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Entrevista a Reinaldo Gonçalves, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ)

«No hay cómo recuperar la legitimidad de la política sin ruptura radical con Lula y Dilma»

Fuentes: Correio da Cidadania

Brasil continúa viviendo su crisis política y económica generalizada, reflejada en un momento de manifestaciones conservadoras y gubernamentales carentes de grandes propuestas, y en medio del lanzamiento de una nueva fase del ajuste fiscal, bautizado de «Agenda Brasil». En tanto, los principales bloques de la burguesía articulan el mantenimiento de la gobernabilidad y blanden el […]

Brasil continúa viviendo su crisis política y económica generalizada, reflejada en un momento de manifestaciones conservadoras y gubernamentales carentes de grandes propuestas, y en medio del lanzamiento de una nueva fase del ajuste fiscal, bautizado de «Agenda Brasil». En tanto, los principales bloques de la burguesía articulan el mantenimiento de la gobernabilidad y blanden el fantasma del impeachment (impedimento). Para analizar la coyuntura, desde el punto de vista del interés de la mayoría, Correio da Cidadania entrevistó al economista Reinaldo Gonçalves, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). Para mejor situar al lector, vale recordar que el autor del libro «Desenvolvimentismo às Avessas» (Desarrollismo al contrario), siempre trató de manera impiadosa al proceso engendrado por el lulismo y su política conciliatoria (concretizado en la afirmación del Modelo Liberal Periférico). En su opinión, el lulismo arruinó décadas de luchas populares que llevaron al PT (Partido de los Trabajadores) al poder para aplicar, en fin, una agenda que combatiese las estructuras de la desigualdad brasilera, sueño abortado desde el primer día de sus mandatos presidenciales.

-Correio da Cidadania: Para empezar ¿qué análisis económico hace del primer semestre del llamado ajuste fiscal comandado por Joaquim Levy y defendido por la cúpula petista?

Reinaldo Gonçalves: La herencia trágica del primer gobierno Dilma incluye una profunda desestabilización macroeconómica. La cuestión técnica relevante es un ajuste simultáneo (interno y externo) con el agravante de que los desequilibrios son mucho más fuertes y algunos con tendencia a empeorar (recesión, desempleo, etc.).

La cuestión política relevante es que, hace algunos años, estamos atorados en una seria crisis de legitimidad del Estado (descreimiento en la capacidad del gobierno Dilma de resolver los problemas de corto, medio y largo plazo). La mediocridad esférica del gobierno Dilma resulta en el hecho que es evaluado como malo por los capitalistas y los trabajadores, por ricos y pobres, por la derecha y por la izquierda.

La cuestión estructural relevante es que el país persiste en la trampa del Modelo Liberal Periférico (MPL) introducido en el gobierno de FHC (Fernando Henrique Cardoso) y ampliado en los gobiernos de Lula y Dilma.

Ese modelo coloca al país en una trayectoria de inestabilidad y crisis, cuyo final es, invariablemente, la inestabilidad política y la crisis institucional. El MPL implica graves problemas estructurales: el desplazamiento de la frontera de la producción en dirección del sector primario-exportador, la reprimarización del padrón de comercio exterior, la desnacionalización del aparato productivo, el atraso del sistema de innovaciones y el agravamiento de la dominación financiera.

Como si no bastarán las graves restricciones estructurales, el gobierno Dilma se caracteriza, desde el inicio de 2011, por un déficit de gobernanza. Incluso cuando hay buenas ideas y proyectos, el gobierno se muestra incompetente en la ejecución.

Además del déficit de gobernanza está la nulidad de liderazgo de Dilma. En realidad, Dilma es una figura superflua dentro del Estado brasilero. Tiene un desempeño desastroso, conducta grotesca y deficiencia cognitiva. No hay como recuperar la credibilidad del Estado brasilero con Dilma en la presidencia.

-Correio da Cidadania: Continuamos con políticas y medidas de la misma orientación, como lo propone la Agenda Brasil, bajo los auspicios de Renan Calheiros (1); ¿qué proyección hace usted para la economía brasilera en el mediano y largo plazo y cuales sus impactos en la vida de la población?

Reinaldo Gonçalves: La evaluación es que estaremos todavía peor en el largo plazo si quedamos focalizados en la estabilidad asentada en políticas fiscales y monetarias restrictivas. Esas políticas tienden a agravar las restricciones estructurales que influencian la estabilización macroeconómica en el corto plazo, la capacidad de recuperación en el mediano plazo y el desarrollo en el largo plazo.

Los desequilibrios macroeconómicos brasileros, luego de la eclosión de la crisis global en 2008, resultan tanto de errores de política de los gobiernos Lula y Dilma como de la vulnerabilidad externa estructural del país, que se agravó durante esos gobiernos. La situación de inestabilidad y crisis de Brasil se debe extender por mucho tiempo en función de los errores y de las vulnerabilidades.

Los principales problemas estructurales del país, en el ámbito del Modelo Liberal Periférico y de las relaciones económicas internacionales del país, son: 1) desplazamiento de la producción en la dirección del sector primario-exportador, principalmente, a partir del gobierno Lula; 2) desnacionalización de la economía con las privatizaciones, las concesiones y la penetración de la inversión externa; 3) atraso del sistema nacional de innovaciones; 4) elevado pasivo externo financiero.

El hecho de gran relevancia es que el sector dominante (primario-exportador) sustrae recursos (capital, mano de obra calificada y tecnología) de otros sectores más dinámicos. Además, está el agravante de la creciente dependencia de la economía brasilera en relación a la demanda por importaciones de commodities por China.

-Correio da Cidadania: ¿Qué otros caminos podrían ser adoptados para combatir la actual recesión?

Reinaldo Gonçalves: Actualmente, el ajuste tipo «corte y costure» es errático e ineficaz. Ese ajuste tiene un costo elevado y está basado en el recorte de gastos con criterios poco claros y marcado por el clientelismo corrupto del mostrador de la pequeña política. Hay, todavía, el agravante de lo aleatorio y el oportunismo en la generación de la receta tributaria. Aumentar impuestos indirectos sobre la actividad de los bancos implica inmediatamente la transferencia de esa carga fiscal para la población en razón de prácticas de abuso del poder económico por parte de los bancos.

En perspectiva de la izquierda, el ajuste vía tributación implica progresividad sobre los rendimientos del trabajo y mayor incidencia de los impuestos sobre las ganancias del capital, principalmente de los sectores dominantes (bancos, agronegocios, minería y constructoras). ¿Por qué no crear un tributo sobre la exportación de commodities?

En lo que se refiere al ajuste monetario, cabe mencionar que un número cada vez menor de países usa el régimen de meta de inflación. Según el FMI, actualmente menos del 18% de los países miembros del FMI usan ese tipo de régimen. En Brasil el régimen cambiario es ambiguo y la política cambiaria también es errática e ineficaz. Hay momentos en que la política cambiaria está enfocada en el control de la inflación; hay momentos en que está direccionada para el ajuste de las cuentas externas; y hay momentos en que el gobierno pierde totalmente el control sobre la trayectoria de esa variable clave de la gestación macroeconómica.

La situación brasilera es todavía más grave cuando hay inconsistencia entre las políticas macroeconómicas, en particular, entre la política de crédito y la política monetaria.

-Correio da Cidadania: Es inevitable hablar de todo eso observando el actual momento político, peleas entre las fracciones enclavadas en el poder, masivos cacerolazos y manifestaciones de diversos perfiles. ¿A este respecto, cuales desdoblamientos imagina para el país y la sociedad?

Reinaldo Gonçalves: La actual onda de protestas populares es la única fuente de optimismo en los últimos meses. Es un soplo de esperanza. La crisis de legitimidad del Estado es muy seria. Conciliación y reformitas no resuelven el problema.

Precisaremos de décadas para superar la herencia maldita de FHC, la herencia desastrosa de Lula, y la herencia tragicómica de Dilma. Con esperanza negativas, sólo resta al pueblo brasilero el mecanismo de desafío-respuesta. Cabe partir, inmediatamente, hacia un proceso de ruptura con esas herencias. La onda de protestas populares es una de las herramientas en esa dirección.

La ruptura exige, para comenzar: 1) la reversión del bies favorable al sector primario-exportador de la matriz de producción; 2) el rechazo del secular vicio brasilero de conciliación y reformitas, basado en la cobardía atávica que, por su turno, genera el argumento de que la «correlación de fuerzas» no es favorable a un cambio estructural.

Esto lleva a «navegar es preciso», al son de los vientos (de las circunstancias, sin estrategia). El navegar sin rumbo lleva en la dirección de una estructura de producción cada vez más retrograda y vulnerable y en dirección de una sociedad cada vez más corrupta, violenta y bárbara.

-Correio da Cidadania: ¿Cree en la posibilidad del impeachment? Caso ocurriese, ¿qué impactos supone usted que encararía Brasil, inclusive en términos de repercusión internacional, y cómo se reflejarían en la economía?

Reinaldo Gonçalves: Soy a favor del impedimento de Dilma. No importa quién o qué grupos políticos asumirían. Lo fundamental es la continua y creciente presión de las calles. ¿Quién sabe, siguiendo el padrón argentino, no logremos defenestrar a Dilma y, enseguida, a los Temer, Cunha, Renan y otros tipos de la misma especie? ¿Ingenuidad? Tal vez si, tal vez no. Naturalmente, está el riesgo de que aparezcan demagogos, farsantes y aventureros. Pero, por lo menos, se crea la oportunidad de profundizar la democracia, el fortalecimiento de las instituciones, reorganizando la sociedad, y reagrupando a las fuerzas de izquierda. Vale destacar que la reconstrucción de la izquierda brasilera exigirá décadas. El impedimento de Dilma es una oportunidad inigualable para comenzar lo más rápidamente ese proceso.

Su permanencia (de Dilma) implica camino errático e inestable y, consecuentemente, permite al bloque de poder consolidar y promover su agenda conservadora (privatizaciones, previsión social privada, reducción de los derechos laborales, desnacionalización, etc.). Eso ya está ocurriendo en vista del vacío de poder. En la «cucaracha vuela», los sectores dominantes consolidan y ganan posiciones y los oportunistas sacan sus ventajitas (inclusive, ¡enriquecimiento personal!)

En síntesis, la solución para la crisis brasilera requiere: 1) el impedimento de Dilma (la figura superflua); 2) la derrota del PT en función de su desmoralización, su podredumbre y de su carencia de funcionalidad para la izquierda brasilera; 3) el combate frontal a la corrupción, lo que causa la desestabilización del sistema patrimonialista y reduce los grados de libertad de las oligarquías políticas y del bloque de poder (bancos, constructoras, agronegocios, mineras); y 4) la investigación, la citación, el juzgamiento, la condena y prisión de Lula.

Esos temas son prioritarios en la agenda de las protestas populares. ¡La realidad generó la luz! Parte del pueblo brasilero está con una mejor comprensión de la realidad del país y de las soluciones para la crisis sistémica, de que muchos políticos y analistas, inclusive, de la izquierda.

El apoyo de las fuerzas políticas de centro y derecha a esa agenda, no es razón para intentar descalificar o rechazar las protestas pacíficas, populares, democráticas. El argumento de que esa agenda es promovida por los conservadores o por la derecha es, en la mejor de las hipótesis, un error analítico que puede ser un error histórico. ¡El punto central es que la izquierda tiene muchas más razones para apoyar esa agenda que la derecha! El combate a las herencias malditas de FHC, desastrosa de Lula y tragicómica de Dilma, ofrece un soplo de esperanza: quien sabe, en 10 o 20 años, las fuerzas progresistas -y, principalmente, la izquierda brasilera- consigan reconstruirse y reagruparse.

-Correio da Cidadania: Usted siempre afirmó que los movimientos, partidos, grupos y personas que luchan por un país más igualitario deben ser implacables con el lulismo y toda la lógica orientadora de sus gobiernos. ¿Mirando en perspectiva, cómo integra ese fenómeno político a la luz de la actualidad? ¿Estamos a las puertas de su fin?

Reinaldo Gonçalves: Estoy convencido de que la herencia desastrosa de Lula es peor que la herencia maldita de FHC o la herencia tragicómica de Dilma. El lulismo, entre otras muchas marcas, expresa:

– la traición y el aborto de un proyecto de transformación que se fue gestando durante más de dos décadas por distintas fuerzas de la izquierda brasilera;

– la desmoralización, el debilitamiento y la pulverización de la izquierda brasilera, una notable parte se sometió al oportunismo, la venalidad, la corrupción y la cobardía, y aquí no se trata solamente de los actuales condenados por el Mensalão y en el Petrolão y en la Operação Lava Jato (actuales y futuros condenados), que son las puntas de iceberg;

– la fractura de la sociedad civil -cooptación, fragilidad y la corrupción- de organizaciones representativas de la sociedad civil como la UNE (Unión Nacional de Estudiantes), la CUT (Central Única de Trabajadores), el MST (Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra), etc., que llevó a la desmoralización de algunos de sus líderes y de las propias organizaciones;

– la ilusión de la inclusión social, pobres travestidos de nueva clase media con televisores de dos metros, que mueren en los corredores de los hospitales, son humillados por las empresas prestadoras de servicios públicos, son víctimas de la violencia creciente y sufren la humillación de tener concluido el curso medio deficiente o el curso superior igualmente deficiente y hacen el trabajo de semianalfabetos; pobres que cayeron en el «canto de sirena» criminal del crédito fácil, que compran en 72 meses para sufrir 5 horas por día las condiciones del tránsito bajo amenaza permanente de asalto, homicidio, etc.;

– la creciente dominación financiera, durante los gobierno del PT, el patrimonio líquido de los tres mayores bancos privados prácticamente duplica al patrimonio líquido de las 500 mayores empresas del país;

– la extensión y la profundización de un sistema político patrimonialista, clientelista, nepotista y corrupto que generó el Mensalão, Petrolão, la Operação Lava Jato etc.;

– el debilitamiento, tal vez sin retorno, de la mayor empresa del país (Petrobrás) y de las grandes constructoras nacionales que protagonizaron casos de mala gobernanza pública, mala gobernanza privada y corrupción a gran escala;

– y la selección adversa que generó la figura superflua (Dilma), que desde el inicio del primer mandato ya evidenciaba la herencia tragicómica y la crisis de legitimidad del Estado brasilero.

Ciertamente, el lulismo agrede más los valores e intereses de la izquierda que los valores e intereses de la derecha. La izquierda brasilera tiene más motivos que la derecha para estar a favor del impedimento de Dilma y la condena de Lula.

Dilma es la figura superflua, mientras que Lula es el protagonista en el drama del desarrollismo al contrario del Brasil. La izquierda brasilera precisará décadas para reconstruirse. El impedimento de Dilma y la condena de Lula, son condiciones necesarias para reconstruir la izquierda brasilera.

Nota de Correspondencia de Prensa

1) Presidente del Senado, dirigente del PMDB (Partido Movimiento Democrático Brasilero).

Fuente: http://www.correiocidadania.com.br/

Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa