-M.H.: ¿Se aleja la posibilidad de juicio político contra Dilma Rousseff? -R.A.: La situación es un poco extraña hoy, por dos motivos. En la última semana Dilma recuperó algo de tiempo, porque el Tribunal de la justicia electoral le dio un poco más de plazo para que pueda dar una respuesta definitiva. Por otro lado, […]
-M.H.: ¿Se aleja la posibilidad de juicio político contra Dilma Rousseff?
-R.A.: La situación es un poco extraña hoy, por dos motivos. En la última semana Dilma recuperó algo de tiempo, porque el Tribunal de la justicia electoral le dio un poco más de plazo para que pueda dar una respuesta definitiva. Por otro lado, en las calles, el domingo 16 hubo una manifestación de alrededor de 80.000 personas en todo el país, una manifestación claramente ideológica y política de las capas medias conservadoras, es decir, un espectro amplio de las derechas liberales, hasta agrupaciones simpatizantes de la dictadura militar.
Esto completa la situación compleja de la realidad brasileña de hoy. Dilma intenta cerrarse con una base mínima de apoyo y las oposiciones de derecha intentan avanzar, pero las manifestaciones del domingo fueron mucho más pequeñas que las de marzo y abril. También Dilma recupera algo de su apoyo en los movimientos cercanos a ella, como la Central Unica de Trabajadores (CUT), otro movimiento social cuya dirección apoya críticamente al gobierno, entonces hay una situación en la que hubo un cambio, la oposición espera los dos juicios del Tribunal superior electoral y también del Tribunal de Cuentas y Dilma tiende a recuperarse a partir de una pequeña base de apoyo social, una conexión mejor con el Senado de la República que puede disminuir la fuerza de la Cámara de Diputados o de su presidente, Eduardo Cunha, que está en campaña abierta por el impeachment a Dilma. La situación de hoy es de mucha inestabilidad, ninguna predicción es posible para los próximos días o las próximas semanas.
-M.H.: ¿Qué rol está cumpliendo Lula en esta crisis?
-R.A.: A diferencia de lo que pasaba hace dos meses, cuando había una cierta tensión entre Dilma y Lula, ahora Lula sabe mejor que nadie, primero, que el fracaso del gobierno de Dilma será el fracaso del PT y su propio fracaso. Algo claro en la manifestación del último domingo es que para esas capas conservadoras de los barrios de clase media y media alta de San Pablo el enemigo número uno se lo disputan entre Dilma o Lula.
Lula está intentando hacer un doble movimiento, por un lado, aproximarse a los movimientos sociales y los sindicatos, para preservar y dar sustento al gobierno de Dilma, por otra parte, intenta hacer contactos con parlamentarios y senadores del PSDB y otros partidos para lograr un apoyo parlamentario capaz de intentar impedir el impeachment.
Lula en este momento es una persona muy importante para la preservación del gobierno de Dilma y, por otro lado, es la segunda persona más impopular para las clases medias que son aquéllas que expresaron su descontento en esas manifestaciones.
Hay un tercer punto que es decisivo, que es la llamada operación Lava Jato, la mayor investigación de corrupción de la historia de Brasil, que va a tener continuidad porque ahora no es solo Petrobrás, ahora se suman las usinas nucleares, se aproxima también a los ministerios del Planalto, o sea, la corrupción desencadenada y desarrollada por sectores del PT es impresionantemente alta y profunda y queda claro que se convierte en una munición más en contra del gobierno de Dilma. Su situación, para intentar una primera conclusión, es un poco mejor de lo que era hace una semana atrás pero sigue siendo una situación muy difícil e impredecible.
La crítica al PT por la fuerte corrupción deja a las izquierdas en una situación muy difícil.
-M.H.: ¿Qué expectativa existe respecto de la convocatoria a los actos en defensa de la democracia del próximo jueves 20?
-R.A.: Es una situación difícil también, porque esos actos tienen una primera organización un poco más amplia, movimientos sociales como el de los Trabajadores sin techo, los Trabajadores sin tierra, la Unión Nacional de Estudiantes, hay cierto apoyo de sectores sindicales ubicados a la izquierda que son críticos del gobierno, que expresan que no quieren defender a Dilma porque no es su gobierno, pero no aceptan un golpe, ya sea parlamentario o de cualquier tipo. Hoy lo que se discute es un golpe parlamentario, los parlamentos de América Latina son muy conservadores en general y muchos son susceptibles a dar golpes.
Pero hay una tensión dentro de estos movimientos, algunos sectores del PT quieren acercarse a esos movimientos. Hay una tensión, una parte quiere hacer un acto contra las derechas pero no a favor de Dilma y en contra del ajuste fiscal del gobierno, que es una tragedia completa, un ajuste hecho por un banquero. Como he dicho ya en otra oportunidad aquí, Joaquim Levy, es hombre del segundo banco más importante de Brasil, el Bradesco.
Pero hay también sectores que son un apoyo crítico a Dilma, por eso creo que este movimiento no será muy expresivo ni muy masivo pero, por ejemplo, el movimiento de los Trabajadores sin techo es un fuerte movimiento de las periferias urbanas que lucha por casas, la Unión nacional de los Estudiantes, es una central controlada por un partido que es el Partido Comunista de Brasil que es parte del apoyo al gobierno de Dilma, por esto hay una tensión y algunas dificultades para establecer entre las posiciones que son claramente de oposición a Dilma que no están participando y no quieren participar, es el caso del CONLUTAS y el PSTU. Una parte del PSOL apoya el acto pero está en contra de las medidas del gobierno de Dilma, otra parte del PSOL no tiene interés en realizar una participación activa. Esto muestra una situación para la izquierda muy difícil, me refiero a la izquierda que se ubica justamente a la izquierda del PT, porque la derrota del PT, la crítica al gobierno del PT por la fuerte corrupción es una forma de criticar a toda la izquierda por parte de la derecha, unifica en la derrota del PT la derrota de toda la izquierda, deja a las izquierdas en una situación muy difícil.
Este es el análisis que se puede hacer, luego del 20 podremos tener un poco más de información, yo pienso que será un movimiento de importancia diciendo que no aceptamos el golpe, pero no será un movimiento de más de 40 o 50.000 personas en las calles en San Pablo y algunas otras capitales, no va a ser muy amplio, pero sí es importante en el sentido de manifestarle a las derechas que no aceptaremos un golpe, por malo que sea el gobierno de Dilma.
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