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Contradicción in términis

Metamachismo feminista

Fuentes: Rebelión

La verdad es que cada vez nos ponen más tristes las torpezas de los otros; ya una empieza a preguntarse cuándo cesarán las artimañas de los privilegiados, cuándo se aburrirán del dogmatismo varonil de pensar que se tiene la última palabra sobre una materia que ignoran y en la que sin embargo pretenciosamente se erigen […]

La verdad es que cada vez nos ponen más tristes las torpezas de los otros; ya una empieza a preguntarse cuándo cesarán las artimañas de los privilegiados, cuándo se aburrirán del dogmatismo varonil de pensar que se tiene la última palabra sobre una materia que ignoran y en la que sin embargo pretenciosamente se erigen como autores de la verdad y, lo que es más peligroso, predicadores de la naturaleza. Ese «metamachismo» se autodefine como feminista porque gasta la saliva y la tinta en la «defensa de los derechos de las mujeres», una defensa que nunca debe entrar en conflicto con determinados supuestos, como son por ejemplo los «supuestos instintos primitivos». Así se da, a saber, la violenta coyuntura de defender un pensamiento crítico como es el feminismo, a la vez y en el mismo sentido que se promete no cuestionar nada que supuestamente venga dado por la naturaleza; constituyendo una evidentísima contradicción in términis, como es el caso del «metamachismo» feminista, «naturalmente» de izquierdas, que insiste en hacer de la legalización de la prostitución el baluarte de su lucha.

Por ello, no nos queda más remedio que intentar brevemente desglosar dicha contradicción;

Desde sus orígenes, en la historia del pensamiento y en la historia de los movimientos sociales, el feminismo radical se dedicó a defender los derechos de las mujeres, especificando cada una de las múltiples formas del patriarcado. El feminismo radical de los años sesenta y setenta, el más emblemático, se centró sobre todo en la defensa de los derechos sexuales de las mujeres y para ello definió una vez más el patriarcado como la colonización del cuerpo de las mujeres, pues es la estructura de dominación consistente en imponer a las mujeres una moral reproductiva y sexual. Esta colonización a lo largo de la historia ha tenido dos caras, las dos de la misma moneda; una el matrimonio y otra la prostitución; la propiedad individual de las mujeres, y la propiedad colectiva de las mismas. El calzador para imponernos dichas colonizaciones han sido respectivamente el mito del amor – peligrosa ideología – y el mito del sexo – ideología todavía más peligrosa y violenta. Por fin la izquierda1, después de comulgar con la derecha en asuntos de faldas, decide unirse al desvelamiento de esta dominación para defender la libertad sexual de las mujeres; renuncia y condena la posesión pública y privada de las mujeres, y se proclama abolicionista respecto a la prostitución. El Partido Comunista2 se declara políticamente en contra de la compra de mujeres para su uso sexual, el área federal de la mujer de IU3 exactamente lo mismo, UGT4 lucha abiertamente contra proxenetas y prostituidores, junto a la mayoría de las asociaciones, organizaciones, partidos políticos feministas de este país; todas y todos luchamos por los derechos de las mujeres prostituidas, por los recursos que nos pertenecen históricamente – y de los que todavía se nos priva -, y por el fin de la ficción laboral y sexual de las mujeres.

Y así de claro lo hemos tenido desde los tiempos de Solón, cuando a las mujeres casadas se las recluía en el espacio privado, penalizando su acceso al espacio público y político, y a las mujeres públicas – esclavas, prisioneras de guerra, extranjeras o jóvenes sin familia – se las prostituía, mediante lo que fueron las primeras leyes reglamentaristas, en las afueras de la ciudad -el equivalente de nuestros polígonos industriales y carreteras – privándolas igualmente del acceso a la vida pública y política y, aún más, a una vida privada. Todo esto se hizo illo tempore en nombre del pathos de hombres y mujeres, de los derechos y deberes, de la libertad, del bien de la ciudad… Y siempre, siempre, siempre, esgrimiendo los mismos argumentos patriarcales: la naturaleza sexual -de los hombres se entiende, pues antes, ahora y siempre han sido ellos los consumidores de prostitución- y la bendita voluntad de las mujeres prostituidas, con el «derecho», derivado a posteriori del ejercicio de la prostitución, a hacer con su cuerpo lo que quisieran. Y las posiciones contrarias a este natural voluntarismo patriarcal son consideradas como atentados moralistas contra la naturaleza o como medidas paternalistas contra las voluntades particulares.

Así que, queridos metamachistas feministas, que os erigís en metadefensores de los derechos de las mujeres, no naturalicéis la historia, sino que permitiros como saludable ejercicio crítico el historizar la naturalización de la historia, o de otro modo os veréis muy pronto defendiendo la suerte de los ricos, por su naturaleza trabajadora, y la desgracia de los pobres, por su naturaleza perezosa, y ocultaréis esa sangrienta coyuntura estructural consistente en expropiar de sus medios de producción a más de la mitad del planeta.

De la misma manera, es bien saludable para la militancia política de cada uno reconocer que todas las medidas sociales, estatales o proteccionistas, en aras de los más desfavorecidos, siempre se han criticado por parte de los tiburones liberales como medidas «paternalistas» que coaccionaban la libertad de los pobres para hacer con su vida lo que quisieran, coincidiendo el final del camino de esa libertad, curiosamente, con los planes esclavistas que los defensores de su libertad tenían preparados para ellos.¿ O es que los metamarxistas están tan ocupados defendiendo a las mujeres que se les olvida la diferencia entre la colonización, que aboga por la voluntad de los colonizados a serlo, y la liberación o emancipación, que independientemente de la voluntad de los individuos se atiene, a priori, a la defensa de los derechos humanos?.

Me refiero a ese tipo de cosas, en fin, tan familiares a nuestros oídos cuando, por ejemplo, se habla de Chávez desde este primer mundo tan instintivo: «¡Oh, qué malo Chávez, qué gran demagogo, qué obsesión tiene con los pobres pobres!» «¡Es que no los deja en paz ni un minuto!» «¡Venga a hablar de ellos a todas horas, venga a decidir por ellos, a decir lo que les conviene y lo que no!» «¿Que no quieren alfabetizarse? Pues hala, que se fastidien, todos a la escuela», «¿Que no quieren organizar sus comunidades, barrios y vecindades? Hala, pues a fastidiarse y a organizar asambleas una tras otra» «¿que no quieren estatalizar sus recursos materiales? ¿Que prefieren repartirlos entre los expropiadores extranjeros? Pues nada, a fastidiarse, a organizarse mejor, a no pasar hambre, a tener salud, a no vender el país, a -en definitiva-, proclamar buenas leyes».

Bien, pues estas pataletas -naturales y voluntaristas -son las que se escuchan una y otra vez respecto a la adopción de determinadas leyes que afectan a los derechos de las mujeres. Las críticas por parte de los pocos y pocas que quieren legalizar la prostitución contra la ley abolicionista son, una vez más, las mismas de siempre: la naturaleza instintiva de los genitales masculinos y la voluntad de las mujeres prostituidas. Obviando que puestos a esgrimir como argumento la voluntad de las mujeres prostituidas, el grosso de ellas, a saber, algo así como la verdadera voluntad, sería la ofrecida en los informes de la ONU, que cifra la trata con fines de explotación sexual de mujeres y niñas en cuatro millones al año a nivel mundial, es decir, que la voluntad mayoritaria frente a la minoritaria sería la voluntad secuestrada o lo que es lo mismo la falta de voluntad.

En realidad defender que la causa primera de la existencia de la prostitución es la voluntad de las mujeres prostituidas constituye un cinismo tal, que valga para desmentir tal ignominia el peso de los argumentos y datos -que imagino deben ser considerados más relevantes que la moral del discurrir genital- ofrecidos en la declaración del último Informe del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas de la Comisión de Derechos Humanos ( 62º Período de sesiones. 20 de Febrero de 2006): Integración de los Derechos Humanos de la Mujer y la Perspectiva de Género que establece el Protocolo para prevenir y reprimir y sancionar la trata de personas. El documento es una evidentísima prueba del compromiso por excluir definitivamente del debate las consideraciones sobre prostitución voluntaria y por superar definitivamente los límites del debate general sobre las bondades y desventajas de la prostitución; este compromiso se materializa en la unívoca definición de trata5 La mayor parte de la prostitución, tal y como se practica actualmente en el mundo, suele reunir los requisitos para que pueda ser considerada trata. Es raro dar con un caso en que los motivos que llevan a una persona a la prostitución, y las experiencias de esa persona dentro de la prostitución, no incluyan como mínimo un abuso de poder y/o un abuso de vulnerabilidad. En este contexto, poder y vulnerabilidad deben entenderse también desde la óptica de las disparidades basadas en el sexo, la raza, la etnia y la pobreza. Dicho de otra manera sencilla, el camino que lleva a la prostitución y a ese estilo de vida una vez que se ha caído en ella, raramente se caracterizan por el pleno ejercicio de derechos de las víctimas o la obtención de oportunidades adecuadas»( punto.nº42, del citado Informe. E/CN/.4/2006). El compromiso de las Naciones Unidas es meridiano; restaurar el Convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución ajena de 1949 (punto nº40), en donde al igual que en la actual declaración el consentimiento dado por la víctima de la trata de personas a toda forma de explotación intencional no se tendrá en cuenta6.

«Pocos motivos inducen a pensar que exista en todo el mundo una proporción significativa de las actividades de la prostitución en las que no se empleen uno o varios de los métodos ilegales enumerados por el Protocolo para prevenir y reprimir y sancionar la trata de personas» (punto nº637). «El consumo de servicios sexuales es un acto especialmente marcado por el género: es algo que hacen los hombres «como» hombres. Se trata de una actividad en la que el participante desempeña un papel social que conlleva ciertos modos típicamente masculinos de comportarse, pensar, saber y detentar poder social» (nº64) . «Por definición, la prostitución aúna en una sola interacción dos formas de poder social ( el sexo y el dinero): en ambas esferas (la sexualidad y la economía) el hombre ostenta sobre la mujer un gran poder de forma sistemática. En la prostitución, estas diferencias de poder se funden en un acto que asigna y reafirma a la vez la función social dominante del hombre subordinando socialmente a la mujer»(nº65). « La definición de trata que figura en el Protocolo rechaza de manera implícita los términos «trabajo sexual», «trabajador del sexo» y «clientes». Por consiguiente, la Relatora Especial empleará los términos «prostitución» y «usuarios de la prostitución». (nº47) «El Protocolo define la trata desde una perspectiva extremadamente amplia que engloba probablemente todas las manifestaciones actuales de la prostitución. Los términos «trabajo sexual», «trabajador del sexo» «cliente» sugieren de manera equivocada que la prostitución en su práctica actual no entra por lo general en la categoría de trata.» (nº48)

A los metamachistas feministas defensores de que el discurso moral no se puede llevar al terreno de la intimidad, no les plantea ningún problema, sin embargo, que el discurso mercantil patriarcal sí invada el terreno de la intimidad. En realidad, el análisis exclusivo de la economía de mercado respecto al fenómeno de la prostitución sólo tiene una consecuencia clara: la invisibilización de la vulneración de los derechos humanos: «La trata es ante todo una cuestión de derechos humanos, y no de economía de mercado. Analizar la trata únicamente en términos económicos enmascara inevitablemente su vertiente de derechos humanos. Las herramientas del análisis económico fueron concebidas para explicar y evaluar los mercados en función de su eficiencia, y no están necesariamente concebidas para contribuir al objetivo de proteger la dignidad humana»( nº54) A lo que añadiríamos que la historia, si no insistimos en olvidarnos de ello, ha corroborado suficientemente que los análisis económicos del mercado no sólo no han contribuido a salvaguardar los derechos humanos, sino que han sido ideados mayoritariamente para socavar cualquier derecho humano que humildemente se erija en cualquier rinconcito del planeta. «Por lo tanto, en el presente informe se utilizan con cuidado los conceptos de oferta y demanda referidos a la trata. Al emplear estos conceptos, la Relatora Especial es consciente de las limitaciones del análisis económico e intentará atribuir al término demanda un significado coherente con la perspectiva de derechos humanos desde la que se aborda la trata». A saber, la intención clara del informe no es otra que la de esclarecer la participación de la demanda en la violación de los derechos humanos, es decir, se trata una vez más de buscar todas las causas, primeras y últimas, de la violación de los derechos humanos de las mujeres, y por supuesto, nunca, absolutamente nunca, cabría resolver el asunto de la demanda incurriendo en la defensa del curso de la naturaleza, del amplísimo y místico mundo de los instintos, y de las costumbres, culturas y hábitos sociales8, pues jamás ,en calidad de tales, han de constituir éstos la materia de una ley.

El verdadero compromiso político por tanto es el de elucidar las condiciones estructurales de la prostitución y, a este respecto, el informe declara las siguientes intenciones; «La Relatora Especial hizo suyas las recomendaciones formuladas por Amnistía Internacional y la Liga contra la Esclavitud respecto del proyecto de convención de diciembre de 2004, así como las de la Coalición contra la Trata de Mujeres y el dictamen nº253(2005) de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, referidas a la necesidad de reforzar el proyecto de convención de modo que constituya un marco adecuado y eficaz para la protección de los derechos humanos de las víctimas de la trata, y de fortalecer los aspectos de la convención relativos a la demanda de la explotación sexual .»(nº18)

Así pues se establece que «a)Por demanda debe entenderse la relativa a la explotación, con independencia de que esa explotación además constituya trata; b) por demanda debe entenderse la que propicia la explotación, no necesariamente la demanda directa de esa explotación; c) no es necesario que la demanda por sí sola conduzca a la trata; basta con que sea la explotación propiciada por la demanda la que conduzca a ella»(51) .» En consecuencia, la demanda debe entenderse en su sentido amplio, como todo acto que fomenta cualquier forma de explotación que, a su vez, conduce a la trata«(52) «Propiciar es «apoyar… estimular o ayudar al crecimiento (o) a fomentar el crecimiento de algo. «(53) Y el Informe incide en la demanda de servicios sexuales de la siguiente manera; » -Si bien mediante la trata se violan de múltiples formas los derechos humanos de las mujeres y las niñas/os, la trata con fines sexuales constituye una modalidad en la que se vulneran los derechos de estas personas precisamente porque son mujeres y niñas/os;- A diferencia de los compradores de productos de consumo fabricados por trabajadores que han sido víctimas de la trata, el usuario de la prostitución crea la demanda y ( al acoger a la persona traficada) forma a la vez parte de la cadena de la trata; – al participar en una actividad de sexo comercial, el usuario esta inflingiendo a la víctima de la trata un daño adicional y sustancial equivalente a la violación que trasciende los métodos nocivos empleados por otras personas para lograr la entrada de dicha víctima de la prostitución o su continuidad en ella;- existen buenas razones para creer que muchos usuarios son conscientes de que las mujeres y las niñas y niños prostituidos cuyos servicios utilizan son sometidos a los métodos ilícitos descritos en el Protocolo y que, pese a ello, hay normas culturales extendidas que fomentan el empleo de personas prostituidas;- pocos motivos inducen a pensar que exista en todo el mundo una proporción significativa de las actividades de la prostitución en las que no se empleen uno o varios de los métodos ilegales enumerados en el Protocolo;»(63) » La demanda de sexo comercial suele además basarse en diferencias de poder social relacionadas con la raza, la nacionalidad, la casta y el color de la piel» ( 66) «Algunos usuarios de la prostitución buscan expresamente mujeres y niñas /os de distintas nacionalidades, razas o grupos étnicos con el fin de explotar estas diferencias de poder y contribuyen así a una forma de racismo enormemente sexualizada mediante la cual siguen el razonamiento de que la explotación sexual no es perjudicial para las mujeres y los niños de distintas razas , nacionalidades o grupos étnicos.»(67)» En un mundo que sigue llevando la impronta de la supremacía de los blancos y del dominio masculino, las mujeres y las niñas que sufren la opresión debido a su raza, nacionalidad, casta o color de piel son especialmente vulnerables a la explotación sexual. Los usuarios de la prostitución suelen aprovecharse de esta vulnerabilidad y al hacerlo, abusan de su propia posición de relativo poder social sobre las víctimas de la trata.»(69) ¿O es que de verdad hay alguien que piense que los hombres prostituidores colapsan la casa de campo porque van a conocer otras culturas en este rico e «igualitario» primer mundo multicultural?

Así reiteramos que buscar la anecdótica voluntad de las mujeres prostituidas como causa del fenómeno de la prostitución vulnera toda posibilidad de hacerse cargo políticamente de dicho fenómeno y de las graves consecuencias que supone para el conjunto de las mujeres: «Como cuestión normativa, es evidente que la responsabilidad de la existencia del mercado de la trata con fines sexuales recae sobre los usuarios, los traficantes, y las condiciones económicas, sociales, jurídicas, políticas, institucionales y culturales que propician la opresión de mujeres y niñas en todo el mundo. Atribuir a las propias víctimas la responsabilidad de ser quienes impulsan el mercado sería una injusticia muy grave; tal afirmación equivale a culpar a las víctimas y constituye una nueva violación de sus derechos humanos».

El informe concluye señalando la importancia de que la demanda sea considerada un problema tanto mundial como local; mundial porque estimula la trata a nivel internacional vulnerando los derechos fundamentales, pero también a nivel local, pues sucede en nuestras comunidades, pueblos y ciudades. La obligación política al respecto pasa por tener una única posibilidad legislativa: «En algunos lugares, se ha supuesto erróneamente que en cierta manera dicha perspectiva – la de los derechos humanos – no encaja con el uso del derecho penal para castigar a los usuarios de servicios sexuales. Esta conclusión sólo puede basarse en la premisa de que los varones tienen el derecho humano a utilizar a personas prostituidas. Esa premisa debería rechazarse: los hombres no tienen derecho a usar a estas personas.»(81)

Por suerte para todas, por suerte para las esperanzas políticas que tantas veces se expiran con el respirar violento y agitado del planeta, por suerte para la lucha, un organismo como las Naciones Unidas no considera en absoluto paternalista la defensa de los derechos humanos y entiende que debe ser la perspectiva que prevalezca en cualquier debate político -que se precie de serlo-, y esta perspectiva nos ofrece una única posición legislativa, como señalábamos anteriormente; una ley que abole las condiciones de posibilidad de la prostitución, penalizando la compra de servicios sexuales, eximiendo por completo de responsabilidad a las mujeres prostituidas – ofreciéndoles recursos-, y visibilizando la autoría de prostituidores y proxenetas: «La ley de Suecia que prohíbe la adquisición de servicios sexuales es una manifestación especialmente adecuada contra la demanda que propicia la trata ya que no sólo condena oficialmente el uso de personas prostituidas, sino que lo hace en un contexto que reconoce expresamente que la industria del sexo comercial tiene una naturaleza muy marcada por las diferencias de género: como ocurre con todas las normas, la ley sueca tienen una función normativa. Constituye una manifestación concreta y tangible de la creencia de que en Suecia ni las mujeres ni las niñas y los niños están en venta. Elimina efectivamente el derecho a comprar mujeres y niñas/os para que se prostituyan que los propios varones se han atribuido»(83). » (…) Así pues, la obligación de desalentar – disuadir: privar de valor, la confianza o la energía moral – la demanda alude directamente al deber del Estado de llevar a cabo un proyecto normativo expreso para condenar la demanda que propicia la trata. Dado que la condena abierta de una conducta nociva constituye una de las funciones centrales del sistema de justicia penal, es lógico que se aliente a los Estados Partes a penalizar el uso de las personas prostituidas.»(89) De la misma manera que explicita la condena de la demanda y de la industria del sexo comercial, exige que no se penalice a las mujeres prostituidas, sino que se las garantice derechos y recursos para la subsistencia, formación y empleo.

Y destierra definitivamente como posibilidad legislativa la legalización del uso de los servicios sexuales de personas prostituidas; «La alternativa a la penalización del empleo de los servicios de personas prostituidas es permitir que esa actividad sea legal o lo siga siendo. Ese enfoque fomenta la demanda que propicia la trata, y por tanto hay que desterrarlo. (…) ; la prostitución legalizada concede a las nuevas generaciones de hombres y niños la autorización moral y social para participar con la conciencia limpia en la explotación de la prostitución. Se dicen : si es legal, debe ser correcto».(95) » Se dice a veces que al legalizar la prostitución se aportará a la industria del sexo una transparencia sana, que a su vez propiciará la disminución de la corrupción y los abusos; sin embargo, como se refleja en las repuestas al cuestionario relativas a los países en los que se ha legalizado la prostitución hasta la fecha , el hecho de haber autorizado los burdeles no ha hecho que este sector se vuelva tan transparente como se esperaba y aunque la prostitución esté registrada y bajo control del gobierno, las mujeres viven en condiciones similares a la esclavitud»(98).

En su compromiso de prevenir y abolir la trata, el Informe expone asimismo la consideración de Leyes Extraterritoriales; para juzgar a los prostituidores que practican el turismo sexual, y de la misma manera a las fuerzas de pacificación que demandan servicios sexuales en los lugares de conflicto.

Suecia, el primer país en ratificar el Convenio de 1949 de Naciones Unidas sobre la trata y prostitución de mujeres y niñas, decidió abolir las condiciones que sustentan la prostitución, tras la gran presión política llevada a cabo por las feministas y por los partidos de izquierda, e hizo entrar en vigor la Ley que Prohíbe la Compra de Servicios Sexuales el 1 de enero de 1999. Las consecuencias de esta ley son las siguientes: « En 1999 se calculaba que unos 125.000 hombres suecos compraban alrededor de 2.500 mujeres prostituidas, una o más veces al año.. Se estima que desde que la ley entró en vigor el número de mujeres prostituidas ha disminuido de 2.500 en 1999, a menos de 1.500 en 2002.El reclutamiento de mujeres prácticamente se ha detenido. Alrededor de 500 mujeres ejerce, una o más veces en el curso de un año, actualmente la prostitución en Suecia ( el número de habitantes en Suecia es de 9 millones de habitantes). (…) el número de prostituidores ha descendido de un 75 a un 80%. » «Las mujeres y niñas prostituidas son consideradas como víctimas de la violencia de los hombres y no deben ser perseguidas ni penalizadas. Por el contrario, tienen derecho a recibir ayuda para escapar de la prostitución. Los proxenetas, los traficantes y los prostituidores explotan la debilidad de las víctimas debida a la alta tasa de pobreza, de desempleo, a las prácticas laborales discriminatorias, a la desigualdad de género y a la violencia contra las mujeres y las niñas. Desde un nivel estructural, Suecia reconoce que para tener éxito en la campaña contra la explotación sexual, las condiciones políticas, económicas y sociales en las que viven las mujeres y las niñas deben mejorar con la introducción de medidas de desarrollo, como por ejemplo, la reducción de la pobreza, el desarrollo sostenido, medidas que promuevan la igualdad de género y programas sociales que se centren específicamente en las mujeres.» 9

Volviendo al principio de nuestro artículo recordaremos las endebles acusaciones que se llegan a esgrimir contra las medidas abolicionistas. Pero antes, proponemos algo: ¿somos capaces de imaginar a la izquierda acusando, por ejemplo, a Hugo Chávez de «insolidario«? Imaginemos un discurso de este tipo: «porque claro, él montando la Venezuela bolivariana, mejorando las condiciones de vida de su pueblo, estatalizando el petróleo, negando las excursiones norteamericanas a sus barriles, y frenando con leyes la invasión de las corporaciones multinacionales….y sus pobres países vecinos ¿qué? Las multinacionales rastrearán por alrededor buscando carne fresca ¿no? ¡Pero qué malo Chávez, él organizándose en Venezuela, y sin importarle lo que pase en los países vecinos….!»

La verdad que es difícil encontrar este tipo de acusaciones, serían bastante ridículas, además de que obviarían el espíritu internacionalista de cualquier revolución. Sin embargo éste tipo de acusaciones disparatadas son las que se encuentran como último recurso de los metamachistas feministas, naturalmente de izquierdas, respecto de la ley abolicionista aprobada en Suecia: «¡Claro, Suecia con esto lo que consigue es que la trata se derive a los países vecinos, como por ejemplo Finlandia…!», «¡Pero qué mala Suecia, que con una buena ley, consigue buenos resultados y no se le ocurre que ahora en todos los países en los que no se adopte esa buena ley seguirán funcionando las cosas mal!». Una lógica muy curiosa y muy practicada por los «metamachistas» redentores. Cuando la realidad política es bien distinta, pues hay que recordar que el movimiento que promovió el posicionamiento abolicionista no fue la Socialdemocracia sueca -con su institucionalizado Estado de Bienestar- o el espíritu seco, frío y propio del clima poco soleado sueco, sino que la ley fue aprobada gracias al gran movimiento político feminista, pionero en las primeras décadas del siglo XX en la lucha por la abolición de la prostitución, a nivel nacional y a nivel internacional. Las suecas fueron principales protagonistas en la liberación sexual de los sesenta y setenta, y en las políticas de igualdad en los años ochenta y noventa, así que la abolición de la prostitución al final de los noventa no es más que la consecuencia lógica de un gran movimiento político feminista. Y los corolarios de este movimiento revolucionario son los siguientes: los países vecinos, y no tan vecinos, corroborando las favorables consecuencias de la ley sueca en el combate de la trata con fines de explotación sexual y en comparación con la ineficacia de los Países Bajos, Alemania* o Australia -países donde la prostitución está legalizada- comienzan a plantear el debate abolicionista en sus Parlamentos. Corea del Sur ya tiene una ley abolicionista, y Finlandia recientemente la ha aprobado, Rusia debate para promulgar una ley como la ley Sueca; en Dinamarca, un país donde la prostitución es tolerada y donde más de 8000 mujeres son prostituidas, se está promoviendo en el Parlamento el debate a favor de la penalización de los prostituidores y la donación de recursos para las mujeres prostituidas y la propuesta es promovida por parte del Consejo de la Mujer, coalición de organizaciones de mujeres más amplia del país. En Estonia, Venezuela, Bolivia, y Suráfrica se está ofreciendo el mismo debate por parte de sus parlamentarias/os, tomando como ejemplo la ley sueca.10

Sí, así están las cosas, y es que nosotras no nos cansaremos de repetir una y mil veces, que somos libres porque no estamos en venta, que nuestra libertad no tiene precio, les guste o no a los metamachistas, seguiremos pecando, pervirtiéndonos y libertinajeando con nuestra libido aunque ellos sigan insistiendo en comprar «nuestros derechos»11.

Para finalizar quisiera traer a colación la reseña de un artículo publicado no hace mucho en Rebelión, en esta misma sección. El artículo se titulaba Carnivorismo salvaje y venía a criticar la práctica alimenticia del común de los salvajes, digo de los humanos, y defendía fervientemente la causa del vegetarianismo, alegando las desventajas, dietéticas y sanitarias, para uno mismo (por lo innecesario e insano del consumo de la carne como causa de la aparición de tumores, colesterol) y las desventajas, éticas, económicas, ecológicas y políticas para los otros (la agresividad, por ejemplo, sobre todo hacia las mujeres en la medida en que la caza en equipo exalta la violencia y relega a las mujeres como consecuencia de la camaradería masculina) y en especial, por supuesto, hacia los propios animales, víctimas directas. Más allá de la defensa de los derechos de los animales, asunto sobre el que sin duda no hemos reflexionado lo suficiente, encontramos otra reflexión, sumidas como nos encontramos en la defensa de los derechos humanos, todavía más interesante. Aceptando que los elementos que participan en ambos fenómenos y sus relaciones son enteramente distintos; asumiendo que en la primera causa se aboga por una privación absoluta del consumo de carne animal mientras que en la que aquí nos ocupa se trataría de la erradicación de un tipo de «relación» comercial entre los sexos que imposibilita cualquier tipo de relación real; admitiendo, pues, que con la abolición de la prostitución no se trataría de renunciar a eso que supuestamente se pone en juego en el fenómeno de la prostitución -«la sexualidad»- sino precisamente de desterrar para siempre de nuestra realidad social el fenómeno que convierte la sexualidad en una ficción, para tantas mujeres infernal, de erradicar los hábitos culturales que se empeñan en violar el derecho de todas y todos a desarrollar, gozar, incidir, repetir, saborear y satisfacer su sexualidad; aceptando todo esto y sin querer establecer una analogía, el debate sobre los derechos de los animales sí nos sugirió una reflexión, porque a fin de cuentas el artículo lo que venía a proponer era que la izquierda no debería nunca dejar de cuestionar las costumbres y hábitos, por más que las leyes de la naturaleza nos lleven una y otra vez a las mismas costumbres y a los mismos hábitos. El artículo -me permito traer a colación su conclusión- finalizaba así: «¿Por qué, entonces, solo una pequeña parte de la izquierda defiende la causa del vegetarianismo? Porque los hábitos ligados a nuestras pulsiones más básicas ( y el hambre es la primera) se consideran «naturales», y son, por tanto , difícilmente asequibles a la reflexión, al asalto dialéctico de la razón. Y así, el arquetipo del macho armado, ora cazador, ora guerrero, sigue presidiendo nuestra salvaje cultura patriarcal, nuestra despiadada sociedad competitiva, depredadora, carnívora»

Me parecía una reflexión muy, pero que muy pertinente, y muy valiente, que invita a abandonar lo que tenemos por «natural» y someterlo a un juicio crítico. Como hemos expuesto anteriormente en la trascripción del Informe de las Naciones Unidas la prostitución es un hábito cultural considerado natural por la mayoría de los hombres, y si existe una sola posibilidad de que la izquierda varonil, patriarcal y carnívora, se cuestione una práctica tan ancestral como el consumo de carne animal, ni que decir tiene la de posibilidades que habrá para que se plantee de una vez y para siempre la compra de cuerpos de mujeres y niñas para su uso sexual. Es decir, si por fin acogemos el espíritu crítico frente a lo culturalmente dado, qué duda cabe que lo primero en cuestionarnos debe ser la rentabilísima «industria de la carne», como se denomina sin eufemismos a la «industria del sexo» en los círculos feministas radicales, esos círculos de los que tanto, por lo visto, les gusta presumir, como asiduos, a los metamachistas feministas12. Y esto por no hablar de las secuelas dañinas de la protitución, tantas veces enumeradas, tanto para el que la consume, que termina por no distinguir entre lo que le pertenece y lo que no le pertenece, entre lo que es real y lo que no es real, entre los derechos y los abusos, como para las mujeres prostituidas: los riesgos para la salud -desgarramiento de vagina, de ano, con hemorragias mortales, roturas de pelvis, infección de Sida-, y los severos perjuicios psicológicos -tal y como señalan estudios internacionales-, similares a los que sufren los/las supervivientes de tortura y que se presentan con síntomas tales como flahsbacks, ansiedad, depresión, problemas de sueño y estrés, por no hablar de la frecuencia de los suicidios o tentativas de suicidio. En el caso de las mujeres prostituidas y sin necesidad de insistir en las secuelas físicas y psicológicas, debería bastar con invocar, como hemos expuesto anteriormente, la vulneración sistemática de los derechos humanos.

Así pues no es difícil hacer la conversión en lo que nos ocupa, y agradecer al autor del artículo su indirecta colaboración: «¿ por qué entonces todavía hay parte de la izquierda que se resiste a la causa «abolicionista», a «no comprar carne humana para su uso sexual»? Porque los hábitos ligados a nuestras pulsiones más básicas (» y el sexo es una de ellas») se consideran «naturales», y son, por tanto , difícilmente asequibles a la reflexión, al asalto dialéctico de la razón. Y así, el arquetipo del macho armado, ora cazador, ora guerrero, sigue presidiendo nuestra salvaje cultura patriarcal, nuestra despiadada sociedad competitiva, depredadora, carnívora y»prostituidoral»».

Ahora bien, nuestra militancia no nos deja más remedio que añadir algo, aún a riesgo de desengañar una vez más a los metamachistas feministas naturalmente de izquierdas, pues éstos insisten en afirmar que hay una única/doble militancia; defienden que el feminismo y el socialismo vienen a ser la misma cosa. Hemos de aclarar que, sintiéndolo por sus ensoñaciones paternales, el feminismo es históricamente anterior al socialismo, y esto lo afirmamos sin ninguna intención de disminuir la importancia histórica de éste; con el ánimo solamente de recordar que antes de que hubiera un sistema capitalista instalado en todo lo que conocemos y nos rodea como sistema socioeconómico, hubo y hay, un sistema socioeconómico tan antiguo como el neolítico13, y éste no es otro que el sistema patriarcal existente en la tierra desde que los varones se intercambian mujeres entre sí- independientemente de que los varones coman mamuts o «tofu»- y es desde entonces, desde que el sistema prostitucional se configura como relación socioeconómica, como bien y mal cuenta Lévi-Strauss, es desde entonces que hay cultura y no sólo naturaleza; sí, una cultura enteramente patriarcal y prostituidora, en todas sus versiones posibles – la más moderna es esta prostitución industrializada que obliga, con todas sus letras, a viajar a las mujeres a la velocidad de la luz allí donde haya una demanda patriarcal.

Y es desde entonces, desde siempre, que las mujeres luchamos por nuestra libertad, y es desde entonces, desde siempre que el feminismo es la lucha por la libertad.



1 La izquierda con esto recupera el espíritu más revolucionario de su movimiento como es la lucha del marxismo en sus orígenes; en el Manifiesto Comunista Marx y Engels definen la prostitución como la institución burguesa que intenta legitimar la propiedad de las mujeres.

2 Resolución aprobada en el XVII Congreso del PCE :Sobre la abolición de la prostitución y la cohesión de las y los comunistas en torno a este tema. XVII Congreso PCE / 26 jun 05 /Primero.La prostitución actual se caracteriza: – por ser una cuestión de género: somos las mujeres quienes ocupamos el lugar del sujeto prostituido;- por ser un problema de clase: la mayoría de las mujeres prostituidas están en situación de exclusión económica y social.; – por ser un fenómeno globalizado: nos hallamos ante un mercado muy estructurado, monopolizado por las organizaciones del proxenetismo a escala mundial, que se nutre de mujeres inmigrantes procedentes de países con graves problemas económicos, sociales y políticos. /Segundo. El debate de la prostitución resulta complejo porque se ha introducido de manera perversa e interesada la afirmación de que «existe una prostitución voluntaria y una prostitución forzada», afirmación impulsada por los lobbys económicos beneficiarios de este gran negocio, los Estados interesados en repartirse parte de los suculentos ingresos que ésta genera, y por la adhesión de algunos grupos de mujeres, cuestión ésta que han utilizado algunas centrales sindicales y organizaciones políticas para justificar su posición reglamentarista. Esta afirmación da carta de naturaleza a la desigualdad existente entre hombres y mujeres porque obvia lo esencial, que es que toda prostitución es una práctica masculina idéntica que ratifica nuestra subordinación y que, consentida socialmente, legitima la aceptación de un mercado de cuerpos de mujeres al servicio y para el consumo «a la carta» de los prostituidores, ahora llamados clientes. El mercado ha de tener límites y uno de ellos es el respeto a los derechos humanos de las mujeres./Tercero. El Partido Comunista de España se declara contrario a cualquier forma de explotación y esclavitud de los seres humanos y, por tanto, a la reglamentación de la prostitución como modo de legitimación de la violencia contra las mujeres.

3 «Desde el Área Federal de la Mujer de Izquierda Unida, en coherencia con nuestro programa electoral 2004, consideramos que el cierre de locales y clubes de alterne tiene que tener el objetivo claro de penalizar a todos aquellos empresarios que explotan la pobreza y esclavizan a las mujeres que en su mayoría proceden de situaciones de necesidad máxima. La lucha contra la prostitución debe enfocarse desde el apoyo a las mujeres prostituidas generando todos los cauces legales, materiales y humanos para que sean protegidas y apoyadas por las autoridades españolas y encuentren los cauces para poder salir de estas redes mafiosas sin solicitarles nada a cambio.

Los poderes públicos deben garantizar una sociedad donde se respeten los derechos humanos de todas las personas, y, por tanto, donde la violencia que hoy se ejerce contra las mujeres, desaparezca en todas sus vertientes. El Gobierno debe facilitar y propiciar el acceso de las mujeres prostituidas a la totalidad de los derechos sociales. Las instituciones (locales, autonómicas o estatales) deben dirigir sus esfuerzos para erradicar la industria que se lucra con la prostitución ajena y que se basa en la explotación humana, la pobreza y la marginación.

Izquierda Unida parte de un principio político claro y es que la regulación de la prostitución no beneficia a las mujeres que la ejercen, sino a los proxenetas y prostituidores o clientes. La regulación facilita y propicia el tráfico de mujeres y niñas con fines de explotación sexual: sólo con la abolición de todas las situaciones de desigualdad puede que algún día alcancemos una sociedad más justa.». IU al Día • Redacción y Agencias • 07 de abril de 2004

4 Comisión Ejecutiva Confederal :No es un trabajo, es una forma de esclavitud . UGT demanda abolir la prostitución MADRID, 13 DE ENERO DE 2006. « UGT no considera la prostitución como un trabajo sino como una forma contemporánea de esclavitud, de desigualdad y de violencia de género, que hay que eliminar. Un informe elaborado por el sindicato destaca que el 95% de la prostitución no es voluntaria y el 90% de la misma la realizan mujeres inmigrantes, en muchos casos en situación irregular. UGT advierte sobre el aumento de este fenómeno que convierte a la persona en una mercancía y alerta que los fuertes intereses económicos están promoviendo un debate para su normalización social, con el fin de reconocer el estatus de trabajadoras autónomas a este colectivo y servir a los intereses de los explotadores «.

5 «La definición de trata que figura en el Protocolo no exige pruebas de que la víctima haya atravesado o no una frontera. La trata es trata incluso cuando sucede en la aldea, pueblo o ciudad natal de la víctima; pues por trata de personas se entenderá la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación; esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual. Y el consentimiento dado por la víctima de la trata de personas a toda forma de explotación intencional no se tendrá en cuenta cuando se haya recurrido a cualquiera de los medios expuestos anteriormente.» (punto nº34 del Informe de NNUU)

6 Me imagino que a este respecto los metamachistas feministas, naturalmente de izquierdas, debieran ratificar su empeño en inculpar como paternalistas dichas consideraciones, pues sino tendrían que al menos ser fieles así mismos y tildar de paternalistas la Declaración sobre la Desolonización de la ONU, de la década de los sesenta, en donde se condenaba la agresión exterior y la explotación económica, y los colonizados de los países en cuestión se les consideraba víctimas para poder ser susceptibles de ser descolonizados. O la Convención sobre Discriminación Racial, de 1965, que condenaba la explotación de unas razas por otras, considerando víctimas a unas y abusadoras a otras. O la Declaracíón Universal de los Derechos de los Pueblos, adoptada en 1976 tras la Conferencia Internacional de Argelia, en donde se reconoce el derecho a la existencia y la autordeterminación de los pueblos, pues a los argelinos, por ejemplo, se les consideró víctimas de la colonización francesa – independientemente del grado de abuso, coacción…que hubieran sufrido, a saber, independientemente del consentimiento dado, etc, etc,etc…

7 En lo que sigue citaré el señalado Informe de NNUU- remitiendo simplemente el número del punto entre paréntesis.

8 El relativismo moral existente desde las primeras configuraciones de la polis enseñaron que el nomos como fundamento del derecho , puede llegar a ser, por ejemplo, el acuerdo firmado – en nombre de sus costumbres – por todos los miembros de una banda de asesinos encerrados en una cueva. A saber, la legitimidad no la ofrece un criterio convencional y cultural sino el criterio racional que debería siempre primar sobre el primero.

9 Según el Informe del Ministerio de Industria, Empleo y Comunicaciones Sueco, «Sobre la Ley Sueca que prohibe la compra de servicios sexuales: las mejores prácticas para la prevención de la prostitución y la trata con fines de explotación sexual». Gunilla Eckberg, Miembro del Ministerio de Industria, Empleo y Comunicaciones.

* Véase las alertas internacionales sobre la avalancha de mujeres traficadas de África, países del Este, y Asia al mundial de Fútbol que tendrá lugar en Alemania – país que legalizó la prostitución hace más de un año -.

10 Según se relata en el apartado III -conclusiones y recomendaciones- del citado Informe de NNUU, y en el Informe presentado por Gunilla Eckberg, activista feminista y miembro del Ministerio de Industria , Empleo y Comunicaciones Sueco, también citado anteriormente. En este último además se expone detalladamente el Informe de 2004 del NCID ( Departamento Nacional de Investigación Criminal) junto con la Europol, viniendo a concluir lo siguiente: «la ley que prohíbe la compra de servicios sexuales sigue siendo un obstáculo contra el establecimiento de traficantes en Suecia. Está claro que esta Ley es disuasoria. Los traficantes están eligiendo otros países de destino – como Dinamarca, Países Bajos, Alemania o España – donde su negocio pueda reportar mayores beneficios y no sea estorbado por leyes similares».

11 No me resisto a comentar al hilo de este debate, una pequeña discusión que ilustra lo paradójico que puede resultar el metamachismo feminista. Por ejemplo, no hace mucho escuchábamos a uno de ellos emitiendo un discurso supuestamente crítico respecto a la cultura patriarcal; exponía que ésta exige uniformes para ambos sexos – análisis que compartíamos -, y así nuestro interlocutor criticaba los trajes de chaqueta signo de distinción – e identidad – del varón en el espacio público, y los tacones como signo de distinción – e identidad – en las mujeres, tacones que limitan la movilidad de la mujer, y la reducen a su condición de objeto erótico, además de castigar físicamente a la mujer a través de sus pies, a saber, se describe a los tacones como instrumento de tortura y de simbología patriarcal. ¡Pero que complicaciones se echa uno encima! ¡Compatibilizar la crítica a los fetiches patriarcales que doblegan nuestro cuerpo con la defensa de la prostitución como emancipación del cuerpo de la mujer!. Ante esto ¿qué nos queda? imaginar que todas las mujeres prostituídas defendidas por los metamachistas feministas deberán ir …. ¿descalzas?

12 Así las cosas, ha llegado el punto de ser una vez más paternalistas, esta vez con los propios metamachistas feministas, naturalmente de izquierdas, y de aconsejarles de todo corazón algunas actividades para poder sacarse de encima el primero de sus calificativos, para poder ser por fin verdaderos feministas; una de estas actividades sería dedicar el tiempo, la saliva y la tinta a explicar, por ejemplo, a la Conselleira de Interior del gobierno de la Generalitat de Catalunya – Montserrat Tura – de que va todo este asunto de la prostitución e invitarle a que deje de hacer cuentas respecto a la jornada laboral de las mujeres prostituidas que a estas alturas ya va por «ocho horas al día, seis días a la semana», y que sí , que todo ese tiempo divido en «servicios sexuales» da a más de novecientas sesenta felaciones a la semana….. Así que si las cuentas, como es obvio, le salen algo disparatadas, pues sugerirle que empiece por autogestionarse mejor su propio tiempo de trabajo, y se lea los Informes de Naciones Unidas, o que alguien por favor le explique a esta señora qué es eso de los Derechos Humanos.

13 Como señala, creo que el mismo autor que el artículo citado del Carnivorismo Salvaje , en otro artículo posterior ,éste titulado Machismo ilustrado » el socialismo y el feminismo se contienen mutuamente (como dos manos entrelazadas), forman un todo indisoluble, y su desarrollo conjunto es un proceso dialéctico que se inició cuando los primeros guerreros empezaron a tratar a las mujeres como si fueran esclavas y a los esclavos como si fueran sumisas mujeres» , aquí, tras agradecer tan pertinente observación, me permitiré una vez más, añadir humildemente un pequeño matiz, el entender el trato vejatorio a los esclavos gracias a la comparación con el trato a las mujeres, no debe llevarnos a obviar el orden de la dominación; pues no es lo mismo que te traten como un esclavo, trato derivado de la condición misma de esclavo – injusta socialmente y a combatir – que te traten como una esclava, trato derivado de la condición misma de mujer. Y obviar esto en un análisis intencionadamente feminista puede acabar, pese a las buenas intenciones, llevándote a sostener, imagino que no es el caso, contradicciones como las que hemos comentado una y otra vez a lo largo del artículo en el caso de los metamachistas feministas, respecto a por ejemplo el análisis de la prostitución.