No hay dudas de que la mayoría de los medios de comunicación, que además son afines a Cambiemos, han jugado en este lamentable suceso un papel central, no para su esclarecimiento, sino todo lo contrario, embarrando la cancha, con supuestas hipótesis armadas por el Gobierno o «servicios amigables», con la finalidad de licuar las responsabilidades de […]
No hay dudas de que la mayoría de los medios de comunicación, que además son afines a Cambiemos, han jugado en este lamentable suceso un papel central, no para su esclarecimiento, sino todo lo contrario, embarrando la cancha, con supuestas hipótesis armadas por el Gobierno o «servicios amigables», con la finalidad de licuar las responsabilidades de aquél, por lo menos en el esclarecimiento del caso, cuando no en su intervención directa a través de las fuerzas de seguridad a su cargo.
Así hemos visto titulares de los más variados, con disparates o «líneas de investigación» de la causa, que todos conocemos y que diría que casi nadie creyó, fuera de sus fanáticos partidarios, las que tuvieron un efecto contrario e incrementaron las dudas sobre la veracidad de lo afirmado desde los círculos oficiales.
El blindaje mediático, como en la película «Mentiras que matan», que a partir de la información dada por el gobierno, intentaron dar por sentado que lo que mostraban era verdad, y esperar que el paso del tiempo ayudara a que el caso cayera en el olvido. Evidentemente el tiro les salió por la culata y con el transcurrir de los días se incrementó la desconfianza social.
En esta gestión de Ceos para Ceos, los Ceos del Gobierno debían proteger a los Ceos terratenientes del sur de las hordas vandálicas de la RAM (resistencia ancestral mapuche), denunciados por los mismos pueblos originarios de la zona, como una organización creada por servicios de inteligencia, y en una de las tantas intervenciones represivas, sobre todo con fuerzas de seguridad acostumbradas a la prepotencia y en la soledad patagónica, donde muchos comen de la mano de los estancieros extranjeros, algo pudo haber salido mal y la seguidilla de torpezas, complicidades e impericias, generó una ola de nieve que puede terminar en un alud de difícil pronóstico.
A este estado de situación malsana se ha llegado producto de la impunidad con la que se maneja el gobierno en algunos temas y sobre todo cuando cuenta con la venia mediática, agravado por la intervención de una funcionaría que más que Ministra de Seguridad de todos los argentinos, se cree la comandante de un batallón, como en su viejas épocas y hasta se viste como los Gendarmes, que con su ignorancia supina y su torpeza contribuyó al desmadre del caso, y puso a todo el Gobierno, de confirmarse la posible comisión de un delito por parte de quienes intervinieron en el procedimiento que terminó con la desaparición de Santiago Maldonado, en una difícil situación desde el punto de vista penal, configurando los delitos de complicidad y encubrimiento.
El Juez de la causa no fue ajeno a este fárrago institucional y la corriente terminó por arrastrarlo, sin que atinara a tomar una decisión más o menos prudente para el esclarecimiento del caso, que nos retrotrae a épocas que creíamos superadas en el país.
Insisto y más allá de lo que cualquiera piense sobre la desaparición de Santiago Maldonado, no existen dudas que todo este estropicio y angustia generalizada son responsabilidad del Gobierno Nacional y de su Ministra de Seguridad, producto de cuando menos su impericia y torpeza. Si hubieran tenido un poco de sentido común, y nada que ocultar, solamente con haber hecho una aplicación del dicho popular que reza: «no se puede ser juez y parte», y que según el diccionario significa: «Estar implicado en un asunto, lo que dificulta o imposibilita mantener una actitud imparcial con respecto a él», podrían haber hecho una gran contribución para saber qué pasó con Santiago.
En esa dirección, con solamente haber solicitado como corresponde en derecho, en este tipo de situaciones o causas, el apartamiento del Juez y la Gendarmería de la investigación, ya que uno y otro están inhabilitados jurídica y moralmente para investigarse a sí mismos, la causa hubiera ganado en transparencia y seriedad.
De haber tendido esa actitud prudente, abierta e imparcial (aunque sea difícil pedirle peras al olmo), el estado de la investigación sería completamente diferente y quizás, tal vez, ya todo el país sabría dónde está Santiago o qué fue lo que le hicieron u ocurrió.
Hoy el rey está desnudo y todo lo están viendo.
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