El pasado 20 de diciembre el Consejo de Ministros español nos devolvió, una vez más, a los años setenta, cuando miles de mujeres y hombres pedíamos que se acabara con los procesos de clandestinidad en el aborto y los vergonzantes viajes a Londres y Ámsterdam. Y lo hicieron, aprobando el informe de un anteproyecto de […]
El pasado 20 de diciembre el Consejo de Ministros español nos devolvió, una vez más, a los años setenta, cuando miles de mujeres y hombres pedíamos que se acabara con los procesos de clandestinidad en el aborto y los vergonzantes viajes a Londres y Ámsterdam.
Y lo hicieron, aprobando el informe de un anteproyecto de ley llamado Ley Orgánica de protección de la vida del concebido y de los derechos de la mujer embarazada, cuyo nombre destila el carácter ideológico, ultracatólico y conservador de la misma. Un anteproyecto cuyo ponente, el Sr Gallardón, dice actuar en interés de las mujeres, a las que nos convierte en «víctimas» que el Estado debe proteger.
Cínica posición la de este gobierno que lo que hace es enviarnos (a más de 100.000 mujeres que abortaron en el Estado español en 2013) a abortar en la clandestinidad o en otro país, quienes se lo puedan permitir.
Hipócrita postura la del gobierno del Partido Popular que traerá consigo la absoluta desprotección de las mujeres, sometiéndonos a poner en riesgo nuestra vida y nuestra salud.
Fundamentalista decisión del Consejo de Ministros y Ministras que ha respondido a lo que piden la jerarquía eclesiástica y los sectores más patriarcales y reaccionarios de la sociedad, que solo piensan en las mujeres como incubadoras, por lo que plantean respetar la vida de la mujer en la medida en que es funcional a la vida del embrión/feto.
La ley que teníamos era insuficiente, la que nos imponen ahora nos hace retroceder cuarenta años, solo por el afán de contentar a los sectores más ultra. Durante el presente año hemos convivido con la amenaza constante de la aprobación de esta Ley, con la incertidumbre de no saber el momento en que el derecho a decidir de las mujeres iba a sufrir un retroceso brutal. Y ahora, que ese momento parece acercarse, debemos intensificar nuestra lucha y parar esta contrarreforma.
Los días 3 y 4 de Julio, en el Congreso de los diputados, un grupo de fundamentalistas (cien parlamentarios anti-elección de dieciséis países) se reúnen para elaborar un documento en «defensa del nasciturus» (Declaración de Madrid) que justifique la aprobación, en el Consejo de Ministros del Partido Popular del viernes 4 de julio, de una Ley totalitaria y guiada por el fundamentalismo religioso, una ley contestada desde el movimiento feminista, desde el ámbito médico, desde la sociedad civil e, incluso, desde las propias filas del Partido Popular. Por ello, en estos momentos, y más que nunca, me proclamo pro vida y…
Defiendo el derecho a la vida de las mujeres, el derecho de las mujeres a no arriesgar su vida ni su libertad por interrumpir un embarazo no planificado, no deseado; el derecho de las mujeres a no sufrir angustia y sufrimiento por una maternidad impuesta; el derecho de las mujeres a no ser insultadas, perseguidas… por ejercer un derecho básico del ser humano; el derecho al aborto libre, seguro y gratuito.
Defiendo el derecho a la vida de las personas, a una vida deseada, digna y saludable. El derecho a nacer siendo deseado y con posibilidades de ser atendido, educado y querido es sagrado, porque el derecho a la vida no es un derecho abstracto, sino vinculado a otros como el derecho al cuidado, a la alimentación, a la vivienda, a la educación, a la salud y a la vida digna.
Defiendo el derecho a una maternidad elegida. Interrumpir un embarazo que no es deseado es asignarle un valor importante a la vida humana, pues la maternidad no es sólo un acto biológico ni un destino inevitable; la maternidad es, y debe ser, fruto de una decisión consciente, asumida, aceptada y deseada. Defiendo el derecho al aborto como decisión libre y consciente de la mujer y también defiendo el apoyo a la mujer que, sola o acompañada, libremente decida ser madre.
Defiendo el derecho a decidir de las mujeres, el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, nuestras sexualidades y nuestras vidas, como un derecho humano básico, el derecho a que se nos respete nuestra voluntad, nuestra autonomía, nuestra dignidad, nuestra libertad moral… El derecho a decidir marca la diferencia entre ser consideradas sujetos de derechos o seres necesitados de permanente tutelaje en nuestras decisiones.
Defiendo el derecho a seguir la propia conciencia. Asumir la dignidad humana conlleva seguir la propia conciencia en libertad, tomar decisiones éticas desde el contexto personal, familiar y social, y desde la responsabilidad frente a las consecuencias que dicha decisión conlleva.
La decisión de ser madres solo debe planteársela la mujer que se encuentre ante la posibilidad de continuar adelante o no con un embarazo y lo hará desde sus circunstancias y sus principios éticos. Y ha de poder hacerlo, sin coacciones de ningún tipo y con condiciones de seguridad; no puede ser una imposición ni desde el punto de vista penal ni moral. Requiere respeto, protección legal eficaz y cuidados sanitarios.
Defiendo el derecho al aborto como derecho democrático. El derecho al aborto es una causa justa en razón de su contenido democrático y de justicia social. Una legislación que despenalice y legalice el acceso al aborto no obliga a nadie a interrumpir embarazos, pero sí obliga al Estado a que incorpore y mantenga servicios de calidad, que no pongan en riesgo la vida y la salud de las mujeres que atraviesan esa situación. Los países donde se han desarrollado programas respetuosos de los derechos sexuales y reproductivos, que incluyen la legalización del aborto, tienen tasas mucho más bajas de aborto que las estimadas en países donde éste es ilegal.
Defiendo los derechos sexuales y reproductivos. El derecho a reconocernos como seres sexuados, con derecho al placer, a sentirnos deseadas y a desear sin culpa, a saber identificar qué nos gusta o qué no y comunicarlo, a explorar nuestras fantasías, a experimentarlas y a aceptarlas como parte natural de nuestras vidas. El derecho a tener las herramientas que nos permitan decidir sobre nuestra capacidad reproductiva, de una forma consciente y libre.
Y ello requiere la puesta en marcha de políticas y medidas integrales en salud sexual y en salud reproductiva, que implementen procesos de información, educación y atención afectiva y sexual integral, con perspectiva de género, basada en un concepto positivo del hecho sexual humano, de la diversidad sexual y de los vínculos afectivos, como una tarea conjunta de todos los agentes sociales implicados. Solo si esto se hace, las cifras de embarazos no deseados, y en consecuencia de abortos, bajarán considerablemente.
Defiendo los derechos humanos: El derecho de las mujeres a nuestra integridad y seguridad corporal, a nuestra libertad sexual, al control y disfrute de nuestro propio cuerpo, a vivir libre de torturas, mutilaciones y violencias de toda índole, a una vida en la que seamos protagonistas de nuestras decisiones, nuestros cuerpos y nuestras vidas.
El derecho a una vivienda digna, a un trabajo, a una pensión, a una educación, sanidad y servicios sociales públicos de calidad. El derecho a cuidar y ser cuidados. El derecho a un mar sin petróleo, a una tierra limpia y sostenible. El derecho a una sociedad sin centros de internamiento para extranjeros, sin redadas racistas y cuchillas en las vallas fronterizas. El derecho a una vida digna para todas, todas las personas.
Ahora, más que nunca, tenemos que defender nuestro derecho al aborto libre, legal, seguro y gratuito y parar esta contrarreforma clasista y patriarcal.
Tenemos que dar, juntas y juntos, esta batalla, allí donde estemos, pero sobre todo debemos hacer oír nuestra voz en la calle. que les quede claro de una vez por todas: tenemos derecho a una vida deseada, digna y saludable. defendamos el derecho al aborto libre, a la maternidad elegida, a la sexualidad placentera.
Mary C. Bolaños Espinosa. Colectivo Harimaguada. Plataforma Aborto libre, legal, seguro y gratuito: Nosotras decidimos.
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