Alrededor de la prostitución, un conjunto de mitos falsean su realidad y dificultan una aproximación racional a la misma: Libertinaje: la prostitución es lo contrario a una conducta sexual libre, en cuanto que, en vez de motivarse en la búsqueda de un placer recíproco, está forzada por un condicionamiento económico. Esclavitud: aunque en el marco […]
Libertinaje: la prostitución es lo contrario a una conducta sexual libre, en cuanto que, en vez de motivarse en la búsqueda de un placer recíproco, está forzada por un condicionamiento económico.
Esclavitud: aunque en el marco de la prostitución pueden darse situaciones similares a la esclavitud especialmente en conexión con formas de inmigración ilegal, la prostitución en sí misma se corresponde plenamente con las características del sistema capitalista, que tiende a convertido todo en mercancía.
Trabajo: aunque la prostitución pueda ser «productiva» para los empresarios que obtengan beneficios de la misma, no es propiamente un trabajo, del mismo modo que no lo es la actividad de un asesino a sueldo o de un mercenario: ni crea riqueza ni satisface ninguna necesidad social, sino que por el contrario pervierte la sexualidad humana al cosificarla privándola de su función socializadora como forma de comunicación interpersonal.
Por todo esto, tiene tan poco sentido propugnar la abolición de la prostitución (se pueden abolir leyes o normas, no realidades sociales) como defender su regulación laboral, como hace la secretaria de la mujer de CC.OO.-PV al pedir «dotar a estas mujeres de un marco normativo que regule sus derechos y deberes» para acceder a «beneficios laborales». Naturalmente que, en cuanto que haya prostitutas, tendrán que tener todos los derechos genéricos de los seres humanos, pero no tiene sentido que el Estado pueda dictar una norma por la cual se pueda obligar a prácticas sexuales, por ejemplo dando valor legal a un «contrato laboral» como prostituta. Si esta norma se llegara a dictar, sí habría que exigir su abolición.
Lo que hay que hacer ante la prostitución es esforzarse por su erradicació*n*, actuando tanto sobre su oferta (proporcionando medios económicos y laborales alternativos a quien ejerce la prostitución) como sobre su demanda (con una educación sexual que favorezca relaciones sexuales libres). Evitando tanto la hipocresía moral como la resignación ante una tal lacra social.