La presencia del alto mando militar en la audiencia sobre delitos de lesa humanidad en la que se juzga a generales del ejército y policía, desarrollada el lunes 9 de noviembre pasado, reactivó algunos de los mitos que se aceptan como si nada. Los militares han insistido con ahínco que el juicio es injusto porque […]
La presencia del alto mando militar en la audiencia sobre delitos de lesa humanidad en la que se juzga a generales del ejército y policía, desarrollada el lunes 9 de noviembre pasado, reactivó algunos de los mitos que se aceptan como si nada. Los militares han insistido con ahínco que el juicio es injusto porque ellos «son hombres de honor». Nadie puede dudar que cualquier profesión sea digna pero el honor no reside en la profesión sino en las personas. Por tanto, y aquí la trampa, la jerarquía militar se presenta respaldando a quienes tienen la misma profesión, esas personas como cualesquiera otras pueden cometer errores y por tanto es una equivocación hacerlo bajo ese pretexto. Para muestra un triste recuerdo, a Consuelo Benavides que se encontraba en la montaña de Quinindé (Dógola) como maestra de escuela, ciertos militares de la Marina fueron a este recinto y la secuestraron, ultrajaron y finalmente asesinaron, con varios tiros por ser de Alfaro Vive Carajo (AVC). ¿Existe algún honor en esas acciones?
Varios opinólogos se expresan alarmados porque miembros de AVC sostengan estos juicios. Estos líderes de opinión aducen que no merecemos realizar este pedido de justicia porque en su tiempo participamos de un proyecto político armado y, por tanto, deberíamos ser juzgados. Lo que no dicen, por ignorancia o cinismo conveniente, es que tuvimos la entereza de dejar las armas y de desmovilizarnos años atrás. También omiten que todos los miembros de AVC relacionados a cualquier infracción fueron sentenciados.
Según estos opinólogos los alfaristas no merecemos justicia. Absurdo y cruel. Paco Moncayo, político y ex general de la Patria, sostiene que «no es para tanto», que únicamente son tres personas las que siguen el juicio y por tanto no puede ser considerado el proceso como «delitos de lesa humanidad», que han sido a lo máximo exabruptos de elementos aislados. También peca de ingenuo este sabio estratega y se hace de la vista gorda con los más de 160 casos del informe de la Comisión de la Verdad que involucran a las más de 450 víctimas, y que el 70% de ellas son ciudadanas que NO pertenecieron a AVC y que fueron torturadas por militares y policías. ¿Acaso se olvidó el ex militar de que ya hay antecedentes plenamente demostrados cómo las fuerzas policías y militares actuaron en espíritu de cuerpo ocultando los crímenes contra los hermanos Restrepo y Consuelo Benavides? Parece que al señor Moncayo le faltaron víctimas. Y si en este juicio hay tres acusadores es porque a pesar del peligro al que nos exponemos tuvimos la entereza (los acusadores) de seguir este juicio para reivindicar la memoria, luchar contra la impunidad y castigar la violencia sexual contra la mujer.
Me parece que honor merecieran estos generales involucrados en los crímenes de lesa humanidad perpetrados contra los tres alfaristas, si reconocieran los errores y si pidieran disculpas, esto sería un acto de valentía y no, como ha hecho la jerarquía militar, de presentarse en una audiencia para intimidar como Institución (de poder y fuerza) un proceso un proceso judicial que quiere juzgar el abuso de autoridad. El juicio no quita el honor a los militares como institución, más bien los depura y los hace conscientes de los límites de la atribución que la sociedad les otorga cuando se les encarga las armas y la fuerza como garantes de derechos, no de violadores de derechos humanos.
Guillermo Lasso (candidato banquero en las próximas elecciones del 2017), quiere sacar provecho de esta situación, como lo hace Cobo, Gutiérrez, Páez y Moncayo y toda la oposición socialcristiana. Pretenden hacer de este juicio un caballo de batalla político para exacerbar y polarizar a la sociedad y fuerzas del orden. Quieren pescar a río revuelto.
Llama la atención que algunas organizaciones de DDHH y de izquierda no se hayan pronunciado sobre esta situación, apena constatar que el cálculo político está por encima de la solidaridad, consideran tal vez que pronunciándose sobre este caso, reconocen un apoyo a una Asambleísta Alterna que es parte de Movimiento País, que es mi situación actual. No puedo pedir a la Asamblea que se inmiscuya en un proceso judicial personal, tampoco al movimiento político que pertenezco porque sería una intromisión en el sistema de justicia; en todo caso sí nos mantenemos firmes con mis compañeros de AVC que fuimos parte de aquella lucha digna y de aquellos abusos de poder de militares y policías. Esta es una lucha de David contra Goliat, estamos conscientes de ello, pero no construiremos otra sociedad tapándonos los ojos o dejando pasar para no crear ni crearnos problemas. La violencia sexual contra las mujeres es una espada de Damocles que pende tanto en el ámbito privado y con más peligro en el ámbito de las fuerzas del orden como denuncia este juicio. La condición de «objeto» y botín de guerra de las mujeres clama por denuncia y lucha. Por estas razones no nos rendimos.