La posición del Gobierno en la VI Cumbre Unión Europea-América Latina y Caribe con relación a la no firma de tratados de libre comercio, afirma una estrategia de desarrollo distinta que irrumpe con las lógicas del aperturismo a ultranza, impulsada y manejada desde varios años atrás por los grandes grupos económicos de importadores y exportadores […]
La posición del Gobierno en la VI Cumbre Unión Europea-América Latina y Caribe con relación a la no firma de tratados de libre comercio, afirma una estrategia de desarrollo distinta que irrumpe con las lógicas del aperturismo a ultranza, impulsada y manejada desde varios años atrás por los grandes grupos económicos de importadores y exportadores en el país. El canciller Ricardo Patiño ha sido enfático en indicar que el interés del país es avanzar en acuerdos integrales para el desarrollo, mas no en acuerdos de libre comercio -TLC-.
Los TLC han estado marcados por una subordinación de los países en desarrollo hacia los países ricos. Se ha impuesto la lógica de exportación de productos primarios y extracción de recursos naturales para las economías pequeñas, mientras que para los países ricos ha sido la ampliación de mercados para la venta de productos industrializados, de tecnología e innovación. Los resultados se han visibilizado en términos de intercambio inequitativos, con limitados niveles de transferencia de conocimientos hacia los países en desarrollo, una mayor dependencia hacia las grandes potencias económicas y el incremento de las brechas de desarrollo entre los países del sur con respecto a los del norte. El TLC firmado recientemente entre Colombia y Perú con Europa replica estas mismas lógicas. Impulsados desde una visión ortodoxa de la economía, se promueve el aperturismo como un dogma, sin ninguna consideración a las asimetrías económicas existentes entre países.
Los grandes empresarios ya han salido a criticar la posición del Gobierno. Tras sus malos augurios sobre el futuro del país y vaticinar su aislamiento, no está sino la defensa de sus muy particulares intereses económicos. No tienen el menor empacho de hipotecar al país con un TLC a las transnacionales europeas y a los intereses de los grandes grupos de importadores y exportadores -como por ejemplo las comercializadoras de banano-. Quieren seguir condenando al país a la venta de «entradas» y «postres», y no les interesa un cambio en el modelo de desarrollo que apuntale al sector industrial nacional, a la ciencia, tecnología e innovación, a la conservación de la naturaleza. La reproducción del patrón de producción primario-exportador les garantiza a estos grupos jugosas ganancias.
El país debe abrir con Europa otro tipo de canales de acercamiento, lejos de la lógica de un TLC. Se requiere una hoja de ruta que permita concretar de manera efectiva un acuerdo integral para el desarrollo. Esto significa tomar en consideración al menos cuatro aspectos: la compensación por la contaminación evitada al dejar el crudo en tierra de los campos ITT, un tratamiento especial a la entrada de productos ecuatorianos con preferencias arancelarias a Europa -similar al que se tiene con los Estados Unidos-, una efectiva transferencia de tecnología y conocimientos a la industria nacional, en especial a la pequeña y mediana industria, y un adecuado tratamiento migratorio a nuestros compatriotas en Europa.
El país no está en venta, ni tampoco puede quedar hipotecado a los intereses de grandes grupos económicos. ¡No más TLC!