En «20 poemas de amor y una canción desesperada» inicia Pablo Neruda el 15 con: me gustas cuando callas porque estás como ausente. El jueves, 22 de febrero, se jugó en San Mamés de Bilbao un partido de fútbol: Athletic-Spartak de Moscú. Se alertó por tierra y aire: ¡ojo, que llegan los matones! Se suprimió […]
En «20 poemas de amor y una canción desesperada» inicia Pablo Neruda el 15 con: me gustas cuando callas porque estás como ausente.
El jueves, 22 de febrero, se jugó en San Mamés de Bilbao un partido de fútbol: Athletic-Spartak de Moscú. Se alertó por tierra y aire: ¡ojo, que llegan los matones! Se suprimió en los aledaños el permiso de terrazas por unas horas. ¡Retiren sillas y mesas, que llegan los vándalos, los energúmenos, la gentuza, lo paramilitares, guerrilleros organizados, banda de desalmados, alimañas, que vienen los rusos…! Hubo comercios que, por la tarde y en previsión, bajaron las persianas. Pendía en el viento un olor a azufre y cataclismo, una especie de terremoto con día y hora marcado en el calendario. Un mal ante el que sólo cabía aguantar, sufrir y sobrevivir como se pueda.
Y con el partido en juego en aledaños y entornos a San Mamés hubo bronca, algunas carreras, reparto de golpes, lanzamientos de bengalas, enfrentamientos entre forofos, intervención de la policía…, como esas que tantas veces venimos observando por la tele en muchas partes con motivo de encuentros de fútbol: con muertos, sí, muertos varios en el estado español, navajazos, golpes, roturas de huesos y carnes, detenidos… Como digo, por desgracia nada nuevo, paisaje y decorado internacional de muchos partidos de fútbol de acá y de allá. Una historia que se repite.
Pero en Bilbao ocurrió un algo nuevo, un ertzaina, Inocencio Alonso, se sintió mal al bajarse de «la lechera». Y sin entrar en combate se derrumbó a consecuencia, según parte médico, de un infarto. Y con ello se fabricó un mondongo en esta temporada de matanza y txerribodas.
Corrieron rumores, off the record se fabricaron teorías embadurnadas de intereses, se cubrieron responsabilidades propias subrayando las maldades de otros, el de arriba echó culpas al de abajo y se fabricó un parte falso.
Los rusos sí, pero Herri Norte también. Se detuvieron a unos y otros. Se habló de barras de hierro, puños americanos, piedras, material de guerra…, pero por lo visto ante el juez la ertzaintza fue con las manos vacías en la acusación de guerra, porque conducidos ante el juez éste les dejó libres, aunque no del todo, se les acusa de haber provocado incidentes. Y en ese adobo de ajo, pimentón, orégano, sal y vinagre se metió la muerte de Inocencio Alonso, un tanto forzada pero dentro del mondongo, achacada en un principio y por algunos a un batacazo en la cabeza, a una pedrada, a una bengala en el costado o vete a saber qué de hinchas de Herri Norte. Y ahí quedó. Un tal De la Morena, periodista deportivo, quería saber que fue así porque se lo dijo un ertzaina y, por su insistencia, parecía ser historia de su agrado, le hubiera gustado que así fuera, encajaba en su esquema político y en el de otros. Hubo quien desde el micrófono sugirió organizar con ellos un vuelo de la muerte tipo argentino.
El Alcalde y concejales de Bilbao, representantes de partidos, jefes policiales, Diputado Foral, miembros de instituciones…, un grupo de mandamases y responsables del gobierno de la villa y de Bizkaia manifestaron su pesar y su condena en las escalerillas del Ayuntamiento. Y con su pesar y su condena nos dejaron en el aire y delante del Ayuntamiento unos gruesos interrogantes ante su postura y talante:
¿Por qué si los rusos eran tan vándalos, tan energúmenos, tan gentuza, tan paramilitares, tan guerrilleros organizados, tan banda de desalmados y tan alimañas no fueron detenidos en la frontera? ¿Acaso ese día de llegada estaban de guardia en los puestos de control los de Herri Norte? ¿O más bien se quiso que hubiera fregao en las calles de nuestra ciudad? ¿Quién controla las fronteras? ¿Han sido acusados y llamados a capítulo sus responsables? De esto nada se dijo en las escalinatas del Ayuntamiento de Bilbao.
¿Por qué cuando hace ahora seis años, en el 2012, fue abatido, también con motivo de un partido de fútbol en San Mamés, un forofo del Athletic, Iñigo Cabacas, se fabricó otro mondongo mendaz por parte de autoridades y ertzaina atribuyendo el desenlace a bandas rivales con sabor Herri Norte, tratando de ennieblar con afirmaciones falsas siendo un caso claro, un joven, Iñigo Cabacas, que tomaba una cerveza, fue abatido por la ertzaina de un pelotazo? Entonces el hecho fue claro, lo que no fue clara y sí irresponsable la postura de los que ayer se manifestaron ante las puertas del Ayuntamiento. Y, por cierto, ni autoridades, ni policía, ni mandamases del Athletic han colaborado lo más mínimo hasta el día de hoy al esclarecimiento del caso.
Tampoco en este caso, como en el anterior, la ertzaintza ha sido clara, ni imparcial, ni trigo limpio; y lo saben muchos jóvenes reivindicativos de nuestro pueblo. No sé si Inocencio Alonso pudo haber muerto cogiendo margaritas, en la cama o en el trabajo. Sin duda que el estrés no favorece a un corazón débil. Pero cuando un agente muere antes de entrar en acción de un infarto hay que ser claro desde el principio y no verter acusaciones contra otros. Que la ertzaintza tiene entre ceja y ceja a Herri Norte es claro, lo hemos visto en repetidas ocasiones. Y la prueba ayer mismo: «La Ertzaintza irrumpe en Ipar Haizea, local que relacionan con Herri Norte Taldea. Antidisturbios de la Ertzaintza, acompañados por la Policía municipal, irrumpieron anoche en Ipar Haizea, local ubicado en Olabeaga al que relacionan con HNT. Según han denunciado, los agentes se habrían llevado el dinero recaudado en el concierto que se estaba celebrando y también realizaron una inspección del aforo. Según han denunciado, los agentes identificaron a los presentes, incautaron el dinero recaudado por el concierto del grupo Radiocrimen y justificaron la actuación asegurando que se trataba de una inspección de aforo».
¿Incautación de dinero en una inspección de aforo? También lo hizo años atrás la policía nacional en una manifestación por la paz organizada por Sare.
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