En este artículo el autor muestra cómo en la política brasileña las mujeres, la población negra y la juventud son los grandes ausentes.
Los grandes ausentes de la política brasileña son las mujeres, los negros y los jóvenes. La política brasileña, así como los puestos de poder en el país, en el ejecutivo, en el legislativo y en el judicial, son, en general, cosas de hombres blancos adultos.
Incluso se dice que cuando una mujer alcanza una posición de poder, esa posición ya ha perdido al menos parte de su poder. Las mujeres tardaron mucho en llegar a puestos importantes en el sistema bancario. Pero hasta el día de hoy, los hombres ocupan la mayoría de los puestos de toma de decisiones en ese sistema.
Las mujeres ya son una parte importante de los escaños parlamentarios. Pero los presidentes de las cámaras del Congreso suelen ser hombres. Ya hay varias mujeres presidentas de partidos, incluido el partido más fuerte de izquierda, el Partido de los Trabajadores (PT).
En el Poder Judicial, las mujeres están presentes, pero en minoría. Una mujer fue elegida presidenta de Brasil, pero fue víctima de una brutal campaña de inhabilitación, que apenas logró ocultar su carácter sexista.
Los negros han elegido a importantes representantes en los parlamentos, incluidos destacados líderes negros, algunos de los cuales son trans. Las elecciones municipales de hace dos años lograron elegir, en Curitiba, dos grandes líderes del movimiento negro, por el PT, como concejales. Pero la mayoría de los parlamentarios, en todos los niveles, siguen siendo no negros, a pesar de que los negros son mayoritarios en la población brasileña.
Los jóvenes han desarrollado importantes movilizaciones, con organizaciones, especialmente en la periferia de las grandes ciudades, en particular movimientos de jóvenes negros. Las mujeres negras todavía tienen una participación minoritaria en estos movimientos.
Una política de democratización en Brasil requiere, sobre todo, que la mayoría de los candidatos de los partidos de izquierda sean mujeres, negros y jóvenes. Solo cuando eso ocurra tendremos un amplio proceso de renovación de la política brasileña.
Todavía no aparece una nueva generación de candidatos en las próximas elecciones que pueda representar esta renovación. Pero hay muchas candidatas mujeres, negras y jóvenes, que luchan con mucha dificultad para conseguir los recursos y el espacio para sus campañas.
Incluso en los partidos, aún con la política de cuotas, los hombres y los adultos siguen jugando un papel importante. Mujeres, negros y jóvenes logran tener importantes roles en movimientos sociales, pero en general no aportan un gran número de líderes, reales o potenciales, a las listas de candidatos de los partidos de izquierda.
En la dirección de los partidos, en las bancadas del Congreso Nacional, cámaras provinciales y municipales, esta situación aún no ha cambiado significativamente. Hay una gobernadora de provincia, del PT, la única en todo Brasil y una vicegobernadora, también del PT, que ahora asumió el cargo de gobernadora, sobre un total de 27 estados. La gran mayoría de los alcaldes son hombres. Ha habido avances significativos, pero todavía insuficientes.
¿A qué se debe esta no correspondencia con la composición de la población, en la que la mayoría son negros y mujeres, sin que esto se traduzca en representaciones en las instancias de poder en la sociedad?
Sin duda, a la discriminación de la mayoría de la sociedad en relación a estos sectores. Las mujeres empiezan a votar por mujeres, pero este no es el fenómeno predominante, de lo contrario tendrían mayoría en los parlamentos. Asimismo, si los negros votaran por los negros, serían mayoría. Es más probable que los jóvenes voten por los jóvenes, pero no necesariamente por aquellos con conciencia social.
La campaña para que los jóvenes menores de 18 años se empadronen para votar a finales de este año, tuvo un relativo éxito, pero hay todavía siete millones de mayores de 16 años que podrían votar y no se han inscrito. El desinterés político por la sociedad se refleja más directamente en los jóvenes, en los que una parte de ellos se suma a la idea de “la política no sirve”, “todos son iguales” y “la política es mala”.
Básicamente, esta batalla solo se ganará con el rescate de la política, que solo es posible en democracia y con gobiernos que sirvan a los intereses de las masas de la población, más particularmente a los intereses de las mujeres, los negros y los jóvenes.
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