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Modelo de acumulación y año electoral

Fuentes: Rebelión

Durante el apogeo del imperio abásida (750-1258) el idioma árabe reemplazó al griego como lengua universal para la investigación científica. En el curso de 150 años, los árabes tradujeron todos los libros griegos disponibles sobre ciencia y filosofía. Ya pocos recuerdan que la primera alusión a una fábrica de papel data del año 795 d.n.e, […]

Durante el apogeo del imperio abásida (750-1258) el idioma árabe reemplazó al griego como lengua universal para la investigación científica. En el curso de 150 años, los árabes tradujeron todos los libros griegos disponibles sobre ciencia y filosofía. Ya pocos recuerdan que la primera alusión a una fábrica de papel data del año 795 d.n.e, se ubicaba en Bagdad, la capital abasí, mientras que en la Europa cristiana se seguía elaborando libros y mapas mediante el laborioso proceso de estirar, limpiar y después secar pieles de animales; y morían millones de peste bubónica.

En el siglo IX los árabes conocían las seis funciones trigonométricas: seno, coseno, tangente, cotangente, secante y cosecante. Solo la primera fue una importación; las otras cinco son descubrimientos árabes. Esto permitió sustituir los diagramas geométricos por cálculos trigonométricos, lo que abrió el camino a la astronomía, ingeniería y matemática moderna. Esta es una pequeña muestra de los logros intelectuales que permitieron en esa época convertir a los árabes en potencia mundial.

Uno de los más destacados califas del imperio abasí fue Al Mansur, él entendió que sus extensos dominios no eran poder en sí mismo sino los transformaba en potencia científica. La política intelectual abasí amplió las fronteras de la filosofía y ciencias puras. Este movimiento técnico y científico se expresó en una institución, la Casa de la Sabiduría o Bait al Hikma. Entre otros aspectos, la Casa de la Sabiduría, lo que hoy equivaldría a Silicón Valley, congregaba a estudiosos e intelectuales de todos los rincones del imperio que desarrollaban proyectos de todo tipo.
Esa experiencia histórica nos dice que para lograr transformar una sociedad en potencia tecnológica se requiere los siguientes elementos fundamentales: a) liderazgo político; b) política pública, en lenguaje de hoy; c) un instrumento, llámese Casa de la Sabiduría, parque tecnológico u otro; y d) intencionalidad geopolítica y económica-comercial. Si Al Mansur podría ver la destruida Bagdad actual, a más de provocarle tristeza, comprendería que sus enemigos políticos destruyeron su civilización a través de desmantelar su modelo de conocimiento y acumulación, usando entre otras, herramientas geoestratégicas como el neo oscurantista Estado Islámico.

El camino de un modelo cultural a otro no puede realizarse sin crisis. Así, la sociedad agraria tuvo su propio modelo cultural y sus conflictos estuvieron determinados por ello. El paso a una sociedad pos-agraria provocó rupturas. El pasaje de un tipo de acumulación, de un modelo de conocimiento o de un modelo cultural a otro siempre es conflictivo. Lo que refleja las tensiones propias de la economía política local. El modelo cultural desempeña un rol central en la formación de los modelos de conducta en la sociedad.

Aquí cabe la pregunta: ¿Cuál ha sido la conducta y el modelo de acumulación que ha predominado? La respuesta la encontramos en los numerosos libros que lo explican. Pero en resumen, el modelo primario exportador que ha prevalecido es responsabilidad de determinada clase social que ha dominado históricamente la política en los países periféricos, como el Ecuador. Romper esa herencia histórica no es cuestión de unos pocos años como reclaman los políticos acomodadizos «salvadores de la patria». Pero desde que las ciencias sociales adquirieron esa categoría, es decir, ciencia, se conoce los caminos para acortar los tiempos. El problema esencial es quién dirige el poder político, qué modelo de acumulación impulsa, a quién beneficia, a pequeños grupos oligárquicos o a la mayoría en una sociedad.

La oposición que se contrapone a todo en el gobierno del presidente Rafael Correa, en este año electoral tratará de ocultar convenientemente su verdadera conducta cultural, su real modelo político-económico. El sujeto político-social surgido en el proceso de la Revolución Ciudadana tendrá el reto de develar la histórica actitud de ese sector acomodado en el capitalismo dependiente, pro-imperialista y de la economía de la intermediación. Los mercaderes y chulqueros que prefieren la economía fácil de la especulación procuran secuestrar la economía de una nación, su tarea no es crear valor-riqueza a través del trabajo, como nos enseña la economía política clásica.

Solo la Revolución Ciudadana puede mostrar a los ciudadanos sus esfuerzos por cambiar el tipo de acumulación de nuestra sociedad, una basada en la creatividad, productividad y conocimiento. En este año se tiene que elevar la conciencia social en este sentido. Si bien el concepto de cambio de la matriz productiva ha calado en la población, la sociedad ecuatoriana debe ampliar su comprensión y saber que puede transformarse a sí misma con proyectos como Yachay – Ciudad del Conocimiento, por ejemplo. Se tiene que sembrar mayor conciencia social sobre la importancia de cambiar nuestra forma de crear riqueza, la necesidad de que todos contribuyamos al cambio de la matriz productiva en todos los niveles: simbólico, pragmático y política económica; en la familia, en las empresas, en el sistema educativo, en todas partes. Cuando un padre de familia prioriza en su presupuesto familiar la educación de sus hijos, está contribuyendo a la movilidad social y a la transformación del sistema productivo.
Yachay representa el esfuerzo por transformar nuestro modelo cultural, nuestra forma de crear riqueza. Hay que preguntarle a la oposición que haría con Yachay, de hecho se han opuesto a ese proyecto, si es así, qué modelo de acumulación ofrecen a la sociedad ecuatoriana, cuál es su modelo de desarrollo, cómo lo piensan administrar. En este año electoral, todo actor social debe contribuir a evidenciar las mentiras del potencial marketing político que se viene, con sus globos de todos los colores y la «revolución» de la alegría. Y si nos dicen «cambiemos» hay que exigir que nos expliquen el significado de ese supuesto cambio que nos proponen o es la perpetuación del gamonal agroexportador que monitorea su negocio desde Miami.

El sector político-económico que ha controlado el Estado desde el inició de la Republica, con pocas interrupciones a lo largo de la historia: Revolución Alfarista, Revolución Juliana y ahora Revolución Ciudadana; ha impregnado su ideología y modelo cultural en diversos sectores de la sociedad ecuatoriana, lo que explica en parte, determinadas conductas sociales y políticas. No se entiende por ejemplo, que las universidades hayan devuelto el 30% de su presupuesto del año 2014, ¿es esta una forma de contribuir al cambio del modelo cultural, al fomento de una nueva matriz productiva? Después de un primer remezón que produjo la política universitaria de la Revolución Ciudadana, de nuevo vemos signos de acomodamiento en la universidad ecuatoriana, prueba de que la autoregulación no existe y que el Estado no puede aflojar los controles. No permitamos nunca más que el modelo cultural neoliberal vuelva a dirigir nuestra historicidad.
 
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.