Ayer México se sumó a la Cumbre del Grupo BRICS, un hecho de mucha relevancia para América Latina y para el equilibrio económico mundial
México, además de tener una posición estratégica, es un país con una población de alrededor de 130 millones de habitantes y un territorio de casi 2 millones de kilómetros cuadrados. Su economía, la undécima más grande del mundo, tiene un Producto Interno Bruto (PIB) nominal de aproximadamente 2.017 billones de dólares (estimación de 2024) según el Banco Mundial.
El gesto de México de integrarse al Grupo BRICS es una respuesta implícita y adecuada a la prepotencia con la que está siendo tratado por el Gobierno estadounidense de Donald Trump. Guerra arancelaria y prohibición de remesas de trabajadores a sus familias en México que son una importante fuente de recursos para el sector más humilde de la población mexicana, bajo el pretexto de combatir el dinero proveniente de las drogas. Esto a pesar de que mientras exista drogadicción, que como la obesidad son rasgos característicos de la sociedad de EEUU y no del estereotipo mexicano.
El fentanilo no es fabricado necesariamente en México o fuera de Estados Unidos. Es es un ingrediente corriente de las píldoras para dormir que producen las farmacéuticas estadounidenses que se venden en las farmacias de EEUU y que como por casualidad en Estados Unidos se llaman Drug-stores (Tiendas de drogas).
El ingreso de México y Colombia al BRICS hace más urgente que Guatemala reconozca al Gobierno de Beijing para que el Banco de Desarrollo del BRICS pueda invertir en desarrollar la infraestructura de transporte en América Central, que es la más atrasada de toda América Latina porque sigue siendo la misma que dejó la United Fruits que solo necesitaba transitar de las plantaciones a los puertos. El ingreso de México al Grupo BRICS señala el final de Centroamérica como patio trasero de Estados Unidos.
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