activo, pero sin estrés. Escribir, en mi perspectiva, debe ser un modo de vida, un hábito, y mientras menos presión se tenga, mejor sale lo que se busca decir, delinear, figurar… Esto lo he ido abrazando con avidez. Busco la mezcla entre la armonía y el deseo por no tener resultados hechos en China. Trato.

Wilkins Román Samot, Doctor de la Universidad de Salamanca, donde realizó estudios avanzados en Antropología Social y Derecho Constitucional.