“Puedes engañar a todas las personas algunas veces y a algunas personas todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo” (Apotegma adjudicado a Abraham Lincoln)
Señora Presidenta de la Comunidad de Madrid:
Se cumplen estos días cuatro años de aquel Protocolo de la Vergüenza que su gobierno aprobó y distribuyó para establecer “criterios de exclusión” que impidieron el traslado de residentes desde los geriátricos madrileños a los hospitales. Hubo cuatro versiones de ese Protocolo, enviadas el 18, el 20, el 24 y el 25 de marzo (ver aquí), pero todas contenían la misma orden: no derivar a hospitales a los residentes con mayor deterioro físico o cognitivo, tuvieran o no covid. Es decir, impusieron desde la autoridad política (no médica) un triaje basado en criterios de dependencia (no clínicos). ¿Ha leído usted las conclusiones del recién conocido informe de la Comisión Ciudadana por la Verdad en las Residencias? Le informo: 4.000 personas podrían haberse salvado en las residencias donde murieron abandonadas en marzo y abril de 2020 (ver aquí).
Ha mentido usted (también) desde el minuto uno en el asunto más grave que ha pasado por sus manos desde que preside la Comunidad de Madrid. Mintió cuando infoLibre desveló la existencia de ese Protocolo y usted dijo primero que no existía y después que era “un borrador”. Recuerdo perfectamente la videollamada múltiple (estábamos confinados) en la que Daniel Basteiro, Manuel Rico y yo mismo decidimos volcar todos los esfuerzos posibles en la investigación de lo que estaba ocurriendo en las residencias después de conocer por distintas fuentes directas lo que era sin la menor duda una “hecatombe”, lo que nuestro compañero Rico describió como la “zona cero” de la pandemia. Son ya cuatro años hilvanando un dato tras otro, un testimonio y otro más, centenares de documentos y decenas de peticiones a través del Portal de Transparencia (ver aquí el dosier de la investigación de infoLibre). Ya basta de negar evidencias.
Siguió mintiendo cuando negó que Madrid tuviera una “sobremortalidad” en las residencias: “aquí pasó lo mismo que en todas partes”, repetía usted y repetían (y repiten) los tropecientos altavoces mediáticos a los que desde su gobierno, con el dinero de todos los madrileños, financia de forma opaca (ver aquí). Le remito a la página 129 del informe de la Comisión Ciudadana: “La mortalidad en residencias de mayores en la Comunidad de Madrid, durante los meses de marzo y abril de 2020, duplicó la media de otras CCAA y otros países de la UE. En esos dos meses murieron entre un 18,05% de residentes (en relación con el total de plazas) y un 21,5% (en relación con las plazas ocupadas estimadas): uno de cada cinco residentes”.
Esos protocolos que primero no existían y después eran borradores y luego… tuvieron consecuencias letales. De las 9.470 personas que murieron en marzo y abril de 2020 en las residencias de Madrid, 7.291 (no olvide usted esa cifra, por favor) fallecieron sin atención hospitalaria por esa prohibición de derivarles a hospitales. Es decir, el 77%. “No pudimos hacer nada más; los hospitales estaban saturados”. Falso. Pudieron medicalizar las residencias, como por cierto les ordenó el Tribunal Superior de Justicia de Madrid y como les pidió Alberto Reyero, entonces miembro de su equipo de gobierno. Pudieron trasladar a centenares al mal llamado “hospital milagro” instalado en el Ifema, al que sólo llegaron en esos dos meses 23 mayores procedentes de geriátricos (todos con síntomas leves), según datos oficiales de su propio gobierno. Pudieron llevar a enfermos a hospitales privados, a los que sólo pudieron ir quienes tenían un seguro, pese a que la Comunidad de Madrid (como todas las demás) tenía el “mando único” por el que podía utilizar como considerase conveniente los recursos de los 34 hospitales públicos y los 68 privados de la región. Ni siquiera enviaron a nadie desde los geriátricos a los 14 hoteles medicalizados, que habilitaron hasta 1.036 camas de las cuales sólo se llegaron a ocupar a la vez 837.
Ha llegado usted a decir, con una osadía que roza la temeridad, que en aquellos meses aunque se hubiera trasladado a los mayores de las residencias a los hospitales habrían muerto igual, “no se salvaban en ningún sitio”. Lo desmienten los datos oficiales de la propia Comunidad de Madrid: entre marzo y abril de 2020 se salvó el 65% de los 6.308 residentes que sí fueron derivados y atendidos (ver aquí). ¿Se da cuenta de que cualquier ciudadano, sin ser fiscal, podría pensar que cuando usted dice que se habrían muerto igual está asumiendo que era perfectamente consciente de lo que hacía cuando autorizó ese Protocolo que condenó a miles de mayores a morir sin atención médica?
Señora Ayuso, usted ha practicado con un éxito innegable la técnica trumpista de la mentira o las mal llamadas “realidades alternativas” desde siempre. Lo hizo respecto a ese piso recibido de sus padres por usted y su hermano justo cuando iba a ser embargado. Jamás devolvió un euro del crédito de 400.000 euros concedido por la sociedad semipública Avalmadrid (ver aquí el dosier de la investigación de infoLibre). Como expresó por aquellas fechas Iñaki Gabilondo en un programa televisivo, sólo por este escándalo nunca debió ser elegida candidata a presidenta ni de su comunidad de vecinos. Ya desde el poder, practicó la mentira sobre el apartahotel de lujo que ocupó durante dos meses y desplegó todas las artes maquiavélicas para liquidar al entonces presidente del PP, Pablo Casado, por haber osado decir una verdad del tamaño de la catedral de La Almudena: “la cuestión es si cuando morían 700 personas al día puedes contratar con tu hermana y recibir 286.000 euros”.
Ha mentido de forma palmaria sobre los delitos fiscales y de falsedad documental que pesan sobre su pareja (ver aquí), y ha intentado por enésima vez aparecer como víctima de una conspiración de todos los poderes del Estado. No sólo protege a familiares y novios, sino también a su mano derecha cuando se dedica a amenazar por escrito a periodistas y medios que no se someten a sus consignas.
Ha cultivado usted la ironía y la rima fácil (le gusta la fruta) también como técnica para desviar la atención de una gestión infame. Pero el destino ha querido que coincida el estallido de un escándalo fiscal que le toca tan de cerca que se ha tropezado hasta con un Maserati sin darse cuenta, y el conocimiento de un informe sólido y detallado sobre lo ocurrido en las residencias de Madrid que debería tener consecuencias políticas y judiciales. Se acabó la broma, señora Ayuso. Usted no es la víctima de nada ni de nadie. Aquí las víctimas de verdad son esas 7.291 personas que perdieron la vida sin que en muchos casos se respetara siquiera su derecho a una muerte digna. Desde infoLibre seguiremos acompañando a las asociaciones de familiares de víctimas cumpliendo nuestra obligación: investigar y publicar, siempre que nuestras socias y socios apoyen esta labor.
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