Recomiendo:
0

Moreno entrega el panóptico digital a Pompeo

Fuentes: Rebelión

Hago alusión al concepto que desde un enfoque político desarrolló Michel Foucault sobre la noción originaria de panóptico de Jeremy Bentham (arquitectura y maquinaria de disciplinamiento penitenciario), esa idea que transforma a todos los ciudadanos de una sociedad en sospechosos, -criminalizando a toda la colectividad-, pero en realidad, el más sospechoso es el que te […]


Hago alusión al concepto que desde un enfoque político desarrolló Michel Foucault sobre la noción originaria de panóptico de Jeremy Bentham (arquitectura y maquinaria de disciplinamiento penitenciario), esa idea que transforma a todos los ciudadanos de una sociedad en sospechosos, -criminalizando a toda la colectividad-, pero en realidad, el más sospechoso es el que te observa, y esto se confirma con las revelaciones de Edward Snowden, sobre la vigilancia masiva a la que estamos sometidos todos, convirtiendo al mundo en una especie de panóptico digital, no solo por la evolución actual de la tecnología sino por el alcance de las neurociencias. Algo que ni Bentham ni Foucault pudieron imaginar es la inmensa amplitud del principio panóptico en la era del Internet, adicionalmente el Big Brother orwelliano se quedó corto frente al Big Data y la casi absoluta pérdida de privacidad.

Ya en septiembre de 2014 en un amplio artículo que titulamos: «Acerca de la soberanía del Ecuador en el ciberespacio», advertíamos sobre la sistemática intromisión de agentes gubernamentales y no gubernamentales en nuestro ciberespacio, expresamos la necesidad de generar masiva conciencia sobre este problema y la exigencia de generar capacidades propias en infraestructuras, estrategias y políticas públicas para preservar nuestra soberanía en ese campo, para proteger la seguridad ciudadana (sobre todo su privacidad) y estatal (instalaciones y servicios sensibles), mucho más en esta economía cada vez más dependiente del Internet. Señalábamos que «la tecnología presente está convirtiendo en pieza de museo, nuestra comprensión de lo que puede ser una guerra», lo cual se comprueba con los ataques al sistema eléctrico venezolano y las denuncias mutuas de ataques cibernéticos que se hacen las potencias.

Sin embargo, a pesar de todas las nuevas noticias e informaciones relacionadas a la temática, Moreno y lo que él representa, entrega justamente a EE.UU, -responsable de la vigilancia masiva a toda la humanidad, de la cual no se han salvado ni sus propios aliados ni presidentes como Ángela Merkel-, la ‘cooperación’ para el desarrollo de nuestra ciberseguridad. Lo de Moreno no es ingenuidad, es simple entreguismo y complacer a EE.UU en una materia que para ellos es supremamente estratégica. No en vano, con la neutralización de UNASUR se boicoteó la posibilidad de construir nuestro propio anillo de fibra óptica para conectar la región sin depender de los EE.UU, entre otros aspectos necesarios de implementación en esta materia.

En el capitalismo de datos y en red actual, el dato es un recurso económico igual o aún más importante que cualquier recurso natural. Con los datos las grandes empresas tecnológicas, que son las más valoradas en el mundo actual, hacen negocios de todo tipo e influyen (o injieren) en los procesos democráticos de los países. Si se sigue entregando los datos de un país o toda una región, como la latinoamericana, a los EE.UU, no se hace más que reproducir eternamente la dependencia económica y política de Nuestra América. Aquí vale recordar rápidamente lo que las teorías del desarrollo y especialmente la teoría de la dependencia señala. Esta indica que la condición de subdesarrollo de los países productores de materias primas se perpetúa debido básicamente a cuatro factores: 1) No generar procesos productivos tendientes a fortalecer el mercado interno, no hablamos de autarquía, sino salvaguardar la producción interna; 2) No romper la relación Centro-Periferia a través de una inserción inteligente en el sistema mundo; 3) No disminuir las condiciones de intercambio desigual; y, 4) No frenar el circulo vicioso de exportar riqueza a los países desarrollados a través de diversos mecanismos, como por ejemplo, deuda externa ilegítima, o la transferencia de valor a las empresas transnacionales. Cuando no hay independencia ni soberanía, como le sucede al Ecuador actual, no se hace más que ponerse al servicio de la acumulación de capital de potencias como EE.UU.

Moreno habló de la necesidad de proteger nuestra información y redes, pero esto no se logra confiando en una potencia con dudoso prestigio en esta materia, sino desplegando capacidades e infraestructuras propias, como lo han hecho o lo están haciendo otros países.

La economía digital, el frente digital, constituye hoy en día el aspecto fundamental que compone el nuevo orden internacional que está surgiendo, esto explica por ejemplo, la lucha en torno a Huawei y el 5G. Mantener el liderazgo tecnológico tiene que ver también con la posibilidad de mantener la hegemonía financiera estadounidense y en consecuencia eternizar la subordinación de sus «socios» en comercio, patentes, precios altos por los productos con valor agregado, etcétera.

En este marco no es de sorprenderse el gran agradecimiento que Pompeo le tiene a Moreno, ya que ha convertido de nuevo al Ecuador en una República imaginaria cruzada por una línea también imaginaria, la equinoccial.

 

 

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.