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Murió Osama Bin Laden o el juguete fabricado del imperio por subasta de liquidación

Fuentes: Rebelión

Estados Unidos necesita de enemigos. Es una necesidad imperiosa. Es el bien y el mal en una lucha permanente para darle contenido a las moralidades, es el juego de la geopolítica para conferirle espacio al disparo de las armas virtuales, que atacan desde la impunidad de los escritorios con solo apretar botones o apagar las […]

Estados Unidos necesita de enemigos. Es una necesidad imperiosa. Es el bien y el mal en una lucha permanente para darle contenido a las moralidades, es el juego de la geopolítica para conferirle espacio al disparo de las armas virtuales, que atacan desde la impunidad de los escritorios con solo apretar botones o apagar las luces del mundo.

Osama Bin Laden fue un enemigo de altura, al menos así nos lo hicieron creer los voceros militares de La Casa Blanca especialistas en inseguridades y en fallar en blancos humanos, pero causaba risa que un imperio armado hasta los dientes de tecnología buscara con gran ahínco topográfico con radares y GPS, las cuevas más olvidadas de este aparentemente inofensivo marsupial de barba quejumbrosa y de vestiduras de monje musulmán, que se agachaba como cualquier paria indefenso ante las cámaras y los lentes del mundo para crispar nervios y hacer advertencias.

Hasta el más limitado espectador del panorama le cuesta entender la seriedad de un Goliat que vio legitimado su intención de atacar Iraq, Pakistán y Afganistán causando millares y millares de muertes de hombres, mujeres y niños, en busca del engendro del mal que por una obra de la providencia de Alá, permitió que los altos mandos políticos y militares del Gobierno de los Estados Unidos, comprara bajo los presupuestos de estados de emergencia armas de grueso calibre y de alta tecnología, a las corporaciones y transnacionales especializadas en la industria de la muerte, sin acudir a engorrosos trámites de licitaciones públicas. ¿Cuántos Millones de dólares sin respaldo le costó la muerte de un solo hombre a Estados Unidos?

¿Quien preciándose de humano apoya el dolor humano provocado por la muerte de tanta gente inocente en el World Trade Center? Pero ¿Quién puede asegurar que los verdaderos culpables no juegan con la vida sopesando la ganancia infames de la geopolítica, y que los culpables convencionales únicamente tarifen el terror a cambio de la cohesión patriótica de las sociedades imperiales?

El enemigo tiene clausula de expiración, más aun en estos tiempos en que lo rápido o express y la moda o la fashion requiere otras caras y otras nuevas jugarretas. Mientras hojeamos la granja de George Orwell otro enemigo está adquiriendo nuevo rostro en los estudios de producción de Hollywood, pero esta vez la zaga no debe de caer en baches para alejar el suspenso y las muertes no tienen que ser masivas para no alimentar la vergüenza de los holocaustos. El verdadero Osama seguirá postrándose ante una mezquita en La meca o bañándose sagradamente en el Ganges para nacer de nuevo, pero el oficial, el del terror, el del turbante y barba de beduino agonizante ya no ocupara el rectángulo de Al Jazzira ni los rincones del miedo de los occidentales.


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.