El título plantea un necesario y urgente debate teórico con grandes implicaciones prácticas. Esta disyuntiva acerca o aleja la necesaria transformación económica, social y política que resuelva los actuales retos a los que se enfrenta la humanidad. Denominamos neoliberalismo a la ideología dominante en el pensamiento económico, con trascendencia en lo social y en […]
El título plantea un necesario y urgente debate teórico con grandes implicaciones prácticas. Esta disyuntiva acerca o aleja la necesaria transformación económica, social y política que resuelva los actuales retos a los que se enfrenta la humanidad.
Denominamos neoliberalismo a la ideología dominante en el pensamiento económico, con trascendencia en lo social y en las decisiones políticas tras la ruptura del cambio fijo entre el dólar y el oro en 1973. Esta ruptura se produce como resultado de una serie de procesos desarrollados a lo largo de las dos décadas anteriores entre las que se encuentran el desarrollo económico de Europa y Japón, la guerra de Vietnam, la crisis de sobreproducción de los sesentas, la toma de conciencia de los límites del crecimiento, las primeras advertencias sobre las consecuencias sobre el medioambiente del desarrollo industrial contaminante, la denuncia del intercambio desigual en el comercio internacional y las movilizaciones que se desarrollan en todo el mundo poniendo en cuestión los valores y el modelo de sociedad de consumo (mayo francés, Berkeley, Milán, España, …) El neoliberalismo es la respuesta desde el propio sistema capitalista para poder seguir existiendo, y supone la ruptura de los anclajes y acuerdos de Bretton Woods en el sistema financiero internacional.
El neoliberalismo supone en lo económico un regreso a las prácticas económicas anteriores a la crisis de 1929, liberándose el capital de las trabas impuestas por el keynesianismo, y provocando la financiarización de la economía. En lo social un cambio de valores culturales donde el individualismo prima sobre lo comunitario y el interés general. En lo político el surgimiento del G 7 al margen de la ONU y la represión dictatorial en Latinoamérica (Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, asesinato del Che Guevara, …) y la guerra sucia en EE UU y Europa con la operación Gladio (suicidaron a Nicos Poulantzas y encerraron en un psiquiátrico por paranoico a Althusser descabezando la inteligencia de la poderosa izquierda francesa, crearon el terrorismo radical de izquierda para desacreditarla con el terrorista «Carlos», iraquí perteneciente a los servicios de inteligencia al que en 2003 corrieron a detener para que no hablara, …)
La disyuntiva que se plantea es si el neoliberalismo es una nueva etapa del capitalismo o, por el contrario, es la degeneración del propio sistema que ya entonces, en la década de los setenta del S. XX, debía haber comenzado a sustituirse por otra organización económica, social y política post-capitalista, en el tiempo adecuado para que su sustitución no pusiese en peligro el equilibrio con la naturaleza.
Si consideramos que es una nueva etapa o fase del capitalismo posterior al imperialismo y al capitalismo monopolista de Estado, deberíamos poder explicar la dialéctica de los procesos internos que llevan al surgimiento de esta nueva etapa; el desarrollo de las contradicciones en los acontecimientos acaecidos a lo largo de las décadas de los cincuenta y sesenta del S. XX deberían llevar en su seno la negación del keynesianismo y la necesidad del neoliberalismo. No cabe hablar entonces de capitalismo renano y anglosajón como dos modelos distintos al margen de las correlaciones de fuerzas generadas en el seno de cada formación social concreta, como si dependiera sólo de la voluntad de las personas que la dirigen y no a las imposiciones de los poderes hegemónicos dominantes en ellas.
El sistema tendría que funcionar adecuadamente permitiendo los mecanismos de reproducción del capital. Como esta se da con la plusvalía, la financiarización económica debe tener su propio modelo de plusvalía, que a su vez provoca un nuevo tipo de alineación a través del endeudamiento financiero. Tenemos que explicar que la plusvalía sólo se obtiene a través del trabajo asalariado en el paso de Dinero-Mercancía-Dinero + plusvalía, así como que no es lo mismo «beneficio» que se puede obtener en el comercio y en la esfera financiera sin crear nuevo valor, que plusvalía que si genera nuevo valor por lo que permite un reparto, más o menos injusto según la correlación de fuerzas, entre capital y trabajo para que ambos obtenga nuevos recursos, permitiendo la continuidad sine die del sistema.
Considerarlo como una nueva etapa implica también la pérdida del horizonte de su final. Si es una nueva etapa qué implica que no haya muchas «nuevas etapas» posteriores, y la renuncia a su sustitución ya que no tendríamos el impulso y la fuerza generada por sus contradicciones internas en las que apoyarnos. El sistema capitalista sería eterno, como siempre han ansiado los propios capitalistas y de lo que nos quieren convencer con la ideología neoliberal.
Implica, así mismo, que la lucha contra el capital sigue siendo como en el S. XIX y XX, dos clases sociales que deben estar representadas por partidos políticos de clase que manifiesten su ideario político y que pugnen por la hegemonía social dentro del marco político de la democracia liberal representativa, la democracia burguesa, el modelo político del sistema capitalista.
Si, por el contrario, consideramos que el neoliberalismo es la degeneración y agonía del sistema capitalista la ruptura provocada en el sistema financiero internacional en los setenta del S XX que provoca la financiarización de la economía es producto de las contradicciones internas del propio sistema que alcanza sus límites a partir del cual se convierte en un estorbo para la humanidad sin aportar nada positivo para la misma hace ahora 42 años. La ruptura es el comienzo de su «cáncer terminal». El mecanismo de la plusvalía ya no le permite una reproducción «normalizada» del capital por lo que no le queda más remedio que exprimir los mecanismos de obtención de «beneficios» en el comercio internacional y en la esfera financiera, tensionando el sistema mundo-capitalista al máximo y llevando la explotación de la mano de obra y de los recursos naturales al límite de lo insostenible, y poniendo en peligro la supervivencia de la propia especie humana y de la Vida en el sistema integrado de Vida que es Gaia. El sistema capitalista es el neoliberalismo. No hay posibilidad de «otro» capitalismo. Tan sólo queda caminar hacia la construcción del post-capitalismo.
La formula Dinero-Dinero + interés es una distorsión de las relaciones de producción que lleva a la separación del capital del proceso de producción de bienes y servicios de la economía productiva. Para el neoliberalismo el capital es fuente de valor que adquiere vida propia independientemente de la producción de plusvalía y la concentración y centralización de la banca la regulación consciente de la vida económica. Pero realmente no es sino el saqueo del conjunto de la sociedad por parte de un puñado de monopolistas estafadores y mafiosos completamente organizados.
La crisis se manifiesta más crudamente en EE UU y la UE porque la emergencia del BRICS le impide el saqueo de los mercados internacionales a través del intercambio desigual. De ahí la ya cansina demanda de devaluación del Yuan chino y los mecanismos de especulación con las divisas emergentes facilitadas por la Reserva Federal y el Banco Central Europeo. Al quedar limitada esta fuente de obtención de beneficios al sistema capitalista no le queda más remedio que explotar al máximo a la masa asalariada de sus territorios llegando al límite y provocando las deslegitimación y la contestación social que acabará con él definitivamente.
El capital financiero especulador es absolutamente negativo, es un cáncer en la economía productiva que amenaza con acabar con ella, y que implica la necesidad de derrotarlo definitivamente. Es un factor opresivo y parasitario. Un sistema generalizado de estafas y trampas por medio de promociones corporativas de la oligarquía financiera, como ha sido el caso de la gripe A, que permitió transferir inmensas cantidades de capital público a la transnacional farmacéutica por una vacuna inservible e innecesaria; o la estafa internacional de las hipotecas subprime. Es una especulación desenfrenada con la propiedad social representada por las acciones en bolsa, que no es otra cosa que la especulación con el capital y el trabajo ajeno. El crédito y el endeudamiento generalizado acelera las crisis y los elementos desintegradores del sistema, que se caracteriza por incentivar el enriquecimiento sobre el trabajo de otros, estafa, y por reducir al máximo el número de personas que se pueden aprovechar de estas.
Esta forma de ver la realidad implica que la transformación social y el avance ha de hacerse sobre la realidad nueva de toda la humanidad unida sobre la dirección de la clase obrera que representa, ya si, los intereses generales de toda la humanidad. En consecuencia la unión de todas las clases y sectores sociales ha de ser liderada por sindicatos de clase, la negación del propio sistema en su seno, con la economía social que es la síntesis renovadora de un nuevo comienzo, preñada de futuro y que da respuestas concretas a las necesidades de producción de bienes y servicios necesarios para la sociedad; y en torno a ellos el resto de sectores sociales vinculados de una u otra forma con la economía productiva.
Implica la creación del sistema de valores sociales nuevos, una revolución ideológica y cultural con nuevos valores éticos dominantes en la sociedad; y un nuevo sistema político del nuevo tiempo que se base en la profundización de la democracia, en una democracia de más calidad, en la democracia propia, directa y participativa que ya esta presente en muchos lugares. La propia economía social es la democracia económica en el seno de las empresas; el desarrollo participativo de los territorios es democracia participativa que se genera en los procesos de lucha y defensa de las condiciones de vida de las poblaciones por su supervivencia; los presupuestos participativos (no todos) y los cauces de participación ciudadana en temas como urbanismo o cooperación y asistencia en corporaciones locales son respuestas y exigencias de trasparencia en el manejo de fondos públicos y democracia participativa en ciernes en el ámbito municipal.
Implica que la refundación de partidos de la izquierda no debe hacerse sobre presupuestos del S XX sino sobre la nueva configuración social y política del futuro. Los partidos políticos se basan sobre la representación de clase en la democracia política del sistema capitalista. Como este es cada vez más exiguo, menos numeroso, la democracia como sistema de dominio ya no le sirve desde hace décadas. Ya hace tiempo que no vivimos en democracia. Los Parlamentos nacionales cada vez tienen menos Poder. Hoy algo más, nada más, que las asambleas de indignad@s de las plazas de España. Y cada vez las tendencias hacia nuevas dictaduras son más manifiestas.
¿Qué tipo de partidos políticos para el sistema de democracia participativa y directa que ya estamos construyendo para el futuro, y en una sociedad donde las clases sociales desaparecerán, se necesitan? Es una pregunta que queda abierta para responderla entre todos y todas mientras avanzamos construyéndolos. Las asambleas de Democracia Real YA han abierto el debate. Las Mesas de convergencia y quienes quieran refundar la izquierda deberán tomar nota.
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