México ya no es lindo, es exlindo y lo afirmo porque sigue siendo querido. Nación de potenciales inmensos, «tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos», país con el que millones de mexicanos mantienen una relación de amor-odio-envidia. México, incapaz de librarse de su casta política corrupta. México, donde Lázaro Cárdenas se […]
México ya no es lindo, es exlindo y lo afirmo porque sigue siendo querido. Nación de potenciales inmensos, «tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos», país con el que millones de mexicanos mantienen una relación de amor-odio-envidia. México, incapaz de librarse de su casta política corrupta. México, donde Lázaro Cárdenas se atrevió a quitarle a los EEUU el control del petróleo, provocando una guerra mediática en la que los gringos lanzaron toda clase de insultos racistas contra los mexicanos, tal y como ha demostrado el periodista Miguel Ángel Sánchez de Armas en su tesis doctoral.
México, que ahora le devuelve el petróleo a sus vecinos del norte, que sigue con más del sesenta por ciento de su población en la pobreza, que se resigna a sufrir asesinatos a diario, casi todos ellos impunes. México, con su guerra civil larvada mientras el mundo calla porque es aliado de los buenos… Ay, si todo eso ocurriera en Venezuela. La opinión pública no se entera ni de la tercera parte de lo que ocurre en México, qué maravilloso es para unos pocos estar al lado del bando vencedor, esos pocos que desprecian sus responsabilidades sociales y obligan a los mexicanos a huir a los EEUU, esos responsables que levantan muros invisibles contra los derechos de la gente para luego culpar a Trump de alzar un muro que, por muy robusto que sea, se puede derribar con un soplido si los seres humanos gozaran de su derecho a una vida digna.
México, dormido y dirigido a menudo por el poder del grupo mediático Televisa, el de la familia Azcárraga, «soldados del PRI», como proclamó su patriarca. México, con el multimillonario Carlos Slim, dueño de casi todo, en España de Fomento de Construcciones y Contratas, accionista de Prisa; en EEUU, accionista de referencia de The New York Times. ¿No les da vergüenza a estos y otros insignes apellidos tener así al país?
El diario Norte de Ciudad Juárez ha cerrado porque no puede trabajar con una carga tan brutal de violencia asesina. Cuando he dado clases en México a periodistas, les he dicho que el tema del narco está tan incrustado en el poder que es un asunto de estado e internacional, no de periodistas. El narco provoca aquello de «a río revuelto, ganancia de pescadores» y los asesinatos se multiplican, sean o no del narco. Los gringos consumen, México facilita la mercancía, pobre México exlindo, esto que escribo no lo puedo decir allí, me lo prohíbe el artículo 33 de su constitución. Es Cuaresma, morirá Dios pero resucitará. ¿Morirá México? ¿Resucitará?
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