Los abertzales vascos conocemos bien qué significa el «vis à vis», el cara a cara, en la visita a un preso. En francés hoy rostro se dice visage, pero en tiempos se decía vis, que procedía del participio latino visum, lo visto. También en alemán y en euskera rostro está relacionado con ver, con ojo: […]
Los abertzales vascos conocemos bien qué significa el «vis à vis», el cara a cara, en la visita a un preso. En francés hoy rostro se dice visage, pero en tiempos se decía vis, que procedía del participio latino visum, lo visto. También en alemán y en euskera rostro está relacionado con ver, con ojo: Gesicht, aurpegi. Sobre Haití he observado miradas que explican muchas cosas.
Rafael Poch escribía días atrás en La Vanguardia «una de las primeras imágenes que percibí de Europa al regresar tras veinte años de ausencia, fue la foto del ex líder verde alemán Joschka Fischer con traje de Armani acudiendo al estreno de la última película de James Bond con su última esposa, treinta años más joven. Este mes Alemania ha celebrado el 30 aniversario de la fundación de los verdes, el 13 de enero de 1980 en Karlsruhe, y pocas fotos retratan mejor que esa de Fischer el estado de cosas en el viejo y socialmente dormido continente.
En 1980 los verdes eran la coalición apache de un movimiento de protesta, un «partido antipartido» compuesto por ecologistas y pacifistas, feministas, cristianos, gente del área «K» (comunistas, sector ladrillo), contraculturales y todo lo que había surgido del 68 alemán y contribuyó a democratizar un Estado de tradición gendarme y preocupante pasado. Treinta años después, el partido es un manso instrumento del establishment, que durante su paso por el gobierno federal (1998-2005) se situó a la derecha del SPD de Gerhardt Schröder, abrazó fórmulas neoliberales y el atlantismo.
En 1983 los verdes ingresaron por primera vez en el Bundestag y en 1985 Fischer se convirtió en el primer ministro verde de un estado federal (Hesse), y, a partir de 1998 en vicecanciller y Ministro de Exteriores. Los verdes de Fischer fueron decisivos para regresar a la (anticonstitucional) intervención militar alemana en el mundo; primero contra Serbia, para evitar lo que Fischer definió como «un segundo Holocausto», y luego en Afganistán, en el Índico, y donde haga falta para garantizar el «acceso» de Alemania a suministros energéticos y rutas comerciales, como dice la Canciller Merkel.
Por el camino muchos sustituyeron el colorido jersey de lana gruesa por el Armani y la corbata. Fischer es hoy asesor de BMW, Siemens y consorcios energéticos, el abogado y ex secretario de Estado Rezzo Schlauch es consejero de (EnBW), una de las grandes empresas de centrales nucleares, y su colega el también ex Secretario de Estado Matthias Berninger se dedica a promocionar la imagen en Europa de la multinacional americana de chucherías «Mars Inc.»
Y Eduardo Galeano escribía en Insurgente cosa parecida: «Haití fue el primer país donde se abolió la esclavitud. Sin embargo, las enciclopedias más difundidas y casi todos los textos de educación atribuyen a Inglaterra ese histórico honor. Es verdad que un buen día cambió de opinión el imperio que había sido campeón mundial del tráfico negrero; pero la abolición británica ocurrió en 1807, tres años después de la revolución haitiana, y resultó tan poco convincente que en 1832 Inglaterra tuvo que volver a prohibir la esclavitud».
En Haití se hace espejo la frase de que Cuba envía al mundo maestros y médicos y EE.UU. soldados. En el momento del desastre Cuba ya tenía en Haití 408 médicos y paramédicos como parte de sus planes de internacionalismo y ayuda a los países pobres, algo que la Revolución ha realizado desde los años 60. Puede que sea una de las áreas más pobres del mundo, sitiada por su vecino Israel, pero los palestinos que viven en la Franja de Gaza han donado lo poco que tiene para ayudar a quienes han sido golpeados por el terremoto en Haití. Entre las donaciones recogidas juguetes, cosméticos y caramelos; pequeños lujos que los gazatíes saben muy bien que pueden iluminar el espíritu ante la devastación… Hay ruinas en la Franja de Gaza que recuerdan los escenarios en Haití. Éstas no han sido originadas por un desastre natural, sino por bombas y obuses en el mortífero ataque de Israel a Gaza de hace un año. Los palestinos dicen que entienden el dolor de Haití.
Y es que como decía Evaristo Marcano en Rebelión: «El Ser de un país (cómo es), siempre aparece aunque hagan esfuerzo por disimularlo… El alacrán simplemente realiza un acto de los pocos que tiene «programado». Y de nuevo el maestro Eduardo Galeano: «Haití es un país arrojado al basural, por eterno castigo de su dignidad. Allí yace, como si fuera chatarra. Espera las manos de su gente».
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.