Mario Hernandez (MH): Continuamos conversando con Juan Carlos Cena que tiene publicados varios libros como El Ferrocidio y recientemente Ferrocarriles Argentinos, también El Guardapalabras. Juan Carlos Cena (JCC): Ese es el primero. MH: Una suerte de historia de vida, un poco biográfico. JCC: Me usé como excusa para contar la vida ferroviaria. MH: Después un […]
Mario Hernandez (MH): Continuamos conversando con Juan Carlos Cena que tiene publicados varios libros como El Ferrocidio y recientemente Ferrocarriles Argentinos, también El Guardapalabras.
Juan Carlos Cena (JCC): Ese es el primero.
MH: Una suerte de historia de vida, un poco biográfico.
JCC: Me usé como excusa para contar la vida ferroviaria.
MH: Después un libro de cuentos.
JCC: Crónicas del terraplén.
MH: Recuerdo el cuento de escribiste sobre Agustín Tosco [*] en El Cordobazo.
JCC: «La conspiración de los iguales».
MH: Un libro que publicaste en oportunidad de cumplirse 30 años de esa movilización popular.
JCC: Va a salir reeditado en marzo.
MH: Allí hay precisamente un cuento que tiene por protagonista a Agustín Tosco.
JCC: Es cuando Tosco está perseguido por la Triple A, cuando el gobierno de Perón interviene la provincia de Córdoba y los corre a Obregón Cano y Atilio López. Tosco pasa a la clandestinidad y lo esconden los curas del Tercer Mundo, el cura Naser se hace cargo de él, lo envía a las sierras y envía una monja catequista a cuidarlo. Tosco estaba enfermo y había que sacarlo de la provincia porque se estaba agravando y además quería venir a Buenos Aires a reunirse con los dirigentes políticos. Como no había manera de sacarlo, los compañeros de Luz y Fuerza comienzan a conspirar y se juntan con los ferroviarios para darle la salida. Se arma toda una conspiración. El día que tenía que salir lo traen a una casa, provocan un gran apagón en la terminal de ómnibus y en el ferrocarril y con la oscuridad lo meten en un vagón-dormitorio. El camarero ya sabía que iba Tosco acompañado de Magni que lo iba cuidando con otro compañero más. A los 5′ se restablece el servicio eléctrico. La policía vigilaba todo. Lo único que no paraban eran los trenes. Me contaron que fueron los 5′ más largos de sus vidas hasta que sonó la campana de salida y arrancó el tren. Cuando empezó el traqueteo para ellos fue, como siempre lo cuentan, una sinfonía de liberación.
En Ferreyra, a la salida de Córdoba, cuando aceleró, se sintieron a gusto. Se inquietaron cuando paró en Villa María que era una parada obligatoria aunque allí ya no había tanta custodia.
En Rosario cambian el personal ferroviario y les dan las últimas indicaciones de que iban a parar pasando José León Suárez. Al «Gringo» Tosco lo bajan y se lo llevan a Retiro en otro tren, es decir, hay toda una confabulación. Mientras el comisario García Rey lo buscaba desesperado por toda Córdoba, el «Gringo» se le había escapado en un tren.
Una vez en Buenos Aires habló con todo el mundo, pero cuando regresa nos contó que la única que había tenido una actitud firme en contra del golpe fue Alicia Moreau de Justo. Siempre lo decía, todos los demás políticos fueron con evasivas dando a entender que preferían el golpe contra Isabel Perón. El «Gringo» insistía que iba a ser peor pero la única que coincidió con él fue Alicia Moreau. Tosco lo reconocía siempre, todos los demás fueron oportunistas, hablaban de un gobierno cívico-militar, el Partido Comunista (PC), los radicales, Alfonsín, todos. Así lo contaba el «Gringo».
Como estaba muy enfermo, lo vuelven a sacar para traerlo a una clínica donde finalmente muere. En Córdoba ya se sabía y lo quieren velar en el club Redes Cordobesas. Tenían el cuerpo en una camioneta y cuando lo descargan no permitieron hacer el velorio porque no tenía certificado de defunción, entonces lo llevan a pulso directamente hasta el cementerio San Jerónimo, un día lluvioso. La multitud era infernal. Al entrar al cementerio hay como un bajío que estaba lleno de gente y el comisario García Rey, que nunca lo pudo detener, no se lo pudo tragar y comenzó a reprimir a los tiros. Entonces, los compañeros escondieron el cajón adentro del cementerio, entró la policía y no lo pudieron encontrar porque lo habían puesto en un panteón de gente de mucha guita. Siempre nos preguntamos cómo habrá sido el diálogo del «Gringo» con esos muertos, seguramente protestándoles a los cabrones porque eran explotadores. Era un panteón tipo romano donde estuvo mucho tiempo escondido hasta que pudieron sacarlo y pasarlo a un nicho.
El «Gringo» es producto de todo un conjunto de compañeros, de un momento histórico de Córdoba
MH: Escuchábamos la voz de Agustín Tosco y luego a Jauría y su tema dedicado al «Gringo», el grupo de Ciro Pertussi. ¿Qué se te ocurría escuchándolo?
JCC: Buena pregunta porque escuchándolo al «Gringo» se te viene el pasado encima, las imágenes, es lo que me ocurre siempre, uno empieza con la nostalgia, con la memoria, te acordás del contorno, de los compañeros, es un retorno al pasado, con esa voz, con esa seguridad, con ese cuadro obrero que teníamos en Córdoba y que no habíamos valorizado como se hace ahora. El «Gringo» era parte del paisaje como tantos otros, teníamos muchos cuadros obreros, algunos dentro de Luz y Fuerza y otros que pertenecían a otras organizaciones. El «Gringo» es producto de todo ese conjunto de compañeros, de un momento histórico de Córdoba, no nace de una flor o dentro de un almácigo de zapallo, es parte de ese proceso que viene desde los comienzos de la industrialización cordobesa, cuando se proletariza.
MH: Fue secretario general del sindicato siendo muy joven, a los 27 años.
JCC: El estudiaba de técnico en la escuela Presidente Roca. Siempre tuvo la inquietud por leer, le viene de cuando vivía en su pueblo. Siempre tuvo la idea de la capacitación, de la superación, de escuchar todas las voces. Hay una historia que muy pocos la cuentan, él nunca fue a una conferencia de prensa solo porque decía que podía hablar cualquiera de sus compañeros. Tampoco iba solo a los actos. Los periodistas querían hablar solo con él y siempre lo vas a ver rodeado de compañeros.
MH: Recuerdo la foto que publicamos en la tapa de La Maza donde aparece explicándole a un compañero el manejo de una máquina.
JCC: Ese compañero todavía vive. Lo vi cuando estaban colocando una placa de Tosco en La Cañada. El «Gringo» le estaba enseñando.
MH: Vestido de overol.
JCC: Claro, porque el «Gringo» era secretario general del sindicato y al mismo tiempo ocupaba su puesto de trabajo.
MH: Interesante compararlo con los actuales secretarios generales de los sindicatos.
JCC: Tosco nunca tuvo licencia gremial porque no la quiso. Decía que tenía que estar todos los días porque los compañeros le «cepillaban», lo armaban. Solo descansaba los lunes porque el tema excluyente era el fútbol.
Era una obligación, era parte de la militancia enseñarle el oficio a otro compañero. Eso también sucedía en el ferrocarril. Tosco era técnico electromecánico. Hay historias mal contadas o no contadas. Siempre hablaba de la rotación en el cargo sindical y un día dice yo me voy a laburar y lo destinan a colocar las torres de alta tensión. Lo mandan no solo porque era un gran técnico sino porque de esa forma lo alejaban de la ciudad. El «Gringo» trabajaba en un campamento en el medio del campo y los compañeros le decían que si no quería trabajar se durmiera una siestita, que seguían ellos y él les contestaba: ‘si Uds. no duermen, yo tampoco’. Eso lo cuentan sus ex compañeros.
Pero llegó un momento, esto me lo contó Felipe Alberti, que en el sindicato dijeron que se dejara de joder con la rotación y lo fueron a buscar diciéndole: ‘»Gringo» se acabó, tenés que volver, dejate de joder’.
En el ínterin se había ganado unos cuantos pesitos por los viáticos por desarraigo y había aprovechado para pintar la casa, le había comprado un lavarropas a la mujer, un fitito para él y un triciclo al nene.
MH: Igualito a Cavalieri, ¿no? (Risas).
JCC: ¡Mamita querida! Y seguía insistiendo que no podía volver porque los compañeros tenían que rotar y no da el brazo a torcer hasta que Alberti lo provoca diciéndole: ‘lo que pasa es que vos sos un cagón, por eso no querés volver’. Entonces el «Gringo» volvió, la mujer se separó y él se quedó con sus compañeros durmiendo en el cuarto piso de la sede sindical. ¿Qué más le podés pedir a un tipo así?
MH: Una sede sindical que también estaba abierta a los estudiantes.
JCC: En la época que Onganía cierra los Centros de estudiantes, Tosco hizo una asamblea con ellos y les ofreció el sindicato para que continuaran su actividad, pero les advirtió que si le pintaban una sola pared los echaba. (Risas). El sindicato estaba recién pintado. Los estudiantes tenían adoración por Tosco, lo mismo que los Centros vecinales. Había 110 centros que participaron del Cordobazo organizadamente. Vicario era el secretario general y en esa época hicieron una gran marcha contra el aumento de los impuestos y los reprimió la policía, entonces se refugiaron en Luz y Fuerza.
Pensar en pelearse porque pensaran diferente era imposible
MH: Días pasados recordábamos con Vicente Zito Lema los hechos de la fuga de Trelew a propósito del juicio realizado después de 40 años del hecho. Tosco estaba detenido en el mismo penal y fue invitado a fugarse y se negó, aunque después de la masacre ayudó a contener a los compañeros sobrevivientes.
JCC: Fue a uno de los primeros que invitaron a escaparse y les dijo que si salía sería porque lo sacaba el pueblo, si se fugaba tendría que vivir en la clandestinidad y no servía, no obstante, los ayudó con alguna logística interna. Cuando se enteran de los fusilamientos en la cárcel se produce un silencio sepulcral y la primera voz que se escucha es la de Tosco pidiendo que no se queden en silencio, porque si se callan la boca entonces sí los compañeros estarían definitivamente muertos.
Te la hago corta porque me emociono. El «Gringo» los alienta, muchos compañeros que no tenían afinidad política lo recuerdan. Estuvo media hora gritando y los termina levantando. Juega un papel.
Me acuerdo en el palco donde está con René Salamanca por un paro local en solidaridad con el Smata, también estaba Firmenich de colado y dos compañeros del PRT. Había discrepancias entre Tosco y René pero el día que la Triple A asalta la sede de Luz y Fuerza, René estaba adentro y la gran preocupación del «Gringo» fue que lo cuidaran. Entonces, lo bajan al sótano y le hacen una cueva con cajones de cerveza y lo esconden adentro.
Esto quiero contarlo porque no estar de acuerdo en algunas cuestiones políticas e ideológicas, no significaba romper la unidad, tenerse bronca o no andar juntos. Ahí no ocurría ser amigo de acuerdo a qué secta pertenecías. En el sindicato de Luz y Fuerza había compañeros del PC como Grigaiti que era el tesorero y Tosco lo llevaba a todas partes porque le cuidaba el centavito, si era un tipo probo no le interesaba de dónde venía. Su amigo de discusión también era del PC, Cafaratti, medio parecido físonómicamente a Gramsci, con quien tenía grandes discusiones, pero pensar en pelearse porque pensaran diferente era imposible o con Di Toffino que era peronista.
Cuando viene el golpe, Di Toffino en lugar de esconderse vuelve al laburo diciendo que si los compañeros lo precisan lo tienen que encontrar en el trabajo. Allí lo chupa el III Cuerpo de Ejército, lo torturan y luego lo fusilan junto a otros compañeros, en presencia del General Menéndez, a quienes les dice vamos a bañarnos y afeitarnos, tampoco nos dejemos poner la venda en los ojos y muere gritando ¡Viva la clase obrera!
Eso se escapa de los manuales y de la cueva de las sectas. Estamos muy sectarios. Están los trostkistas 1, 2 y 3, los marxistas 1, 2 y 3, los populistas 1, 2 y 3. Estamos todos locos. Esta división es un triunfo del enemigo. Pero ocurrió no solo en Córdoba sino en muchas otras partes del país donde se planteaba la unidad como algo fundamental.
Me acuerdo de los dos Rosariazos. Era la unidad de la clase obrera y el pueblo y el papel de los intelectuales que muchas veces cuando desfilábamos y peleábamos estaban en el cordón de la vereda. Recuerdo a León Rozitchner cuando en una charla con vos te dijo que el intelectual también tenía que poner el cuerpo.
Nota:
[*] Agustín Tosco (1930-1975) es elegido secretario general del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba en 1957. Tuvo una actuación relevante en El Cordobazo. Participa de El Viborazo (15/3/1971) permaneciendo preso en la cárcel de Rawson. Durante la intervención del Brigadier Lacabanne (1974), la Empresa Provincial de Energía de Córdoba será intervenida y Tosco cesanteado. Pasa a la clandestinidad, enferma y fallece el 5 de noviembre de 1975.
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