Lula vive una semana impresionante. El lunes habló en la apertura del Congreso de los trabajadores rurales, a una concentración de miles de personas, en Brasilia. El martes tuvo que declarar en un proceso absurdo en el cual es reo, sin ningún argumento. El fue acompañado de la militancia política, contestó a todo, concluyó con […]
Lula vive una semana impresionante. El lunes habló en la apertura del Congreso de los trabajadores rurales, a una concentración de miles de personas, en Brasilia. El martes tuvo que declarar en un proceso absurdo en el cual es reo, sin ningún argumento. El fue acompañado de la militancia política, contestó a todo, concluyó con un discurso político sobre su trayectoria, sobre su gobierno y de denuncia de las persecuciones que él sufre. Fue tan demoledor, que el principal cronista de derecha, de la revista Veja, dijo que Lula se había comido totalmente al juez, había salido muy bien.
El miércoles fue un día muy importante en la lucha en contra del paquete neoliberal del gobierno de Temer. Se convocó una jornada de movilizaciones nacionales y de huelga en contra específicamente de la reforma de las jubilaciones y de la reforma laboral que el gobierno envió para su trámite en el Congreso.
Fue la más grande jornada de movilizaciones populares que Brasil haya conocido desde la ruptura de la democracia. Hubo manifestaciones callejeras en cientos de ciudades por todo el país. En una ciudad como Sao Paulo, por primera vez los servicios de subte y de ómnibus pararon, generando una situación nunca antes conocida en la más importante ciudad de Brasil.
El día convergió hacia la más grande concentración de la jornada, en la Avenida Paulista, la principal vía de Sao Paulo, donde se concentraron 500 mil personas, que se las arreglaron para llegar, superando la huelga de los trasportes. Intervinieron líderes sindicales y de movimientos sociales -como el de los sin tierra y de los sin casa, entre otros, hasta que llegó Lula.
Lula dijo que el pueblo solo se va detener, cuando pueda elegir democráticamente su gobierno, con la gente toda gritando su nombre. Criticó las medidas propuestas por el gobierno de Temer y afirmó que éste «debiera ser presidente de una empresa, para vender lo que produjera y no vender los bienes del pueblo brasileño». Y agregó: «Este país era respetado en todo el mundo, hoy tenemos un presidente que no tiene coraje ni de ir a Bolivia».
Como pasa ahora con todas las reuniones en que participa Lula, terminan adquiriendo un carácter de campaña electoral, con las consignas tradicionales de las campañas anteriores de Lula. De hecho, el PT ha decidido que va a lanzar la pre-candidatura de Lula a la presidencia de Brasil antes incluso del Congreso del partido – que se realizará los días 1, 2 y 3 de junio -, para imponer un clima de disputa electoral desde ahora. Para ello Lula prepara un plan de seminarios para discutir su plataforma política para la campaña del próximo año (en caso de que ninguna otra circunstancia anticipe esa fecha).
Un reportaje de Folha de Sao Paulo, de una periodista de Curitiba, a partir de ecos de los que llevan la operación Lava Jato y los procesos en contra de Lula, dijo que el plan es tratar de sacar al ex presidente de la vida política entre junio y octubre del 2018, es decir, en el auge de la campaña electoral, que concluirá en octubre de ese año. Es difícil imaginar, a partir del clima de movilización de masas en la perspectiva electoral ya iniciado en Brasil, sumado al desgaste cada vez más grande del gobierno, que sea posible una operación jurídica en contra del líder más popular de la historia brasileña, desde ahora ya líder de las encuestas en todas las circunstancias, en primera y segunda vuelta.
El juez Sergio Moro, quien más directamente se erigió como el enemigo político de Lula, que busca inhabilitarlo electoralmente, el mismo que intentó tomarlo preso hace un año, convocó a Lula para el 3 de mayo para que rinda declaraciones en Curitiba. Una ciudad que no es el feudo privilegiado de Moro -a la que él llama Republica de Curitiba-, al punto que una manifestación convocada por sus simpatizantes para apoyarlo, la semana pasada, tuvo la participación de solamente 15 personas.
Por otra parte, se convoca a una inmensa manifestación para acompañar a Lula ese día, en el contexto de una circunstancia especial pues habría enfrentamiento entre los partidarios del ex presidente y de sus detractores, además de que se verán frente a frente, por primera vez, Lula y Moro. Por la experiencia de esta semana, Lula, que ya llamó a los jueces responsables por la persecución a su mujer, cuyo fallecimiento tuvo que ver directamente con lo que han hecho arbitrariamente y en forma cruel en contra de ella, no dejará pasar esa oportunidad no solo para defenderse de las acusaciones, sino también para relatar su trayectoria como líder social y político, recordar las realizaciones de su gobierno y denunciar las persecuciones de que es víctima.
Pero antes de ese momento, concluyendo una semana muy intensa, Lula irá, con Dilma, al nordeste, a la provincia de Paraiba, hacia donde llega el río más importante de Brasil, el río Sao Francisco, cuya obra es responsabilidad de los gobiernos del PT, pero que Temer fue a «inaugurar» la semana pasada, bajo la protesta de la población local, que sabe que la paternidad de la obra es de Lula y de Dilma. Será una manifestación extraordinaria, para la cual se preparan caravanas de todo el nordeste del país. Será un fin de semana simbólicamente muy fuerte y políticamente consagrado para Lula y también para Dilma.
Mientras tanto, si el gobierno ya sufría muchas dificultades con su propia base parlamentaria de apoyo para aprobar su proyecto de modificadores del sistema de jubilaciones, a partir de las manifestaciones de hoy, las perspectivas son todavía peores para el gobierno. A ello se suma el inicio de los procesos en contra de por lo menos 5 ministros de Temer, en el Supremo Tribunal Federal.
Emir Sader es sociólogo y científico político brasileño, coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ)