Su literatura comprometida contra la desigualdad que sufrió su país durante 44 años con el régimen del «apartheid», la convirtió en una de las voces más poderosas en defensa de la mayoría negra y en la principal representante contemporánea de las letras sudafricanas.
La escritora sudafricana, ganadora del Nobel en 1991 y una de las voces literarias más poderosas contra el apartheid, había nacido el 20 de noviembre de 1923 en Springs, una población minera cercana a Johannesburgo, en el seno de una familia judía de clase media integrada por un relojero de origen lituano y una británica
Sudafricana de origen europeo, Gordimer siempre reivindicó su identidad africana y convirtió su país natal no solo en escenario de su vida sino también de su obra. «Yo soy africana y el color de la piel no importa», afirmó la escritora, quien a los 18 años tomó conciencia que «tenía más en común con los jóvenes negros que con los blancos, sólo interesados en las actividades de la comunidad blanca».
Su literatura comprometida contra la desigualdad que sufrió su país durante 44 años con el régimen del «apartheid», la convirtió en una de las voces más poderosas en defensa de la mayoría negra y en la principal representante contemporánea de las letras sudafricanas.
Por ello, a los 67 años, se convirtió en la primera mujer, desde 1966, en recibir el Nobel de Literatura, tras la alemana Nelly Sachs, quien lo había compartido con el israelí Samuel Agnon.
Nacida en 1923 en la localidad minera de Springs, próxima a la capital sudafricana, Johannesburgo, su pasión por la escritura arrancó cuando tan solo tenía 9 años. Seis años después publicó su primer relato. Pero no fue hasta 1953 cuando publicó su primera novela, «The Lying Days», que tuvo una gran acogida tanto a nivel nacional como internacional. Luego publicaría más de una veintena de obras, entre ellas «La huella del viernes» (1960), «La hija de Burger» (1979), «Something out There» (1984), «Un capricho de la naturaleza» (1987), «Nadie que me acompañe» (1994) o «The Pickup» (2001).
Gordimer siempre consideró que, como figura pública, y sudafricana de raza blanca, debía luchar para lograr una nueva democracia en su país. Por eso, en todas sus obras se implicó moral y políticamente, entre otras en «La hija de Burger», una novela en la que exploró los sentimientos contradictorios de una mujer blanca cuando su padre comunista fue encarcelado por oponerse al sistema.
Sus críticas contra el régimen también le crearon enemistades, especialmente del Gobierno del «apartheid», que prohibió la publicación de tres de sus obras: «La hija de Burger», «Mundo de extraño» y «La gente de July». Pero pese a los obstáculos, Gordimer nunca abandonó Sudáfrica y siguió abordando las presiones del régimen de segregación racial a través de historias de amor, odio y amistad.
De hecho, su compromiso social transcendió sus obras y se unió al Congreso Nacional Africano (ANC) cuando la organización política todavía era ilegal (1960-1990), y así se convirtió en una figura emblemática en la lucha contra el «apartheid» que terminó en 1994, cuando Nelson Mandela se convirtió en el primer presidente negro de Sudáfrica, elegido en elecciones libres y democráticas.
Gordimer también fue una gran luchadora por los Derechos Humanos en todo el mundo y entre sus principales preocupaciones figuraba que la alfabetización se convirtiera en un «derecho inalienable». Durante su larga trayectoria profesional, fue distinguida con más de doce doctorados «honoris causa», entre otros, de las universidades estadounidenses de Yale, Harvard y Columbia; además de la británica de Cambridge; la belga de Lovaina o la sudafricana de Ciudad del Cabo.
La escritora y activista, de origen judío, soñaba con la «justicia humana extendida a todos» y en la lucha por conseguir este sueño consideraba que los escritores tenían un papel esencial. Por eso, siempre pidió a sus colegas una literatura comprometida y no dejó de escribir hasta que su salud se lo permitió: en 2012 publicó su última novela, «No hay tiempo como el presente».
«Algunas personas dicen que me dieron el premio (el Nobel de Literatura) no por lo que he escrito, sino por mi política. Pero yo soy una escritora. Esa es mi razón para seguir con vida», manifestó Gordimer al recibir el galardón.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-250733-2014-07-14.html