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Por una ‘tercera vía’ entre Monasterio-Huelin y Umpiérrez

Negatividad, política, instituciones. Sobre reformismo y revolución

Fuentes: Rebelión

Leídos ambos artículos (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=24289 , http://www.rebelion.org/noticia.php?id=24558 ) , no puedo dejar de preocuparme, en la medida en que se refleja un debate que he visto a menudo entre las bases de todos los movimientos jóvenes que desean dar por fin una respuesta real a la ausencia de un movimiento de izquierda que «capitalice»[1] la energía […]

Leídos ambos artículos (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=24289 , http://www.rebelion.org/noticia.php?id=24558 ) , no puedo dejar de preocuparme, en la medida en que se refleja un debate que he visto a menudo entre las bases de todos los movimientos jóvenes que desean dar por fin una respuesta real a la ausencia de un movimiento de izquierda que «capitalice»[1] la energía del disenso al capitalismo. Que no se asuste nadie. No traigo como solución ninguna tercera vía a lo Blair-Giddens. Ni siquiera la Checoeslovaca de los años sesenta (Dubcek,Sik), aunque no estaría mal para empezar, o la Yugoeslava de la autogestión, que tenía su interés.No.Para ésta discusión no puedo invocar ninguna de las dos últimas, porque de una manera relativamente amplia ambas excluían uno de los dos polos (capitalismo en su caso). Y es que yo creo que tanto el movimiento de base como la instrumentación exclusiva de la presencia institucional (supuesto que Umpiérrez haya defendido esto último) no pueden ser mutuamente excluidos, puesto que no son mutuamente excluyentes. Un partido totalmente podrido en su cúpula tiene poco margen para conservar el sentido revolucionario, crítico, anti-sistema, etc., en sus actuaciones institucionales. Pactos oscuros pendientes, ajustes de cuentas, sillones y carteras a las que agarrarse, votaciones incomprensibles, subordinaciones -servilismos- innecesarias… Sin embargo el lado negativo de la política (rechazar ofensivas de hegemonía, bloquear reformas desastrosas para los trabajadores, frenar recortes de las libertades civiles, impedir el traslado de competencias del Estado a las empresas,etc.) necesita la presencia institucional, porque es desde las instituciones desde dónde vienen los ataques más poderosos al movimiento anticapitalista[2]. Por tanto, la idea es reconstruir proyectos, pero sin dejar de pasar por las instituciones, visto éste paso como condición NUNCA suficiente, pero sí necesaria para la lucha.

Los cojines postmodernos (la revolución armada con pijamas)

El problema; transformar una estructura (algún investigador brillante lo llama ‘sistema-mundo’) económica, inmerso como está todo agente transformador en ella misma. La cuestión de la teoría nunca deja de ser importante. Tras treinta años de «sospecha» la filosofía contemporánea oficial nunca ha estado tan desarmada críticamente. Pasaron los años en que un intelectual, si era ‘crítico’ con el sistema tenía que pasar por el marxismo. Se suele decir; tenía «que comulgar» con él. El matiz litúrgico introducía una crítica corrosiva que denunciaba el corsé teórico que imponía la ortodoxia política. De hecho esa ortodoxia debiera haberse movido más, haber hecho más ejercicio; la vida poco deportiva suele producir cierta esclerosis, pero la ortodoxia política y teórica de entonces era tan sedentaria que, cuando quiso desabotonar el corsé, éste reventó violentamente. Salieron los -malos- herederos de Foucault,Deleuze,etc. y los Glucksmann y Henry-Levy a decirles a todos lo malo que era todo pensamiento sistemático para la vida, y lo nefastos que habían sido los «maestros pensadores» [3]. En fin, libertad teórica infinita (bien) , pero cero responsabilidades, o quizás (en algunos casos ) un ataque paranoide de exceso de ellas, que bloqueaba cualquier intento de pensar por y para el hombre, temeroso de toda forma total de teoría. Implosión del sentido, deconstrucción de la verdad. La verdad , ‘diseminada’, ya no podía ser clave de bóveda de construcción teórica alguna. Pero resultó que quien decía Verdad, decía ‘Hombre’, ‘Humanidad’ , o ‘Historia’. Ahora, la ortodoxia se fundamenta en la liquidez permanente de esas grandes palabras. La ortodoxia intenta siempre defender un statu quo teórico; si la teoría en los últimos años ha discurrido paralela a la expansión implacable del neoliberalismo (mientras Flint, la ciudad de Michael Moore se desintegraba y depauperaba a ritmo salvaje en los ochenta la deconstrucción literaria arrasaba en los Departamentos de EEUU [4] ), la cuestión de la teoría para una acción transformadora de la realidad nos reta a cuestionar nuestra herencia filosófica [5], y por tanto la nueva ortodoxia, sin caer después en un nuevo dogmatismo, como está ocurriendo en Estados Unidos. Al lado de éste nuevo dogmatismo, la teoría ‘blanda’ imperante en los departamentos universitarios, y en los estudiantes de occidente, se levanta implacable, suave como una sábana de seda, impidiendo toda aspereza totalitaria, pero envolviendo todo pensamiento penetrante,ambicioso y crítico en una suave adormedera.

A la luz de esto último, los comentarios leídos en uno de los artículos de éste debate abierto resultan problemáticos: la expresión «oculta una pretensión de verdad» , que tras lo recordado anteriormente, sabemos desde qué ortodoxia se dice, se usa como argumentación crítica. Bien, ¿desde qué postura? Y cito: «A los conceptos hay que dotarlos de sentido» frase a la que precede: «pero creo que no hay argumento posible que anule al concepto como si se tratase de un concepto perverso» . La pretensión de verdad es perversa. Ah. ¿Y dónde nos deja eso? Pues me temo que perdidos en el desierto, por volver a las imágenes religiosas. Y desprotegidos; pero parece que es nuestro destino irrevocable, y contra ese destino tenemos que pensar. Decía Gramsci que la filosofía , para hacerse real debe convertirse en política. Si el pensamiento económico neoliberal y el organizativo neoempresarial parecen la ‘realización’ de ciertas filosofías de finales de siglo, nuestra filosofía deberá ser construida atenta a sus propios peligros.

¿Qué revolución?

Por otra parte, el mismo autor se topa (sin querer tomarla) con su propia medicina, cuando olvida «dotar a sus conceptos de sentido», pues no alcanzo a ver en su artículo cuales sentidos dé al concepto de revolución [6]. De hecho los que parece sugerir son poco claros, ¿verdad? -según él, sabemos que para ser revolucionario «hay que sufrir una conversión», y «estar preparado». Sabemos también que la revolución «no es necesariamente de izquierdas», y que «no se sueña», sino que «se hace». Pero, ¿cómo? Decía uno por ahí que «los pensamientos sin contenido son vacíos, las intuiciones sin concepto son ciegas»; la imbricación de teoría y praxis exige un contenido en cada polo, no se puede actuar sin concepto ,y viceversa. La práctica sin orientación acaba por justificar todo por la pura acción. Y bien, ¿cuál es nuestro concepto de revolución? Si socialismo reformista se opone a socialismo revolucionario, ¿qué diferencias debe tener éste último que le hagan aventajar a la otra opción? ¿Si aceptamos la teoría marxista, hacer revolución, no será ayudar al desarrollo de las Fuerzas Productivas en su desarrollo, desbloqueando los diques que impiden su desarrollo manteniendo las relaciones de producción existentes? O también, hablando un poco para todos, sin sectarismos, ¿no será formar una ciudadanía planetaria consciente de los riesgos de muerte repartidos por el mundo en forma de un capital que domina todos los recursos? Vuelvo así a un punto esbozado anteriormente. Si la negación está implicada en aquello que se niega, o mejor dicho, viceversa: si todo contiene su propia negación, no será posible la negación sino desde lo negado. Pongamos esto último sobre sus pies: si el capital domina todos los recursos, los recursos necesarios para la destrucción del capitalismo estarán bajo su jurisdicción (por cierto, muy pertinente el matiz jurídico). Fabianismo parlamentario, movilización revolucionaria en las bases: dos caras del mismo movimiento.

A la luz del embrollo pseudo-analítico del artículo citado espero aclarar esto último:

Decía: «1ª verdad del Umpiérrez: la conciencia media es burguesa. 2ª verdad: hay que aceptar el socialismo reformista. 3ª verdad: hay que aceptar la actividad parlamentaria. Que son axiomas. 1º teorema: Por la 1ª verdad, yo y nosotros, los sabios, la elite, guiaremos al mundo 2º teorema: Por la 2ª verdad, hay que esperar a que crezca el fruto del socialismo reformista. 3º teorema: Por la 3ª verdad, desde el parlamento se llegará a cambiar la 1ª verdad. Comentario. Sólo puede haber reformismo desde el parlamento, por lo que si fuese cierto el 3º teorema lo sería por el 2º. Y si se produce el 3º teorema, el 1º dejaría de ser necesario, puesto que la 1ª verdad ya no sería tal. «

Fin de la cita,bien. Humildemente, lo concedo, formalmente, para mis propósitos aquí; de hecho podría ser ésa la idea, pero entendida dialécticamente. Como él mismo dice, al cabo del proceso la 1ª verdad sería falseada, puesto que ya no sólo una élite guiaría el mundo, sino las masas proletarias; (nosotros, los supuestos sabios colectivos, informamos al mundo; éste y nosotros somos al cabo el mismo, consciente ahora de sí). Se puede entender de hecho, «negativamente» (en sentido hegeliano) que el segundo teorema , validado por el proceso histórico de formación y organización del proletariado [7] niega el primer teorema y la primera verdad (no guiaremos nosotros el mundo, sino que, maduro el fruto socialista, es decir, concienciadas las masas, serán ellas las que guíen el mundo), y a su vez el tercero negaría la segunda verdad y el segundo teorema, pues, consciente el pueblo de su poder y de cómo en el juego parlamentario se refleja la podredumbre de una estructura social y económica en la que YA NO se reconoce, los mecanismos de la democracia burguesa , inservibles para el cambio, y pequeños en relación a la capacidad que la masa posee, se revelan inútiles. Al cabo del proceso el pueblo se ha comprendido y ha entendido que no se ha realizado por sus instituciones, sino que habiéndolas negado entiende que él mismo en su desarrollo, ES sus instituciones.

Solo dentro del capitalismo están las llaves de su destrucción; o , por decirlo muy torpemente, ¿no se han producido dentro de un Modo de producción capitalista la tinta, chaquetas, papel, micrófonos, multicopistas, etc. que usaron y usan Bakunin, Marx, Trotsky, Montseny, Berlinguer, asoc. y sindicatos anarquistas, partidos y movimientos comunistas, Allan Woods, James Petras o N.Chomsky? Creo que al menos en éste aspecto la dialéctica merece un grado de confianza; y nos dice que afirmar y negar van de la mano.

NOTAS

[1]Y brota aquí tímidamente el primer punto de los que quisiera comentar; «capitalizar» un movimiento «anticapitalista». Lejos de mera boutade, de ocurrencia aleatoria, lo que quiero señalar es cómo la lógica dialéctica se impone como el medio que mejor sirve a la comprensión de toda política transformadora; ¿debe ser la revolución una ‘negación absoluta’ creadora (Deleuze) , o todo cambio es siempre preso de sus protagonistas, esto es, depende de tal modo del objeto (a cambiar) y del sujeto (que ejerce la fuerza transformadora) que la mutua pertenencia de ambos excluye cualquier intento de hacer ‘tabula rasa’ -perdónenseme los extranjerismos y latinajos- , esto es , que la recíproca pertenencia supone que todo cambio procederá del interior de ella (Hegel,Marx)?

[2] Sí, los más poderosos en realidad, obviamente, vienen desde las empresas, pero ese es un ámbito inaccesible para los mortales, si no es desde las instituciones políticas; quiero decir, y ruego se me entienda bien, que cualquier acción de unos y otros confluye en ellas; por ejemplo, una manifestación multitudinaria puede hacer que los empresarios de cierta nacionalidad (si es que hablar en esos términos tiene aún sentido) decidan aceptar el protocolo de Kyoto, pero lo que hace que esa decisión pase de mero compromiso coyuntural a Ley sólida e inviolable, ¿no es el paso por las instituciones -jurídicas en éste caso, nacionales o internacionales-?

[3] Cfr. el libro de A.Glucksmann, -que se dedica a defender todos sabemos a qué administración norteamericana- dónde nos decía lo terrible que es pensar con-desde Platón,Fichte,Hegel,Marx,Sartre, etc. … hace un año nos daba clases (creo que lo hacía Henry Levy también en El País) de Kantismo. Habría que pedirle que encajase «Idea para una historia universal en clave cosmopolita» , o simplemente el imperativo categórico con lo que se ha hecho en Irak, y lo que por el camino se ha deshecho en la ONU. Por cierto, no me mienten ustedes la antipsiquiatría en política, porque muchos saben a dónde condujeron sus excesos. Un celebre epígono suyo,de hecho, Thomas Szasz, como comentaba hace unos años en un artículo Antonio Escohotado acabó defendiendo posturas más bien ultraliberales.

[4]cfr. «Roger and me» de M.Moore [5] Apoyado en una bibliografía sociológica que considero imprescindible, F.Vázquez describe muy bien ésta situación en su artículo «El nuevo espíritu del capitalismo» en «El lugar de la filosofía» . Es un conjunto de ensayos de varios autores. [6] Qué bofetada a Hegel. Porque apenas será «noción», y mucho menos «Concepto» cuando ni siquiera ha rozado lo Real. Con Hegel, vía Marx-Sartre , se podría decir que sin praxis no hay Concepto. Es para entendernos, y que me perdone el sabio de Stuttgart. [7] …si se me concede que se pueda conseguir a través de la propaganda y medios vertidos desde los mecanismos que la presencia institucional concede , Y -ojo a la conjunción: ‘y’- con el trabajo, más importante, de base, ‘de calle’