La traición de Moreno no tiene nada que ver con su condición de persona con discapacidad o algo parecido. La traición política es tan vieja como la misma ‘invención’ de la política. Maquiavelo hablaba de las conjuras, y las definía como algo muy peligroso para el príncipe y la patria, pues «vemos que por su […]
La traición de Moreno no tiene nada que ver con su condición de persona con discapacidad o algo parecido. La traición política es tan vieja como la misma ‘invención’ de la política. Maquiavelo hablaba de las conjuras, y las definía como algo muy peligroso para el príncipe y la patria, pues «vemos que por su causa han perdido la vida y el estado más príncipes que en la guerra abierta. Pues poder hacer la guerra abiertamente a un príncipe es algo reservado a unos pocos, mientras que cualquiera tiene posibilidades de forjar una conjura contra él.» [1]
Moreno, cual perfecto cortesano, demostró ser un maestro en el arte de la manipulación, un mago de la apariencia, intencionadamente forjó la imagen de la cara amable del poder y en eso le ayudaron los medios «libres e independientes» evidenciando una alianza solapada con ellos. Antes de llegar a ser presidente de la República, nunca dijo más de lo estrictamente necesario y finalmente acumuló influencia. Ya decía Kierkegaard: «El mundo quiere que lo engañen», y claro, el instinto humano siempre tiende a creer en las apariencias.
El problema radica en quienes tuvieron en sus manos decisiones de carácter político-estratégico, y aparentemente ostentaban sagacidad política, pero finalmente demostraron un nivel de ingenuidad no apto para la conducción de un proceso, entendiendo esto como claridad en los fines y medios para llevar a cabo un proyecto que buscaba ser revolucionario. ¿Acaso no hubo señales y alertas sobre la potencial actitud que asumiría Moreno, cuando se conocía claramente sus limitaciones políticas, de gestión y sus relaciones personales? ¿Por qué se hizo caso omiso a aquello a pesar de las advertencias? ¿Qué y quiénes influyeron en la decisión clave de designar a Moreno como candidato de la Revolución Ciudadana? ¿Acaso el ego, las inefables encuestas, la enfermedad del poder, la corte de adulones? Es evidente que no existió un verdadero equipo de análisis estratégico, con personas que realmente piensen y no tengan temor de discrepar, para asegurar el proceso. Hasta el momento, no hemos escuchado una seria y profunda autocrítica de quienes colocaron al país y al proceso de la Revolución Ciudadana en la actual situación, la que serviría para obtener lecciones.
Hoy han devenido en morenistas, la derecha ecuatoriana; los medios «libres e independientes» que le otorgan a Moreno un enorme blindaje mediático; unas organizaciones políticas y sociales de «izquierda», que no entendemos por qué la gran mayoría de analistas, siguen calificándoles de «izquierda», cuando hace mucho dejaron de serlo; y también vemos a un embajador convertido en el primer fan de su nuevo aliado estratégico, por no decir, cuántico.
Hoy el morenismo se solaza y está divertido con lo que ha conseguido, han logrado aprobar la ley «Trole 3», que amenaza a la dolarización; han cooptado a gran parte de las decadentes organizaciones sindicales e indígenas que en algún momento de la historia jugaron un rol digno; han destruido a la organización política denominada Alianza PAIS que hizo posible los triunfos electorales de la década ganada; a través del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social Transitorio, nombran a dedazo directo, sin mediar ningún tipo de selección, a todas las autoridades de control, entre otros ‘éxitos’ del morenismo; y actúan como si ha llegado el fin de la historia, como si su contra-reforma será para siempre, cuando tarde o temprano, la acumulación de furia que se teje lento pero seguro en el pueblo ecuatoriano, dará su fruto en el momento menos esperado, no olviden que nuestra historia se ha caracterizado por ser particularmente insurreccional – volcánica. Un ejemplo de aquello fue la Rebelión Forajida, de la cual estuvieron ausentes las «históricas» organizaciones de «izquierda» y su partidocracia. El pueblo ecuatoriano de a poco está asimilando el costo de la traición y cuando tome absoluta conciencia, veremos un ‘recomienzo de la historia’. Sin duda, las consecuencias de la teología neoliberal impuesta por los morenistas contribuirá decisivamente a esa toma de conciencia.
Hoy en la intimidad de la sociedad ecuatoriana se está tejiendo un nuevo movimiento social; es un desarrollo inevitable, vamos hacia una coordinación de diversos colectivos ciudadanos y la construcción de una nueva narrativa multitudinaria conectada en red, basada en el reconocimiento generalizado de la diferencia, derivación de la amplia fuerza productiva social, pero con un programa mínimo basado en principios. Sin temor a reconocer la lucha de clases, es decir, el conflicto y los intereses contradictorios, de cuyo reconocimiento rehuyeron determinados dirigentes de la Revolución Ciudadana, y que hoy dolorosamente la padecen en carne propia. La vigencia conceptual de determinadas categorías históricas, políticas y sociales, se expone en la acción política de los morenistas, que sin ninguna contemplación, buscan destruir lo que denominan correísmo, pero no se percatan que la desobediencia activa radical de las masas es más compleja que los membretes, y también no advierten de los importantes cambios geopolíticos que están ocurriendo en el mundo, aspecto que influenciará de manera sustancial en los procesos de lucha de los pueblos.
Nota:
[1] N. Maquiavelo, De los conjuros, Ed. Taurus, 2012, México, p.7
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