Los cambios producidos por los problemas económicos de Ecuador y los avances de la derecha.
El politólogo mexicano Jorge Castañeda escribe en The New York Times (http://goo.gl/bUkJf3) sobre la «muerte» de la izquierda en América Latina, y señala los triunfos derechistas en Venezuela, Argentina y Bolivia, los problemas en Brasil y Chile, o los de Ecuador, incluyendo el retiro de Rafael Correa como candidato para 2017. Considera que si algún día la izquierda retoma el poder, habrá aprendido dos lecciones: una, que el manejo económico con el «boom de los commodities» permitió amplios beneficios sociales, pero que no se tomaron las previsiones para algún momento de crisis que, al llegar, acabó con las políticas izquierdistas; y, dos, que la corrupción afecta políticamente a los gobiernos de derecha tanto como a los de izquierda.
La simpleza del análisis deja de considerar que los gobiernos de «izquierda» tienen como principales enemigos al imperialismo, las élites empresariales y la cúpula más influyente de medios de comunicación privados, una poderosa trilogía difícil de vencer en la era de la globalización transnacional.
Más valiosa es la reflexión de Atilio Borón en una reciente entrevista (radio Pichincha-U. http://goo.gl/HPiKjR), quien señaló que hay una izquierda que no ha entendido la complejidad de la situación internacional y «se solaza criticando el reformismo y la debilidad» de los gobiernos de nueva izquierda; al mismo tiempo que estos, asediados por la crisis internacional, a veces piensan que con «gestos» más o menos complacientes, que favorezcan ciertos intereses establecidos, van a lograr alguna «tregua», lo cual es un «error muy grande», porque esas derechas son insaciables, hacen suya la lucha de clases y «dan batalla» para restaurar su poder.
Desde 2007 en Ecuador, el gobierno del presidente Correa, identificado con la «nueva izquierda» latinoamericana, contó con recursos que posibilitaron avances económicos y sociales, con beneficios inéditos para las condiciones de vida y trabajo de la población, reconocidos por la Cepal, NN.UU., Banco Mundial y hasta el FMI (http://goo.gl/V6n89U), con lo cual, la Revolución Ciudadana inauguró un nuevo ciclo histórico. Pero los problemas económicos acelerados durante 2015 han girado el panorama y las batallas de la derecha ganan a pasos agigantados. Cito tres ejemplos: en mayo de ese año, la Ley de Remisión de Multas favoreció a grandes empresas deudoras de impuestos al SRI (EL TELÉGRAFO, 6/5/15); en octubre, la Ley de Incentivos para las Asociaciones Público-Privadas inclinó las ventajas para el sector empresarial; y en días pasados la Ley Orgánica del Trabajo Juvenil, Regulación Excepcional de la Jornada del Trabajo, Cesantía y Seguro del Desempleo, ha impuesto la flexibilidad laboral, afectando derechos pro-operario.
Siguiendo a Borón, «a veces» hay medidas inevitables; pero cuanta concesión se acumule, genera un «gran error»; y los sectores interesados en la efectiva muerte de los gobiernos de nueva izquierda avanzan, no perdonan. Ocurrió con la Revolución Liberal (1895-1911) y con la Revolución Juliana (1925-1931), cuando cedieron en «gestos».