Me niego a aceptar el concepto de «POLÍTICOS». No existen los políticos, existen personas que hacen política, y políticas tenemos las que sirven a minorías y las que sirven a mayorías, de derechas y de izquierdas. Las debilidades humanas de las personas que hacen política no pueden de ningún modo arruinar los valores de las […]
Me niego a aceptar el concepto de «POLÍTICOS». No existen los políticos, existen personas que hacen política, y políticas tenemos las que sirven a minorías y las que sirven a mayorías, de derechas y de izquierdas.
Las debilidades humanas de las personas que hacen política no pueden de ningún modo arruinar los valores de las políticas de izquierdas hechas para mejorar las condiciones de vida de la gente e incluso para emanciparla de la explotación.
Otra cosa son las políticas llamadas de izquierdas por la tradición de los partidos que las hacen pero que tienen poco o nada que ver con los trabajadores, los sectores populares o la izquierda. Incluso el PP se denomina popular y sin embargo hace y representa políticas que benifician a minorías poderosas. Una cosa son las condiciones objetivas y los intereses que de ellas se desprenden, y otra distinta la percepción y conciencia de las mismas. Esta relación entre base y superestructura es fundamental, como lo es definir la democracia especialmente por sus contenidos y no simplemente por sus formas.
La derecha y las fuerzas políticas y sociales que quieren consolidar el injusto sistema capitalista quieren levantar un muro entre la política y las personas, y especialmente entre la política y la juventud, asociando todas las políticas a fraude, corrupción, clientelismo y enriquecimiento personal.
Embrutecer toda la política es embrutecer la acción colectiva para reforzar el individualismo. Embrutecer toda la política es denigrar el servicio público para reforzar la privatización de lo público que es de todos y todas. Embrutecer toda la política es restar la participación de personas libres en la definición de su futuro y del conjunto de la sociedad, para dejar estos asuntos, como en el pasado, en manos de interesados y grupos oligárquicos sin contraste democrático.
Hacer política no es otra cosa que tener y actuar con conciencia crítica. Hacer política es participar en los asuntos públicos y no ser mero consumidor de las soluciones y propuestas decididas por pocos e impuestas hoy en día con sofisticados sistemas de mercadotecnia, en el mejor de los casos, ya que en muchos puntos del mundo también se utiliza el sistema policial y la guerra.
La derecha, cuando la izquierda contraargumenta, dice que hace ideología, en cambio la ideología de la derecha que cada día difunden los medios de comunicación de masas se presenta como «opiniones independientes» u «opiniones científicas».
Rebelémonos contra la tergiversación que el sitema hace de las palabras, hagamos mucha, mucha, política con P mayúscula de pueblo.
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