Declaraba en estos días ese canturreador de loquitas quinceañeras llamado Miguel Bosé que si sus «fans» desean verlo en Venezuela, que no voten por Chávez, cuyas «fórmulas no son muy democráticas», ya que no piensa aparecer por ese país mientras siga siendo Chávez presidente, dado que «nunca ha habido menos posibilidades de expresión a nivel […]
Declaraba en estos días ese canturreador de loquitas quinceañeras llamado Miguel Bosé que si sus «fans» desean verlo en Venezuela, que no voten por Chávez, cuyas «fórmulas no son muy democráticas», ya que no piensa aparecer por ese país mientras siga siendo Chávez presidente, dado que «nunca ha habido menos posibilidades de expresión a nivel de medios públicos ni tanto periodista en arresto en las cárceles».
Ignoro para qué le interesa tanto al cantante español «las posibilidades de expresión» que pueda haber en el país venezolano cuando un simple vistazo a su discografía nos remite a textos tan comprometidos con la suerte de la humanidad como: «serás mi amante bandido, bandido, corazón, corazón malherido, seré tu amante cautivo, seré ahum, huracán, huracán abatido, seré tu amante bandido, seré tu amante cautivo, cautivo, ahum…». O la no menos intensa pieza literaria de su autoría que reza: «Cuando tu boca me toca, me pone y me provoca, me muerde y me destroza, toda siempre es poca, y muévete bien que nadie como tú sabe hacer café. Morena agarra, ay, me mata y me remata y vamos al infierno que nadie como tú sabe hacer café».
Claro que no toda su conmovedora lírica gira en torno a desgarros existencialistas y demás intimidades cafetaleras. En otra de sus más brillantes piezas literarias, afirma el canturreador de quinceañeras: «con un canalla como yo y un corazón en paro ¿bastaría? Porque estoy loco y es más, estoy loco y me aguanto, con un canalla como yo y un pasaporte al Congo, ¿quién no iría?
Miguel Bosé sí iría. Con un canalla como él y un buen contrato, hasta sin pasaporte iría al infierno, que mientras el diablo pague en euros jamás va a encontrar el canturreador pretextos para desairar a sus loquitas quinceañeras.
De hecho, pocos países latinoamericanos, tal vez Cuba, se han salvado de sus trascendentales gorgoritos y ejemplares escrúpulos.
En los más reputados lupanares latinoamericanos ha cantado este joven monárquico, en los cuarteles más afamados del cono sur, y nunca encontró razones para desairar tanta podredumbre y negarse a poner de relieve su perfil progresista en canciones de tanto compromiso como las descritas. Ni siquiera cuando en el pasado, visitaba los hoteles de Caracas de la mano de Carlos Andrés Pérez o de empresarios como Cisneros; o la Chile de su entrañable amiga Bolocco; o la Argentina de Menem; o la Colombia de Uribe y sus paramilitares; o la México de Calderón y el fraude; o la Miami de la que sobran los ejemplos pero que, sin duda, va a bien recompensarle sus espontáneas y desinteresadas declaraciones.
Lo que ignora el canturreador de locas quinceañeras es que en Venezuela, como en su España, no votan las loquitas quinceañeras, tampoco las cuerdas, con lo que su demanda electoral, probablemente, no surta los efectos que él espera. Por otra parte, la mayoría de la población venezolana ya está vacunada contra solfainfecciones como las que el canturreador promueve.
De hecho, a estas horas, y no obstante su terrible amenaza, ni se han producido suicidios en masa de quinceañeras venezolanas frustradas, ni se tienen noticias de algaradas en las calles reclamando su presencia.
Que feliz suerte la de Venezuela y que infeliz desgracia la de Miguel Bosé que para poder seguir viviendo en su España cañí va a tener que devaluar un tanto sus finos escrúpulos de canturreador de quinceañeras, no vaya a ser que un mal día, inoportunamente, se indigne contra el cierre de periódicos y revistas vascas como Egin, Egunkaria o Ardi-beltza; se exaspere por el cierre en el País Vasco de emisoras de radio; se irrite por la condena de 12 años a un preso por un artículo de opinión; se encolerice por someter a la justicia a un presidente autonómico acusado de haber hablado con otro político con el que todos han hablado; se enoje por llevar a la cárcel a las legítimas autoridades de Udalbiltza; o muestre su ira por los miles de vascos a los que se niega su derecho a elegir y ser elegidos, porque si Miguel Bosé, por las razones expuestas, también va a negarse a cantar en su país, pocos escenarios van a quedarle a la altura de sus aprensiones para poder seguir canturreando a loquitas quinceañeras que, a diferencia de Miguel Bosé, siguen cumpliendo años.