La distinción entre el «nosotros» y el «ellos» es tan antigua como la propia humanidad, y el idioma constituye desde siempre un criterio fundamental para distinguir entre propios y extraños. En una civilización tan encumbrada como la Grecia clásica, se excluía del contrato social a los bárbaros, es decir, a los que balbuceaban, los que […]
La distinción entre el «nosotros» y el «ellos» es tan antigua como la propia humanidad, y el idioma constituye desde siempre un criterio fundamental para distinguir entre propios y extraños. En una civilización tan encumbrada como la Grecia clásica, se excluía del contrato social a los bárbaros, es decir, a los que balbuceaban, los que no hablaban griego.
Hay nacionalistas españoles (me refiero a nacionalistas con DNI español) que se autoproclaman de izquierdas y afirman, con toda seriedad, que lo «natural» (y por ende deseable) es que las fronteras nacionales coincidan con las fronteras lingüísticas. O sea, habría que aspirar a que en Bélgica se hablara belga, y en Suiza, suizo. Pocos son los países, como éstos, donde sólo se hablan dos o tres idiomas. En Indonesia, por ejemplo, conviven centenares de lenguas, siendo la única con carácter oficial el «bahasa Indonesia», idioma que casi nadie habla como lengua materna pero cuyo estatus singular nadie disputa. Tampoco en India se rechaza al inglés, que no se ve como una imposición colonialista, y que en los estados del sur se acepta mejor como segunda lengua que el hindi. Desde luego que en ese país hay conflictos étnicos, pero a los hablantes de telugu o bengalés no se les pasa por la cabeza que tengan derecho a formar un estado independiente por el mero hecho de compartir la lengua materna, a diferencia de lo que opinan muchos hablantes de euskera, gallego o catalán. Spain is different.
Sirva lo anterior para poner de manifiesto la irracionalidad y excepcionalidad del panorama nacionalista español. Para demostrar que el nacionalismo, además, choca de bruces con los principios del socialismo, de la izquierda, en realidad basta con hacer referencia al himno socialista. Extraño espíritu de izquierdas el que se ve obligado a renegar de «La Internacional». Recordemos que Hitler, el gran líder nacionalista del siglo XX, criticó a los judíos alemanes y a los comunistas por su internacionalismo y su falta de patriotismo nacional. (Curiosamente, en España el patriotismo, a diferencia del nacionalismo, sí tiene una connotación de derechas, aunque resulta difícil distinguir con rigor entre ambos términos.)
«El patriotismo es la convicción de que este país es superior a todos los demás porque habéis nacido en él.» George Bernard Shaw
El nacionalismo tiene que ver con las lenguas y con las fronteras. Los que sí somos de izquierdas, no aspiramos a dibujar nuevas fronteras, o a cambiar de sitio las existentes, buscando en el mosaico de la historia el momento justo que más nos interese, quedándonos entonces con esas «razones históricas» y rechazando las de cinco siglos antes o cincuenta años después. Nosotros aspiramos a que se implante un sistema de gobierno equitativo y no discriminatorio para todas las personas, en todas las naciones y en todos los estados. Son las personas los sujetos de derechos, no las lenguas ni las naciones. No se puede decir que una lengua tenga derechos, como les gusta decir a muchos militantes de la pseudo izquierda española; en todo caso los tienen las personas en tanto que hablantes de esa lengua, del mismo modo que tienen derechos como trabajadores, como consumidores, como usuarios de los servicios públicos. Los que anteponen nociones como «lengua» o «nación» al concepto de «persona» o «ciudadano» están usando la política como religión.
La religión y el nacionalismo tienen mucho en común: ambas entelequias han dado lugar a millones de muertos a lo largo de la historia. Es lamentable que lo uno (sobre todo como institución) y lo otro (sobre todo como sentimiento) tengan tanta fuerza todavía en un país europeo del siglo XXI, y más lamentable aún que algunos le pongan al nacionalismo la etiqueta de la izquierda. La expresión «nacionalismo de izquierdas» es un oxímoron, una contradicción en sus propios términos, algo así como hablar de un muerto viviente. Por desgracia, en España este muerto goza de buena salud.
Enlaces relacionados y elementos de discusión:
«¿Izquierdas nacionalistas?» Santiago Alba Rico http://www.rebelion.org/
«Hoy el marxismo puede y debe ser nacionalista», Santiago Alba Rico http://www.rebelion.org/